Anexo - Fish and Chips

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Releí el programa que me habían dado en la puerta al entrar al auditorio de mi vieja escuela intentando averiguar cuando sería el momento y comparé la hora con mi reloj en mi muñeca. Crucé mis brazos tras un suspiro y miré a mi lado como la madre de Louis me sonreía de una forma muy maternal.

     —Gracias por venir—tomó mi brazo izquierdo un tanto emocionada. 

     —No iba a perdérmelo por nada en el mundo.

No había visto a Louis desde hace meses, desde el día de San Valentín en el que me escapé un par de días de mis deberes de la universidad para festejarlo con él y no por teléfono como el año pasado. Era su graduación, y el venir sin avisar era una de mis sorpresas para él.

     —Respecto a lo que me propusiste...—murmuró sintiéndose incómoda en el asiento, yo me incorporé en el mío y le miré un poco preocupado—. No estoy segura, digo, no es que no confíe en ti pero, ya sabes-frunció sus labios-no quiero que Louis te distraiga ni te cause problemas. Sé que lo cuidarás bien, puedo confiar en ello pero...

Yo reí levemente por la ternura de la mujer a mi lado y su difícil tarea de ver a su único hijo alejarse de ella por primera vez en su vida.

     —No hay nada en Louis que yo no pueda controlar —dije, sonrió para mí e hizo un ademán para continuar hablando pero yo interrumpí—, y creo que es tiempo de que él comience una vida lejos de lo que está acostumbrado y yo quiero estar en ella. Sobreprotegerlo y ponerle límites solo harán que se encierre más— hablé con más seriedad—. Lo amo, en verdad.

La madre de Louis solo calló sin quitarme sus ojos de encima, sentí como poco a poco comenzaba a ruborizarme por aquella frase que no solía decírsela a nadie que no fuera su hijo. Yo solo tomé aire y fijé mi vista de nuevo al escenario donde todos los nombrados pasaban por sus documentos y tomar la mano de los líderes en ese momento. Me mezclé con la felicidad de todos en ese momento, los aplausos y gritos, después, desvié mi mirada de nuevo hacia la mujer a mi lado; ella solo rió y yo me mordí los labios para evitar hacerlo.

Escuchamos el nombre de Louis pronunciarse en el micrófono. Ambos nos pusimos de pie y vimos como un chico castaño era animado por sus compañeros para que avanzara al escenario. Entre aplausos y más gritos lo hizo, tomó su reconocimiento y les dio la mano a todos con un poco de pena hasta que llegó con su padre, quien era un invitado como padrino de esa generación, y le dio un fuerte abrazo.

No se podía negar la inteligencia que Louis poseía y eso estaba claro en las todas las ofertas que le ofrecieron muchas universidades, pero siendo fiel a su amor por lo infinito decidió comenzar una licenciatura en astronomía, pero causando un poco de revuelo con sus padres al elegirla lejos de ellos y, para mi suerte, cerca de mí.

Yo vivía en un pequeño departamento cerca del centro de Londres, había ofrecido que viviese conmigo pero eso estaba en duda, o lo estaba hasta ese momento.

La ceremonia terminó, todos los graduados se pusieron de pie para hacer la típica acción de lanzar el birrete al aire como festejo. Todos excepto Louis quien se quedó sentado en su lugar sin saber qué hacer exactamente; todos los birretes cayeron y él suyo seguía en su cabeza, todos comenzaron a abrazarse y él solo buscaba algo a su alrededor.

     —¡Lewis! —grité lo más alto que pude en un intento de apaciguar ese momento, aplaudí más fuerte y después levanté mi mano queriendo llamar su atención. Louis se detuvo con su búsqueda y volteó de inmediato haciendo que su asustada mirada azul se posara en mí; ésta se calmó de inmediato y la sonrisa en sus labios se hizo inmensa.

     —Júpiter—leí en sus labios como si no pudiese creerlo.

(...)

    —¿Por qué no te comes el pescado? —pregunté echando un poco de sal a mis papas fritas. Louis solo hizo una mueca de disgusto y me miró.

     —No me gusta el pescado, a ti te gusta— dijo. Tomó una de mis papas y la llevó a su boca aun sabiendo que en su plato también tenía.

     —Pero siempre te lo comes.

     —Pero no lo disfruto—se excusó—. ¿Tienes que irte mañana? —preguntó un poco desanimado.

     —El lunes tengo clases pero en dos semanas comienzas las vacaciones, regresaré y te ayudaré a empacar todo para que vengas conmigo.

Louis sonrió.

    —Eso suena bien— admitió.

    —¿Seguro que quieres vivir conmigo?

    —¿Por qué no querría?

    —No lo sé, tu mamá tiene miedo pero creo que es normal. ¿Tú no tienes miedo?

    —Estoy bien- se encogió de hombros—. Sé que no me harías daño y si tú no lo haces, nada más lo hará.

Fruncí el ceño; me crucé de brazos y me recargué en la mesa acercándome a él de forma amenazante. Los ojos azules del chico frente a mí solo me miraron con curiosidad y cierto anhelo.

    —¿Cómo sabes que no? —jugué.

Louis solo me dio una expresión llena confusión, como si mi pregunta fuera tonta y la respuesta muy obvia. Le vi sonreír después.

    —Porque se lo prometiste a mamá—dijo como si aquello fuese algo irrompible.

Yo reí.

    —¿Puedo contarte un secreto? — masculló.

Asentí siguiendo el juego y me acerqué un poco más para escucharlo.

    —No sé si sea un buen momento para decirte que te quiero— habló con un poco de temor. Le miré fijamente queriendo saber si bromeaba, pero la pesadez de su mirada me dijo que no era así.

    —Tú... tu puedes decirlo siempre que lo sientas—sonreí a más no poder. Él nunca lo decía, le costaba hacerlo.

Levantó su mano y la puso sobre mi boca para que callara cuando vio que iba a continuar haciéndolo. Respiró hondo y miró a su alrededor como si le diera miedo que alguien más en el restaurante le escuchara.

    —Júpiter—  noté como su mirada se relajó y sus ojos se hicieron mas grandes, como si quisiera contarme con ellos todo lo que su boca no puede expresar—... te quiero—susurró.

Junio del dos mil dos.

»Júpiter«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora