Estaba un poco aturdido por el esfuerzo que hice al subir las escaleras del edificio con todo lo que traía encima. Sofocado y muy acalorado aunque afuera estuviésemos a cinco grados; la bufanda alrededor de mi cuello había hecho un buen trabajo al principio pero las bolsas de comida que cargaba conmigo solo hicieron todo peor, más si sumo los libros que había en mi mochila y la guitarra que colgaba de mi espalda.
Empujé la puerta con el número veintisiete en él; sabía que estaba abierta, Louis siempre la dejaba abierta cuando llegaba antes que yo y era un problema que siempre discutíamos pero por más que él se disculpara, sin darse cuenta, lo hacía de nuevo.
—¡Louis! —llamé con dificultad pateando la puerta detrás de mi para cerrar; quizá para llamar su atención y viniera a ayudarme o simplemente para verme dramático y recordarle lo de la puerta—. ¿Louis? —repetí ahora buscándole porque, como siempre, nunca obtenía una respuesta a la primera.
En la pequeña estancia vi la chaqueta que usaba esta mañana sobre el sofá más grande, escuché como alguien tosió y desviando mi atención a ese ruido, lo encontré frente a su computadora portátil en la mesa del comedor.
Louis hizo un ademán de mirarme y responderme pero se detuvo frunciendo el ceño como si lo que leyó en su pantalla le hubiese confundido más.
—Te esperaba hasta las cuatro— comenté yendo hacia la cocina.
—Mi último profesor no llegaba— respondió encogiéndose de hombros.
Yo solo dejé las cosas sobre la mesa, recargué mi guitarra en una de las sillas y me quité mi mochila dejándola justo al lado de la comida pensando en sentarme ahí después de guardar todo.
—Lo de la puerta esta vez si fue a propósito— argumentó mientras me veía quitarme la bufanda, asentí de forma divertida y él sonrió—. ¿Qué trajiste? —señaló las bolsas.
—Comida, papel higiénico— busqué entre ellas—, un insecticida... y manzanas verdes porque a alguien no le gustan las rojas que hay en el refrigerador— le miré seriamente recargando mis palmas sobre la mesa queriendo verme divertido.
—Son deliciosamente agrias—subió una de sus piernas a la silla—. Casi tanto como tú.
—¿Soy agrio? — bufé yendo al refrigerador para guardar la leche.
—A veces un poco amargado—terminé de guardar y cerré la puerta, le miré arqueando las cejas y sonrió de forma traviesa como si quisiera dejar la plática.
Nos quedamos en silencio mientras terminaba de guardar todo lo demás, me preparé un café y fui a la mesa; Louis estaba muy entretenido leyendo como para molestarse con el que me haya sentado a su lado a afinar mi guitarra. A él nunca le molestaba el ruido que pudiese provocar con mis instrumentos, no como a mi familia en casa.
—Júpiter— susurró sin dejar de ver su pantalla. Louis solo me llamaba así cuando estábamos solos o cuando creía que lo estábamos, pero yo le seguía llamando Lewis frente a todos los demás.
—¿Si? — pregunté y sin dejar de mover las cuerdas le miré fijamente. Su expresión estaba un poco tensa, y por un momento comencé a preocuparme—. ¿Qué pasa? — me detuve.
—¿Podrías dejar de acompañarme a clases? — pidió de la nada.
Fruncí mis cejas sin dejar de verle queriendo que él posara sus ojos en mí.
—Pero me queda de camino a mi facultad— intenté decir—. ¿Acaso quieres que camine a metros de ti?
Louis suspiró, y ésta vez sí levantó su mirada para mí.
—No quiero que te vean— dijo.
—¿Por... por qué?
Le vi hacer una mueca con sus labios como si no quisiera responder aquello. Esperé pero noté que no tendría algo de su parte.
—¿Te da vergüenza?
—No, no, no— se apresuró a decir—. Es solo que... — intentó sonreír—, las personas te ven conmigo y no imaginan nada, muchas mujeres nos ven pero solo se fijan en ti— hizo énfasis—. Ayer dos chicas me preguntaron si eras mi hermano y si podría conseguirles tu número—su gesto fue de disgusto.
Intenté no reírme de aquello. Recargué mi brazo en mi guitarra y mi cabeza en mi mano dispuesto a escuchar esa historia.
—¿Qué les dijiste? —pregunté queriendo ser serio. La mirada de Louis divagó un poco pero al final se encontró con la mía nuevamente.
—Que no tenías tiempo para salir con ellas porque estabas muy ocupado... besándome a mí—sonrió de forma triunfal.
Comencé a carcajear.
—Lewis... ¿Estás celoso?
—No—actuó sorprendido—, claro que no—mintió.
—¿Por eso estabas de mal humor esta mañana?
—No—repitió—, estaba de mal humor por culpa del vecino que no dejaba de golpear con el martillo—se excusó volviendo a su lectura.
Respiré hondo no queriendo dar la plática por terminada. Volví con el trabajo con mi guitarra y tosí para llamar su atención pero no lo hice hasta que comencé a tocar unas notas. Intenté que la música fuera animada y graciosa, como la de una caricatura.
—Cuaaaaaaando el viejo susodicho— canté rápidamente—golpeaba con martillos. Lewis no podía dormir—me detuve y golpeé con mi puño dos veces la superficie de la guitarra—. Ahora lo usa como excusa... ¡Y vaya mala excusa! Para ocultar sus grandes celos por mí—golpeé la guitarra dos veces otra vez.
Louis me miró sin muchos ánimos de reírse pero sus labios comenzaron a decirme otra cosa cuando los vi temblar queriendo soltar una inmensa sonrisa.
—Dice que soy un agrio sin remedio, pero con su gusto, ¡Está dispuesto! —seguí tocando animadamente—, a quererme tal cual manzana...—mi voz cayó al no llegar nada a mi mente, dejé de tocar y le indiqué que siguiera.
—Verde—dijo con obviedad sin seguir la rima. Yo arqueé mis cejas ante eso y negué con mi cabeza.
Seguí con las notas—... amargado y feliz—concluí deteniendo las cuerdas de golpe.
Louis solo se quedó en silencio mirándome fijamente.
—No soy celoso.
—No claro que no, cariño— dije con sarcasmo siguiendo con la afinación del instrumento.
Febrero del dos mil tres.
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»Júpiter«
General Fiction"Haz que mis problemas importen. Haz que este caos cuente." Ezra Law es un chico que tiende a seguir las reglas que el hombre ha hecho a lo largo de los años aunque él no esté de acuerdo en muchos aspectos. Pero, en la despedida de una de sus person...