—Es gracioso que venga a la iglesia solo por verte a ti — pronunció cuando me vio recargarme sobre el pequeño muro de piedra a su lado —, es... es gracioso que sea el único lugar donde puedo hablarte fuera de las paredes de mi habitación, aunque sea por solo unos minutos — susurró.
—Lewis... — comencé —, no quiero hablar de esto — negué con mi cabeza mientras veía a todas las personas que caminaban hacia sus autos para volver a casa —. ¿Recuerdas este lugar? — me giré para observar el campanario de nuevo —. Suciedad, palomas y un niño asustado.
—Tú estabas llorando— dijo sin dejar de mirar hacia abajo —, creo que fue la única que vez que te vi llorar.
—Seguí tu consejo.
Louis suspiró profundamente y me miró con un gesto de confusión al momento en el que el viento nos golpeó haciendo que las pocas palomas del lugar volaran, pero ésta vez él no se inmutó por ello.
—¿Por qué llorabas? — preguntó como si intentara recordar.
Levanté mis cejas; realmente hacía mucho tiempo que no pensaba en ella. Me quedé en silencio pero Louis seguía esperando por mi respuesta.
—Perdí a una persona mágica — dije después.
—¿Era mágica como tú?
—Era mágica como ella — suspiré.
—A mí me gusta tu magia.
—A mí me gusta la tuya.
—¿Yo tengo magia? — me cuestionó.
—Demasiada para ser verdad — admití. Sonrió un tanto cohibido y negó con su cabeza al dirigirse de nuevo a las personas —. ¿Qué? Tú lo dijiste; todos tenemos magia.
—Y tú sigues ocultando la tuya — contraatacó.
—Lewis...
—¿Por qué todo se trata de seguir a lo que dice tu papá y no simplemente seguir lo que tú magia te dice? — jugó con sus manos al viento sin preocupación —. Te vas al lado del enemigo.
—Parece que te molesta más que a mí.
—No eres feliz, si no lo eres, creo... creo que yo tampoco.
No supe que decir después aquello, Louis podía decir palabras sin pensarlas detenidamente pero éstas solían tener más sentido que cualquier otra que los demás dijeran. Me quedé ahí, observándolo sin vergüenza alguna mientas cientos de cosas me atacaban haciendo que comenzara a sentir culpa.
Me acerqué lentamente sin quitarle la mirada de encima pero él no dejaba de estar lejos otra vez; besé su cabeza y lo rodeé con mis brazos haciendo que se quedara en mi pecho por un rato.
—Estoy bien— le mentí, lo intenté. Poco a poco comencé a sentir sus brazos alrededor de mí y como colocaba su barbilla en mi hombro.
—Creo que así es como se siente el cielo — le escuché decir.
—¿De qué hablas? — pregunté confundido ante sus palabras, me retiré un poco y le miré a los ojos, él lo hizo también haciéndome sonreír porque ese tipo de cosas de su parte me eran realmente difíciles de conseguir.
—Hablan de cosas como el cielo y el infierno — dijo —. Me han dicho un par de veces que me iré al infierno por ser quien soy. Yo no lo creo, no creo que existan tales lugares, no creo en ellos.
—¿En qué crees entonces? — jugué con su nariz con los nudillos de mi mano y reí.
—Creo que ambos están aquí, y no precisamente deben de ser lugares, pueden ser momentos; tales como este — habló sin quejarse por lo que hacía —. Estar contigo, ahora, quizá ese es el cielo para mí.
—Tiene bastante sentido para mí también — ésta vez jugué con su cabello, los desordené aún más como si le recordara lo largo que estaba. Pero él no dejaba de mirarme a los ojos —. ¿Qué sucede? — lo noté.
—Júpiter, ¿Por qué me piden que muera si no he hecho nada malo? —preguntó sin una pizca de temor en sus palabras —. ¿Por qué creen que la muerte es la solución para todo? Somos infinitos, Júpiter — reiteró —, no dejamos este planeta en un cien por ciento.
Se retiró lentamente de mis brazos y volvió con la vista hacia los demás.
—No entiendo mucho de todo esto, no entiendo mucho a la vida, solo sé que es rara y bonita si sabes apreciarla, pero está bien; la vida tampoco me entiende a mí.
—Lewis — le llamé intentando ocultar mi risa —, ¿alguna vez he dicho que te amo?
—No — respondió sin verme.
—¿Es un buen momento? — volví a recargarme a su lado; le observé de reojo y vi cómo se iba de nuevo.
—Está bien — terminó, y quizá eso fue lo último que supe de él por un rato.
Julio del dos mil.
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»Júpiter«
General Fiction"Haz que mis problemas importen. Haz que este caos cuente." Ezra Law es un chico que tiende a seguir las reglas que el hombre ha hecho a lo largo de los años aunque él no esté de acuerdo en muchos aspectos. Pero, en la despedida de una de sus person...