Respiré hondo preparándome para comenzar a recrear las notas de aquella canción que llegó a mi mente la segunda vez que hablé con Louis. La canción de "Lewis", él le llamó.Comencé a tocarla todos los domingos cuando la misa era dada por terminada, solía esperar a que todos salieran. Louis ya no se paraba por ahí desde hace mucho tiempo.
Pero sin aviso, algo más llegó a mí. Comencé a tocar notas diferentes en el viejo piano de la iglesia mientras que mi mente solo trabajaba en darle compañía con otros instrumentos creando una armonía que sin duda no me dejaría en paz. Fue corto pero suficiente como para emocionarme y recrearla un par de veces más.
Sin pensarlo dos veces, busqué dentro de mi maletín para sacar mi cuaderno para escribir todo en él. Escribí lo que había llegado e incluso creé más, casi sin respirar, recargado en mi regazo como geniecillo desesperado.
—¿Haciendo magia? — escuché la voz que, haciendo cuentas, no había escuchado en semanas. Levanté mi mirada inmediatamente y me encontré con los mismos curiosos ojos azul hielo de hace siete años. Me sonrió.
—La magia es poderosa — dije incorporándome, sujeté fuertemente mi cuaderno casi arrugando las hojas en él.
—Todos la tenemos, pero cada quién hace lo que quiera con ella — argumentó —. Muchas personas, a veces, no saben que la tienen — Lewis mantenía sus manos ocultas detrás de él. Usaba un atuendo formal como si intentara serlo solo para aparentar —. Pero, ¿te digo un secreto? — susurró.
Esta vez solo me limité a asentir.
—Tú si lo sabes, pero la ocultas, ¿por qué lo haces? — cuestionó. No respondí, pero supe que él no quería realmente una respuesta porque desvió su mirada al piano frente a él, y sin permiso, tomó asiento en el banco a mi lado. Presionó una tecla y sonrió.
—Creí que estarías molesto... no sé.
—¿Por qué? — preguntó. Presionó otra tecla y de nuevo sonrió.
—Te he ignorado por mucho tiempo — acepté —. No merezco que estés cerca de mí...
—Tienes miedo — me interrumpió —. Todos tienen miedo alguna vez. Pero más que tener miedo, estás perdido.
—Para tener catorce años pareces conocer mejor la vida que yo — aseguré.
—No sabes qué hacer — me miró —. Mi mamá me dijo que la tuya le dijo que tu papá no quiere verte conmigo — dijo como si lo hubiera aprendido de memoria y eso le hubiera afectado bastante —. ¿Cree que soy una mala persona?
Negué con mi cabeza.
—Me siento enamorado de alguien — confesé.
—Oh — arqueó sus cejas sorprendido pero con aire de decepción —. ¿Y es bonita? — preguntó curioso.
Le miré extrañado y reí.
—¿Sabes lo que pienso? — indagué—, eres adorable — terminé.
—¿Y si nos vamos a Júpiter?
—¿Por qué?
—Ahí no te daría miedo quererme — concluyó.
Di un rápido vistazo a nuestro alrededor; el reverendo solo hablaba con las personas en la entrada de la iglesia, se podían escuchar a los niños correr por el jardín que la rodeaba y por un momento me formulé las decenas de pláticas que tenían todas las personas afuera. Quizá mis padres seguían esperándome allá, pero en cuanto regresé a los brillantes y curiosos ojos azules de Lewis, todo lo demás se esfumó. Los niños callaron, las palabras dejaron de tener sentido y ese miedo se fue en cuanto su sonrisa me atacó.
Solo parecíamos estar él y yo, a millones de años luz de los demás.
Sin pensarlo me acerqué a él, mi nariz chocó con la suya y después de una risa tímida por mi impulso, logré tocar sus labios con los míos.
Fue un roce, más bien como una caricia que podría llevarnos a la explosión.
Lewis se tensó y no se movió hasta que yo decidí hacerlo cuando la realidad volvió sobre mí. Sus ojos seguían sorprendidos más no cuestionó aquello.
Revisé si alguien pudo haber visto pero al parecer fue demasiado corto como para tomarlo en cuenta. Cuando me fijé en el chico frente a mí, lo vi acariciando su labio inferior con timidez para después darme una sonrisa llena de vergüenza.
—¿Nunca habías besado a alguien? — pregunté un poco asustado. Lewis negó con la cabeza lentamente.
—¿Nunca habías besado a un chico? — me preguntó inmediatamente.
—Nunca lo había deseado tanto— terminé.
Invierno del dos mil. Yo estaba por cumplir diecisiete y él tenía catorce recién cumplidos. Y eso para nosotros, quizá solo para nosotros, parecía estar bien.
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»Júpiter«
General Fiction"Haz que mis problemas importen. Haz que este caos cuente." Ezra Law es un chico que tiende a seguir las reglas que el hombre ha hecho a lo largo de los años aunque él no esté de acuerdo en muchos aspectos. Pero, en la despedida de una de sus person...