Capítulo 10

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Cuando Stiles despertó, Lydia y él seguían en la misma posición en la que se habían dormido, solo que ahora estaban un poco más juntos que la noche anterior. La chica todavía dormía, así que Stiles se dedicó a contemplar con una pequeña sonrisa la calma que desprendía.

De repente se acordó de las últimas palabras de Lydia el día anterior y empezó a darles vueltas en su cabeza.

"No deberías sentir nada por mí", había dicho ella prácticamente un segundo antes de caer rendida ante el sueño. ¿Qué se suponía que quería decir con eso? ¿Por qué no podía empezar a sentir algo por ella? ¿Acaso le estaba pidiendo sutilmente que no sintiera nada por ella para que luego no se sintiera mal cuando ella le rechazara?

Muchas preguntas le venían a la mente debido a ese comentario y ninguna de ellas tenía una respuesta concreta. Conforme más lo pensaba, más confundido estaba.

Seguía pensando en ello cuando Lydia se movió un poco a su lado. Stiles la miró y vio que había abierto los ojos e intentaba ajustarlos a la luz que entraba por la ventana. Le mostró una sonrisa; no pudo evitarlo.

-Buenos días.

-¿Cuánto tiempo llevas viéndome dormir? -preguntó ella tapándose la cara con una mano.

-Lo suficiente como para saber que aprietas los labios un poco mientras duermes, casi en forma de puchero -rió Stiles.

Lydia estiró el brazo con el que se estaba tapando la cara para pegarle de broma en el hombro. Stiles seguía riendo, así que ella subió el brazo y le tapó la cara, apartándosela hacia un lado para que dejara de mirarla.

-Eso es muy de acosador -dijo Lydia antes de incorporarse en la cama y levantarse hacia la puerta del baño.

-Te recuerdo que fuiste tú la que me invitó a quedarme -se excusó Stiles. -Y a dormir en tu cama. Era bastante difícil que no te viera dormir si me despertaba antes que tú.

-Podías haber mirado hacia otro lado.

-¿Y perderme tu cara bonita? No, gracias.

Lydia le sacó la lengua y se metió en el baño cerrando la puerta detrás de ella. Stiles suspiró y se levantó también. Se sentó en la silla del escritorio y se puso los zapatos.

No podía dejar de pensar en una cosa. Le había dado la sensación, pero no podía asegurarlo... ahora saldría de dudas.

Lydia reapareció en la habitación mientras se acababa de hacer una trenza de lado. Stiles alzó la cabeza y le preguntó.

-Lydia, ¿recuerdas lo último que me dijiste anoche?

Ella frunció el ceño, rememorando la conversación que tuvieron antes de dormir.

-Te pedí que me dijeras cómo podía ayudarte a aliviar el dolor por lo que te pasó, ¿verdad?

Stiles chasqueó la lengua. Por supuesto que no se acordaba. Seguramente lo habría dicho en sueños, ni siquiera consciente.

-Justamente eso -mintió.

-¿Se te ha ocurrido algo? Si es así, dímelo, estaré encantada de ayudar.

-No, qué va, solo preguntaba.

Lydia sonrió y asintió.

-¿Quieres que hagamos algo hoy?

Stiles se lo pensó un momento hasta que una sonrisa ligeramente maliciosa se dibujó en su rostro.

-Tengo la idea perfecta.

-Estupendo, pues me la cuentas mientras desayunamos -le dijo ella abriendo la puerta de la habitación.

Mientras preparaban las tostadas y el café, Stiles le contó a Lydia su plan para aquel día.

-No. Ni lo sueñes -dijo Lydia.

-Vamos, Lyds, es una idea genial.

Lydia apuntó a Stiles con el cuchillo untado en mantequilla y lo miró de forma acusadora.

-No vamos a entrar en la comisaría de tu padre a hurtadillas y robar alguno de sus archivos para resolverlo nosotros. De ninguna manera.

Stiles le puso un puchero y la miró con ojos grandes, intentando que se le humedecieran para que diera la sensación de que iba a llorar. Dio un paso hacia ella, que tuvo que dar un paso hacia atrás para no llegar a tocarle con el cuchillo.

-¿Por favor? -le suplicó poniendo su mano sobre la de ella y bajando así el cuchillo.

-¿Qué pasa si nos pillan?

-Soy el hijo del Sheriff, como mucho me castigará una semana. A ti no te pasará nada.

Lydia dudó.

-No lo sé, Stiles. No me parece buena idea...

-De acuerdo, ¿y qué te parece esto? Solo entro yo en la comisaría, tomo prestado el archivo y ya lo resolvemos en casa tranquilamente. Nadie tiene por qué saber que estás metida en esto. Por supuesto, lo devolveremos a la comisaría.

La chica lo miró largo rato a los ojos, seria aunque con un destello de diversión en ellos.

-Está bien -cedió al fin. -Pero solo porque quiero ver tus dotes de detective.

Stiles dejó escapar un pequeño grito de alegría y dio una palmada de entusiasmo.

Un rato más tarde, se encontraba ante la comisaría del pueblo, medio escondido tras un árbol mientras esperaba a que su padre y sus ayudantes salieran a por el segundo café de la mañana. Solían hacerlo siempre sobre esa hora.

Efectivamente, en seguida se abrió la puerta principal y Stiles vio cómo su padre y otros agentes salían. El Sheriff tenía aspecto cansado; con ojeras y el pelo despeinado. El trabajo debía de estar consumiéndole.

Cuando se aseguró de que estaban lejos, Stiles echó a andar hacia la comisaría. No tenía mucho tiempo, diez minutos como máximo. Abrió la puerta con cuidado y le alegró comprobar que no había nadie en la zona de la entrada. El despacho de su padre estaba al final del pasillo, pero para llegar hasta él debía pasar por delante de varias puertas que bien podían estar ocultando a los que no hubieran salido a por café.

Stiles avanzó lo más sigilosamente que pudo hacia delante. Vio a un agente trabajando ante el ordenador en una mesa a su derecha, así que dio un paso rápido hacia delante para llegar hasta la pared de enfrente y estar fuera de la vista del hombre. Ni siquiera levantó la mirada del teclado, lo que hizo que Stiles se sintiera más confiado.

Llegó a la puerta del despachó y la abrió con cuidado, mirando a ambos lados, aunque sabía que no habría nadie dentro. Se acercó a la mesa y contempló el panorama.

Si cogía alguno de los archivos que había sobre la mesa, su padre lo echaría en falta en seguida y lo pillaría a la primera. No quería coger alguno de los casos más importantes, pues no era cuestión de hacer el trabajo de un policía experimentado y profesional. Pero tampoco se conformaría con un simple robo en alguna gasolinera. Así que finalmente abrió la caja de casos no tan relevantes, aunque no hasta tal punto que llegaran a calificarse como olvidados.

Leyó algunos por encima y escogió uno de ellos. Se imaginó intentando resolverlo junto a Lydia y no pudo evitar sonreír. Si lo conseguían, tampoco podía ir corriendo a contárselo a su padre, porque entonces sabría que había estado fisgoneando en sus cosas del trabajo. Decidió que simplemente le dejaría algunas pistas para que él también pudiera resolverlo.

Bueno, solo si conseguía resolverlo él antes.

Salió igual de sigiloso como había entrado y se dirigió a casa de Lydia, donde ella le estaba esperando para empezar su equipo de investigación.

Safe and sound || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora