Capítulo 5

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N/A: Muchas gracias a todas las personas que leéis y dejáis review! Este capítulo os lo dedico a vosotros, pero en especial a Always23, muchas gracias por tu comentario!

Como aclaración, que me habéis preguntado: Alexis no aparece en esta historia.

Espero que os guste ;)



Salió sigilosamente de su cama para no despertar a Emma. Aquella noche le había costado dormirse ya que el segundo diente estaba presionando contra su encía con ansias de salir a la superficie y le provocaba dolor en la boca. Por supuesto, Kate también había dormido poco. Colocó la almohada en el lado de la cama que no daba con la pared para que Emma no se pudiese caer al suelo. Miró el reloj y vio que no le daba tiempo a desayunar.

Se vistió rápidamente y salió del dormitorio, dejando la puerta abierta para que su padre pudiese escuchar a Emma si ésta se despertaba.

-¿Continúa dormida? – preguntó Jim, que acababa de despertarse también.

-Sí. La pobre ha dormido muy poco esta noche – le contestó ella, aunque su padre ya lo sabía, también él se había despertado en mitad de la noche al escuchar los llantos de su nieta.

-No te preocupes, estaré al tanto por si se despierta.

-Gracias papá. Llámame si le da fiebre, ¿vale?

Jim asintió y le dio un beso a su hija.

-Hasta luego – dijo ésta, antes de marcharse.

Kate estaba sentada en el asiento del conductor del Crown Victoria, esperando a Castle. Tenían que ir a buscar a un sospechoso para hablar con él, así que Kate le había mandado un mensaje diciendo que le esperaba en el coche.

-Llegas tarde – le reprochó en cuanto Castle abrió la puerta del automóvil.

-Lo siento – se disculpó él, ofreciéndole un café en uno de aquellos vasos de cartón. Llevaba otro para él.

Kate le miró desconfiada, antes de cogerlo.

-Tiene vainilla – le dijo él.

-¿Cómo lo has sabido? – preguntó ella, segura de que no le había dicho que le gustaba el café con vainilla.

-Soy escritor, me fijo en esas cosas.

-Gracias – dijo ella, haciendo un amago de sonrisa y dando un sorbo al café.

Cafeína era justamente lo que necesitaba ahora, le ayudaría a despejarse después de no haber dormido casi nada.

-Creo que es la primera vez que voy en un coche y conduce una mujer – dijo Castle.

-Pues acostúmbrate – dijo ella, mirando a Castle por el rabillo del ojo mientras conducía.

Después de aquello Castle estuvo hablando durante todo el camino, contando anécdotas. Kate le escuchaba atentamente, riéndose cada vez que soltaba algo gracioso, lo cual era bastante frecuente.

-¿Y ahora? – preguntó el escritor, cuando Beckett aparcó el coche.

-Tenemos que esperar al sospechoso, se supone que está en una reunión en ese hotel y debe salir en – dijo, haciendo una pausa para mirar su reloj – diez minutos.

-¿No podemos entrar e irrumpir en la reunión? – preguntó él, esperanzado e ilusionado, igual que un niño.

-No – le espetó Beckett, intentando disimular una sonrisa.

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