1.4 -Mamá

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Ya habían pasado 5 días desde que vi a Nate por última vez y no podía dejar de sentirme culpable. Ni siquiera sabía la razón por la que él había desaparecido de la nada, pero yo presentía que era mi culpa.

Agarré otra barra de chocolate de la mesita de luz mientras me envolvía en mis sábanas. Me quedé un rato mirando mi computadora, debatiendo entre ver algunos videos, seguir con las películas, terminar alguna de las 500 series que empecé o leer algo.

Alguien tocó la puerta, distrayéndome de mis pensamientos.

-Adelante -dije con la voz cortada. Es la 3 vez que veo Rápidos y Furiosos 7 y sigo llorando con el final.

-¿Mia? -dijo mi mamá asombrada al entrar. Miró mi habitación, y luego a mi, con cara de horror.

La imagen era algo de un mundo paralelo. Mi habitación llena de envoltorios de golosinas (que ni siquiera me gusta lo dulce), pañuelos descartables (nunca los llevo conmigo) y lo más atípico, yo tapada con las sábanas hasta la cabeza con algunas lágrimas en los ojos mientras mi cara pedía a gritos que me peguen.

-Hola mami -intenté sonreír.

-¿Mami? -mi mamá se me acercó y puso su mano en mi frente- Sí, me parece que te está subiendo la temperatura.

-¿Qué querés? -respondí de mala gana, sacando su mano de encima mio.

-Desde el lunes no salís de tu habitación, salvo para ir a la escuela. No bajas a comer, no contestas las llamadas de Bea... -me miró con tristeza e hizo una pausa-. ¡Y estás comiendo golosinas! ¡Con lo que te gusta lo salado!

Me acomodé en la cama, poniendo mi computadora y los papeles a un lado.

-Ni yo sé lo que me pasa -di un gran suspiro.

-¿Sabes qué? Vamos a salir, ya está dicho.

-¿Qué? -pregunté confundida. Hace tiempo que no salíamos las dos solas-. ¿Por qué? ¿A dónde?

-Vemos en el camino, pero ponete linda -me guiñó un ojo antes de darse la vuelta para irse.

Busqué en mi armario algo para usar que no fuera muy formal ni muy informal ¿Quién sabe a dónde me llevaría mi mamá?

Bajé las escaleras y solo me encontré a Anna, que me dio una sonrisa tan grande que se sintió como una abrazo.

-¡Al fin salió de su escondite! -sonrió y yo reí-. Su madre la espera en el auto.

-Gracias, Anna -me estaba dirigiendo a la puerta, pero volví y la abracé-. Me encanta tenerte en casa.

Salí corriendo sin poder ver la reacción de Anna. Mi mamá me estaba esperando en el auto con la puerta ya abierta.

-Mia -dijo mi mamá una vez que empezó a conducir.

-¿Si?

-Definitivamente no sé cuál es la clave de la vida, pero sí sé que al ver a tu alrededor, a la naturaleza, entendemos mejor todo. Las flores siempre están, pero solo para esos que las aprecian -me miró por unos segundos y me sonrió.

-¿De qué hablas? -pregunté confundida.

-Me preguntaste por qué íbamos a salir, y ahí está la razón.

-¿Ver flores? Mamá, en nuestro patio hay.

-En todo el vecindario hay flores, pero cada uno tiene las suyas... porque no todas son iguales ¿O sí?

-¿Qué tiene que ver? -miré a la ventana, intentando concentrarme en el paisaje para no pensar en nada más.

-Mia, la felicidad está en todos lados. Solo hay que saber abrir los ojos.

Bad // Nate MaloleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora