Sujetando las bolsas y el maletín con una mano, Selena paró un taxi a toda prisa. Ni siquiera se percató de las miradas admirativas que los hombres lanzaban sobre ella.
Con un metro setenta de estatura, curvas notables y una melena de color castaño que casi le llegaba hasta la cintura, era una mujer que llamaba la atención. Tenía el rostro ovalado, la nariz pequeña y labios generosos. Pero lo más bonito eran sus ojos de color chocolate, con puntitos dorados.
—¿Dónde vamos, señorita?
Selena le dio la dirección de sus amigos Lou y Niall.
Cuando llegaron al elegante barrio de Pimlico, bajó del taxi y miró la casita pintada de blanco. Era difícil creer que habían pasado cinco años desde que murió su madre y ella se mudó allí con Louis, su amigo de la infancia, para empezar la carrera de Economía en la universidad de Londres.La casa era de Niall Edwards, un chico que les había alquilado dos habitaciones para poder pagar la hipoteca. Su primo mayor, Harry Edwards, controlaba el dinero que le dejó su madre y, según él, era peor que el demonio.
Selena llamó al timbre y esperó, con una sonrisa en los labios.
Había conocido a Harry un año antes, en el cumpleaños de Niall. Llegó inesperadamente y después de una acalorada discusión con su primo aceptó de mala gana tomar una copa.
Para Selena había sido amor a primera vista. Nada más ver a aquel hombre alto y guapo, vestido con un elegante traje de chaqueta italiano, su corazón le dijo que era el hombre de su vida.
Más de metro ochenta, hombros anchos, pelo oscuro, ojos verdes... era el hombre más guapo que había visto en toda su vida. Tenía una presencia imponente y exudaba masculinidad. Cuando después de charlar un rato le pidió que cenara con él al día siguiente, ella aceptó sin dudarlo un momento.
Niall había intentado advertida contra él. Le dijo que su primo era un depredador, un tiburón de los negocios que le rompería el corazón y que, a los treinta años, era demasiado viejo para ella. Además, según Niall, le gustaban las mujeres elegantes, sofisticadas... mujeres con experiencia.
Pero Selena, ignorando sus advertencias, salió a cenar con él.
Fue una noche maravillosa. Harry le habló sobre su vida y ella le contó que acababa de terminar la carrera con unas notas excelentes y había conseguido trabajo como corredora de bolsa en una de las empresas más prestigiosas de Londres. Le contó todo, incluso que era hija de madre soltera, pero él no pareció sorprendido.
Harry la invitó a pasar las vacaciones en la isla privada que su familia poseía en el mar Egeo y Selena aceptó, encantada. Curiosamente, se despidió con un simple beso en la mejilla... y eso la decepcionó.
Por eso, al día siguiente se gastó todo el sueldo en ropa, en peluquería y en rayos UVA. Para convertirse en la clase de mujer sofisticada que a Harry le gustaba.
Durante las vacaciones conoció a su padre, Theo Edwards, que la trataba como si fuera una niña. Igual que Harry.
De vuelta en Londres, salieron a cenar media docena de veces, pero la relación no pasaba de un beso en la puerta de casa. Cada uno más apasionado que el anterior, pero nada más.
Cuando Harry se fue a Nueva York,Selena pensó que se había olvidado de ella. Pero dos semanas más tarde, de nuevo en Londres, volvió a invitarla a cenar y acabaron durmiendo en su habitación del hotel Edwards.
Harry era su primer amante, de modo que no podía compararlo con nadie, pero no le hacía falta. Sabía que había encontrado a su alma gemela. Harry solo tenía que mirarla para hacer que se le acelerase el pulso, solo tenía que tocarla para encender una pasión que nunca había conocido.
Tenía impresa en la mente la imagen del poderoso cuerpo desnudo, los anchos hombros, los brazos largos y musculosos mientras la enseñaba lo delicioso que era hacer el amor con alguien a quien se quiere.
Una semana después, Selena se había ido a vivir a su apartamento, un lujoso dúplex con vistas al Támesis, y su relación se había hecho más seria.
—¿Y esa sonrisa? —la pregunta de Lou interrumpió sus pensamientos.
Selena miró al joven castaño que había abierto la puerta.
—Recuerdos felices —contestó, besándolo en la mejilla—. ¿Dónde está Ni? Traigo un regalo para él.
—¡Hola, Sel!
—Feliz cumpleaños, Ni —sonrió ella, dándole un abrazo—. Toma, tu regalo.
—Qué honor. El formidable Harry Edwards te ha permitido venir a visitarme el día de mi cumpleaños. Hace seis meses que no te vemos el pelo.
—No te pongas tonto, Ni—replicó ella—. Abre tu regalo. Me ha costado mucho encontrarlo.
—Perdona, cielo. Es que me has pillado en mal momento. Me siento viejo —sonrió el rubio.
—¿A los veintitrés años? No me hagas reír.
—Pues tú mereces unas risas, Selena. Te mereces ser feliz.
—Y lo soy. Abre el regalo de una vez, pesado.
Dos minutos después, Niall lanzaba un grito de alegría.
—¡Me encanta! Pero debe haberte costado una fortuna —dijo el joven, mirando el grabado de dos luchadores griegos—. Es un auténtico grabado del siglo XIX, ¿no?
—Por supuesto. No iba a comprarte una falsificación —rió ella.
Niall odiaba su trabajo en los hoteles de la familia Edwards y lo que quería era abrir una galería de arte. Desgraciadamente, hasta que cumpliera veinticinco años o contrajera matrimonio no podría reclamar la herencia de su difunto padre, que Harry controlaba con mano de hierro. Aunque recibía un buen estipendio todos los meses era un derrochador nato, siempre sin dinero, siempre quejándose.
A Niall no le interesaba el negocio familiar y ella había intentado convencer a Harry de que le adelantase parte de la herencia, pero la respuesta siempre era la misma: «no te metas en los asuntos de mi familia». La facilidad con la que se volvía un ser frío y distante la asustaba, pero eso era parte de su personalidad.
—Seguro que mi primo no sabe que te has gastado una fortuna en mí —dijo Niall entonces, colocando el grabado sobre la chimenea.
—Yo me gasto lo que quiero, bobo. A finales de abril recibiré una paga de beneficios de... escuchen atentamente chicos, ¡doscientas mil libras!
—¡Bien hecho, Selly! Siempre supe que eras un genio de las finanzas —exclamó Lou abrazándola.
—Tenemos que celebrarlo. Saca el champán —rió Niall—. Los tres mosqueteros vuelven a ponerse en acción.
Los ojos de Selena se llenaron de lágrimas al recordar cómo solían llamarse los tres compañeros de piso. Lou sacó el champán y brindaron por Niall, por la carrera de Selena y por todo lo imaginable. Como en los viejos tiempos.
Dos horas más tarde, con los tres tirados en el sofá, Niall lanzó una bomba: —¿Sabes que Harry quiere casarse? Ayer estuve con mi abuelo y me ha dicho que está decidido.
De repente, a Selena el mundo le parecía un sitio maravilloso.
—¿Te lo ha dicho él? ¿Harry quiere que nos casemos? —exclamó, emocionada—. No puede venir hasta mañana, pero... ¡me ha dicho que tenía que darme una noticia!Niall y Lou intercambiaron una mirada de preocupación.
—Según mi abuelo, Harry tiene que darte una noticia, pero... —empezó a decir Selena con los ojos llenos de ilusión.
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Best Mistake |h.s • s.g| #TERMINADA
ФанфикSin previo aviso el multimillonario novio de Selena le dijo que estaba apunto de casarse con otra... dejándola totalmente destrozada. Cinco años después Selena creía haber olvidado a Harry, hasta que el destino los atrajo nuevamente juntos. Estaría...