–Te has quedado muy callada –Cameron le recorrió el rostro con sus ojos azules llenos de preocupación–. ¿Segura te sientes bien?
–Sí, es solo que pensaba... –Nina negó brevemente– no puedo creer que te cases. Parecen apenas meses desde que éramos los niños más traviesos de la clase.
Cameron sonrió, recordando con claridad cada una de las bromas ingeniosas que Nina planeaba y él llevaba a cabo. Pero siempre juntos, incluso en las horas de castigo.
–Tú me involucrabas en tus ideas locas.
–¿Yo? No recuerdo que tú protestaras demasiado –Nina sonrió y añadió–. ¿Recuerdas cuando pintamos de rosa la habitación de Caleb?
–¿Bromeas? ¡Aún no sé como logré escapar de él! Estaba furioso...
–Sí, recuerdo que planeabas mudarte a mi casa –rió–. Pero, ¿ves que era una buena idea que el nuevo color de mi habitación fuera rosa?
–Lo sé. Siempre tuviste una mente malévola.
Nina rió y lo golpeó en el brazo con levedad. Cameron le tomó la mano y le besó en los nudillos, con una sonrisa.
–¿Solo yo? –Nina arqueó una ceja riendo– ¿y qué hay de aquella vez que cortaste el cabello de Caleb mientras dormía? Eso no fue idea mía.
–¡Ni siquiera lo notó! –Cameron señaló con frustración–. ¿Lo ves? Sin ti, no funcionaban las travesuras, así que eras tú quien...
Se silenció de pronto. Nina lo miró con extrañeza, preguntándose qué había recordado.
–¿Qué hora es? –inquirió de pronto.
–Cerca de las 5 de la tarde, ¿por qué?
–Creo que Kristen me matará –pronunció con voz monótona–. Teníamos la primera clase de baile a las 3 de la tarde... hoy.
Nina lo miró con gravedad y se mordió el labio. No había duda alguna, Kristen estaría furiosa y seguramente lo mataría.
–Pues, si es la última vez que te veo... –bromeó Cameron con una risita ahogada– no olvides que te quiero y que debes ir a identificar mi cuerpo.
–¡No digas tonterías! –Nina lo abrazó con fuerza, brevemente–. Si le explicas... –se silenció. Los dos sabían que decirle que habían estado juntos solo empeoraría todo–. Quizá deberías decirle que... –se acomodó el cabello– la verdad, no tengo la menor idea.
Cameron sonrió un poco y le agradeció el intento. Besó la frente de Nina y se alejó en su auto. Nina suspiró, intentando imaginar el lugar en que Cameron y Kristen compartirían su primera lección de baile. ¿Tendría algún parecido con aquel en dónde ella y Cameron habían compartido su primer baile? Era poco probable, pero no pudo evitar recordarlo.
Era su último baile en la secundaria. El baile de graduación, tan ansiado. Pero ella no se encontraba de humor para un baile. En realidad, no estaba de humor para nada. En absoluto. Solo deseaba que terminara. ¡Ya!
–Te ves hermosa, Nina –el chico que era su cita le sonrió. Nina no pudo evitar pensar que no era Cameron, evidentemente. Así que su sonrisa era tan... normal– ¿quieres bailar?
–No, gracias –inspiró hondo. Debía animarse, él no tenía la culpa de que Cameron no la amara. Volvió a inspirar hondo, no era suficiente– es decir, quizá más tarde.
–Está bien –aceptó él, pues ya era la cuarta vez que se lo pedía– ¿quieres beber algo?
–No, estoy bien así –Nina se impacientó de nuevo. No quería mirar hacia Cameron, no otra vez. ¿Qué podía haber cambiado en 10 segundos desde la última vez que sus ojos habían vagado hacia el rincón en el que él bailaba con Sarah?
–Es evidente que no te intereso en lo más mínimo –el chico se encogió de hombros, con cansancio– ¿te importaría si invito a bailar a alguien más? ¡Es el baile de graduación!
–Ya lo sé –Nina ni siquiera lo miró– y puedes ir, hay muchas chicas que desearían bailar contigo, estoy segura.
–A mí solo me interesaba una, por eso la invité –murmuró él con fastidio pero se alejó rendido. ¿Qué otra cosa podía hacer?
–No necesitabas ser tan desagradable, Nina. Tú no eres así –escuchó a sus espaldas y se giró sorprendida al encontrar a Cameron–. Realmente te ves hermosa.
Nina sintió que se sonrojaba intensamente. Era la primera vez que Cameron lo decía, bueno, al menos en un tono... diferente al de siempre.
–Gracias, tú te ves muy bien también –contestó y él le ofreció el brazo.
–¿Quieres bailar?
–Yo... ¿y tu cita? –miró alrededor.
–Ha ido a atender una llamada o algo así –Cameron le restó importancia– le avisé que vendría a verte.
–Siendo ese el caso... –Nina sonrió. Sabía que no debía hacerlo. Solo sería alimentar falsas ilusiones y, sin embargo, ¿por qué iba a negarse a un inocente baile?
Tomó el brazo de Cameron con suavidad y él le miró con una gran sonrisa. Se dirigieron al centro de la pista de baile y una melodía lenta inundó el ambiente. Nina sintió como la mano de Cameron se apoyaba en su cintura con firmeza mientras la otra le asía los dedos con delicadeza. Volvió a sonreír.
–Ahora sí te ves como la Nina que conozco y quiero –comentó Cameron empezando a guiarle al ritmo de la música– ¿qué tal tu cita?
–Mmm –Nina decidió no contestar. No podía pensar con claridad y ni siquiera estaba segura de haberle escuchado.
–Veo que muy bien –se contestó a sí mismo Cameron, divertido. Observó como el chico que había ido al baile con Nina le echaba una mirada asesina mientras bailaba con otra chica– ¿lo has abandonado, acaso?
–¿Qué? ¿A qué te refieres?
–A tu cita –susurró en su oído Cameron, antes de hacer que girara– no deja de mirarnos. Parece... ¿celoso?
–Qué absurdo... –rió nerviosa Nina.
–Lo sé. Somos solo amigos –Cameron soltó con extrañeza.
–¡¡No!! –Nina exclamó con vehemencia. Él la miró instantáneamente– quiero decir, somos los mejores amigos.
–Sí, así es –Cameron le dio un apretón en la mano que sostenía y sus ojos azules la miraron con infantil diversión– y nunca cambiará. Te lo prometí.
–Sí...
Nina cerró los ojos y se apoyó en el pecho de Cameron, intentando no pensar en todas las cosas que soñaba y que no serían posibles. Él, aquel chico que se encontraba tan cerca, era el protagonista de todos y cada uno de esos sueños... solo que no lo sabía.
Y, más que no saberlo, él no lo sentía. Si tan solo supiera... O quizá, solo tal vez, los sueños también podían estar equivocados.
–¿Te sientes bien? –Cameron la miró con preocupación– Nina, ¿estás llorando?
–¡Claro que no! –Nina lo dijo con fuerza pero solo logró que una lágrima se deslizara por su mejilla– lo lamento, debo irme.
–No Nina, espera... –intentó detenerla pero ella ya se alejaba rápidamente con dirección a la salida.
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Si supieras
RomanceNina recibe una noticia inesperada. Su mejor amigo Cameron, del que ha estado enamorada en silencio durante años, está a punto de casarse. Desesperada, recluta la ayuda de Caleb, el frío hermano mayor de Cameron, quien podría ser la clave para aleja...