Capítulo 22

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Cameron se encontraba en el salón desde muy temprano. Se había cambiado de ropa y estaba de vuelta, esperando la llegada de los invitados. Su cena de compromiso. Se sentía inquieto y eso no parecía la mejor señal. Quería hablar con Nina, solo ella podría escucharlo y sabría qué decir. Ella lo entendía mejor que nadie en el mundo.

Cerró los ojos por un instante y pudo ver con claridad una de las tantas tardes que pasaron recostados en el césped, uno junto al otro, pensando en lo que sería su vida. Y, en cada momento a su lado, supo que nunca estarían separados. Él estaba unido a Nina, de una u otra manera, siempre lo estaría.

Deseaba que ella fuera feliz y eso lo preocupaba aún más que todo. Porque últimamente no parecía la misma, habría pensado que se debía a su boda pero sentía que estaba equivocado. Que la razón de su cambio era él. Su hermano, Caleb.

–¡Nina! –la miró llegar. Tenía un vestido lila adorable. Ella sonrió–. ¡Qué alegría que vengas tan temprano!

–¿Temprano? –frunció el ceño confusa–. Tienes diez minutos para que el lugar empiece a llenarse, Cameron.

–¿Qué? ¿Tan poco? –pareció realmente contrariado. Nina sonrió malévolamente–. No te sientas tan feliz por mí.

–Creo que finalmente te estás dando cuenta de lo que estás haciendo, amigo mío.

–Yo no... –Cameron puso en blanco los ojos–. Es inútil discutir. Además, no es el momento. Debo ir por mi chaqueta.

–Deberías –confirmó Nina–. Tu novia llegará en cualquier momento y te matará.

–Lo sé, lo sé –murmuró con molestia y salió a buscarla en su auto. Kristen no había aceptado que fuera por ella, alegando que quería llegar más tarde y él debía estar temprano, recibiendo a los primeros invitados, que en general eran de la familia y ella no estaba de ánimo para hacerlo–. ¿Y por qué yo tengo que recibirlos, Kristen? –masculló para sí y tomó la chaqueta con brusquedad–. Es nuestra boda ¿no? ¡Nuestra, no solo mía! –siguió pensando en voz baja y al subir por las escaleras divisó que un auto se detenía. Caleb había llegado. Bajó y giró hacia la puerta del conductor. Cameron se quedó paralizado. Caleb no estaba solo–. No puede ser... –formó las palabras y corrió hacia Nina.

–¿Qué te sucede? Tampoco es para tanto. Creo que aún tienes quince minutos, Cameron –rió Nina divertida. Entrecerró sus ojos con suspicacia–. ¿Qué ha sucedido?

–Caleb acaba de llegar –pronunció Cameron y Nina arqueó una ceja, interrogante–. Y no está solo, Nina.

Ella abrió la boca con sorpresa, intentando articular una palabra. ¿Qué quería decir?

–¿Por qué me dices esto a mí, Cameron? –Nina preguntó con alarma.

–Nina, lamento decirte que, quizá puedas engañar a todos, pero no a mí. Soy tu mejor amigo y creo que sé lo que está sucediendo aún antes de que tú lo entiendas.

–No sé de que hablas, Cameron.

–Me temo que es cierto, no lo sabes –negó con lentitud–, pero creo que hoy te darás cuenta.


***


Caleb abrió la puerta del auto para que Caitlin saliera. Ella se colgó de su brazo y él se sintió instantáneamente incómodo.

–Caitlin, debo hacer una llamada antes –recordó Caleb y sacó su teléfono–. ¿Puedes continuar sin mí? Te alcanzo en un momento.

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