Capítulo 7.

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-¿Qué... qué te pasa?
-Por favor...-dijo sollozando aún más fuerte.-Ven a mi casa, por favor.
-Sí... sí. Ahora mismo voy.
Salí de la cama a toda pastilla y me puse lo primero que tenía en el armario mientras esperaba a que Daniel me mandase su dirección por WhatsApp. En cuanto el móvil sonó, baje corriendo las escaleras y salí a la calle.

¿Dónde estaban los autobuses cuando se les necesitaba? Corrí todo lo que pude mientras pensaba qué era lo que podía haber puesto a Daniel de esa manera. Cuando le escuché sollozar algo en mi interior se rompió con él, como si pudiese sentir también su sufrimiento. No podía soportar verle mal.

Sofocada llegué a la puerta de su casa y llamé repetidas veces al timbre hasta que por fin Dan me abrió la puerta. Tenía el pelo despeinado y la camisa mal abrochada. Por sus mejilla caían lágrimas de sus ojos rojos e hinchados.
-Dios, Dan.-me lancé hacia él abrazándolo y empujándolo dentro de la casa mientras cerraba la puerta con el pie. Sus brazos envolvieron mi cintura y sentí como sus lágrimas humedecían mi camiseta.
Subimos hasta su habitación y nos sentamos en la cama. Le limpié las lágrimas de las mejillas y le pregunté:
-¿Qué ha pasado?-no obtuve ninguna respuesta.-¿Y tus padres?-empezó a sollozar cada vez más fuerte.-Eh, eh Dan, mírame.-le levanté la cabeza para que me mirase a los ojos.-Estoy aquí, suéltalo.
Dan volvió a abrazarme. No sabía que narices le había ocurrido, pero sabía que me necesitaba, así que le abracé hasta que decidió separarse. Le miré expectante.
-Mi... mi madre. Es mi madre.-dijo mientras sus ojos derramaban más lágrimas.-Ella... ella está enferma.-Me llevé la mano a la boca.-Parecía que estos meses había mejorado, pero... pero...-lloró más fuerte.-pero en realidad ha empeorado. No puedo... no puedo soportar per... perderla.-le limpié otra vez las lágrimas.
-Dios mío Dan, lo siento muchísimo.-con la mano libre, cogí las suyas y les di un apretón cariñoso.-Tranquilo, tu madre es fuerte y va a conseguir salir de esa mierda.
-No...-le interrumpí.
-Sí, lo conseguirá. Tienes que relajarte y hacer todo lo posible por hacerla sonreir.
-Yo... no puedo. No soy capaz. Dios, tengo la culpa, ha empeorado porque no he pasado tiempo con ella, la he defraudado.-se encogió y metió la cabeza entre las rodillas.
Estaba destrozado. Las lágrimas se me acumularon en los ojos. Me acerqué a él y le acaricié la espalda.
-Tú no tienes la culpa de nada. Eres el mejor chico que he conocido nunca. Las enfermedades son una mierda, pero tú no tienes culpa de nada.-le susurré cerca de su oído.
Levantó la cabeza y por tercera vez en la noche me abrazó. No sé cuánto estuvimos así, si segundos, minutos u horas, pero valió la pena escuchar su respiración en mi cuello y sentir los latidos de su corazón.
-Gracias, Beth. Desde la enfermedad de mi madre nadie me había hecho sonreír como tú.

***

La luz del Sol me despertó. Unos brazos rodeaban mi cintura. Me levanté un poco y vi la cara de Dan apoyada en la almohada. Su cara estaba relajada, parecía un ángel, en paz. Poco a poco fue abriendo los ojos y cuando me vio observándole me sonrió tristemente.
-Parece que nos hemos dormido.
-¿Qué...?-entonces caí en la cuenta. Era jueves. Busqué por su habitación un reloj. Marcaba las 11am. Fabuloso.-Mierda.-me tumbé otra vez en la cama y me empecé a reir de nada en concreto. Daniel me miró exgrañado, pero poco a poco empezó a reirse más y más hasta que acabamos los dos llorando de risa en la cama. De repente se puso serio.
-¿Beth?
-¿Sí?-dije secándome las lágrimas.
-¿Me... me acompañarías al hospital a ver a mi madre?-le miré seria
-Claro que sí.
Nos levantamos y le envié un WhatsApp a Chris para que no se preocupase. Pasé al baño para lavarme la cara. Parecía un zombie. Bajé las escaleras y Daniel ya me esperaba en la puerta con las llaves del coche.

-¿Y tu padre dónde está?-pregunté para romper el silencio que se había creado en el coche.
-Anoche estuvo toda la noche con mi madre en el hospital. Entre semana trabaja todo el día para poder pagar los tratamientos de mi madre. Por cierto Beth... siento haberte molestado anoche y hacerte faltar hoy a clase, pero... no sabía a quien más llamar.
-No es ningún problema.-le miré tiernamente.-Sabes que estoy ahí para tí siempre, ¿verdad?
Pude ver como sonreía a la carretera. Me cogió de la mano y no la soltó hasta que llegamos al hospital.

No pude contener las lágrimas cuando vi a Dan y a su padre abrazarse.
-Papá, esta es Annabeth, una amiga.
Me tendió la mano.
-Gracias por acompañar a mi hijo. De verdad.-le sonreí.
-Es lo mínimo que puedo hacer.
Nos sentamos en unos asientos pegados a una de las paredes del pasillo en el que nos encontrábamos, esperando a que una enfermera nos dejase pasar a ver a la madre de Dan.

Un cuarto de hora más tarde una de ellas se nos acercó:
-Ya pueden pasar.
Y así lo hicimos.
Estaba tumbada en la camilla con dos tubos en la nariz proporcionándole oxígeno.
-Está en coma.-me susurró Daniel.-Háblala. Ayuda.
Asentí y me acerqué a ella con una sensación oprimiéndome el pecho.
-Hola...
-Stefanie
-Stefanie. Soy Annabeth, una amiga de su hijo. Debe estar orgullosa. Ha criado algo maravilloso.-miré a Daniel que me miraba con lágrimas en los ojos.-Su marido también está aquí. Por desgracia no le he conocido nada más que hoy, pero sus ojos dicen que la quiere con locura.-una lágrima cayó por mi mejilla.-Despierte, luche por ello, ellos estarán aquí cuando lo haga.
Dan se acercó a mí y me pasó el brazo por los hombros dándome un apretón cariñoso. Su padre me dió la mano.

***

Llegué a casa acongojada. Había sido un día muy intenso. Estuve con Dan y su padre durante todo el día en el hospital, no quería dejarlos solos. Cuando volví a casa Christina me bombardeó a preguntas. Le conté todo lo ocurrido y la hice prometer no contar nada. Para cambiar de tema le pregunté qué tal el día y me contó que había encontrado una academia donde dar clases de baile. Yo canto, ella baila, somos como un pack. El timbre nos sacó de nuestra conversación. Me levanté para abrir la puerta y apareció un mensajero con un ramo precioso de rosas rojas y blancas. Era para mí. Lo cogí sorprendida y leí la nota que llevaba:

Para la amiga más impresionante del mundo. Te quiero. -Daniel.

Y fue en ese momento cuando me di cuenta de que Daniel había aparecido en mi vida para quedarse.

POBRE DANIEL JO ;( ¿OS ESTÁ GUSTANDO LA HISTORIA? :)

And Their Eyes Met.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora