Capítulo 39.

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El verano es una de esas partes del año que deseas que no termine. Vacaciones, tranquilidad, nada que te impida levantar tu culo del sofá... Yo desearía que no acabase nunca si no fuera por el calor. ¡Bendito calor! Lo odiaba con toda mi alma. Salir de una ducha refrescante y volver a sudar en menos que canta un gallo. Horrible. Y todavía lo es más cuando tu empalagoso novio no hace más que abrazarte en el sofá de tu salón.

-¡Suéltame!-dije removiéndome en sus brazos, pero su fuerza era mayor que la mía.

-No quiero-respondió mientras hundía su cara en el hueco de mi cuello y mi hombro.

-Aprenderé defensa personal. No lucharé mucho más con tus brazos y me reiré al verte tanto en el suelo. Dos por uno.

-¿De verdad crees que podrías conmigo? Si eres una canija-dijo mientras pellizcaba una de mis mejillas.

-No subestimes a las bajitas-dije pasando mis brazos por detrás de su cuello y dejando un suave beso sobre la punta de su nariz-. Ahora, ¿me sueltas?

-¿De verdad...-empezó besando desde mi hombro hasta mi clavícula-quieres...-subió por mi cuello haciendo que un escalofría subiera por mi columna vertebral-que te suelte?-y acabó besando mis labios.

Continué el beso como si el calor ya no importase. Estar de esa manera con Dan era como ir a otra dimensión. No había palabras para explicar la sensación que experimentaba con solo el roce de los dedos de Daniel sobre los míos. Y me alegro de que no pueda explicarlo, así me guardo una parte de él para mí sola.

-Dime que vendrás a la fiesta-dijo Daniel cuando nos separamos.

-No sé... que pereza.

-Anda, porfaaaa-dijo alargando la 'a' mientras ponía cara de cachorro abandonado.

-Me lo pensaré. Voy a ir al super de aquí al lado a por un refresco. ¿Quieres algo?

-A ti. Con nata-dijo poniendo cara de pervertido.

-¡Guarro!



Seguramente no sea la única que dice que va a comprar solo un refresco y acaba con dos bolsas llenas de snaks. Así es la vida. Saqué como pude las llaves de mi bolsillo para entrar en casa. Cuando abrí la puerta todo estaba tan oscuro que casi me como el perchero de la entrada.

-¿Dan?-pregunté sin recibir respuesta.

Dejé las bolsas en medio de la entrada y fui hacia el salón. No veía a Dan por ninguna parte. Lo que sí veía eran dos velas encendidas colocadas sobre la mesa del salón, con una caja entre ellas. Me acerqué curiosa y abrí la caja. Dentro había un bikini negro precioso. Debajo de él, una pequeña nota.

"Ven a la fiesta, póntelo y podrás apreciar mi verdadera belleza"

-¡Daniel!-grité sabiendo que todo esto había sido plan suyo-¿De qué belleza hablas? Porque querido, yo no veo...

-Esta-dijo Daniel apareciendo en lo alto de la escalera que conducía a mi habitación.

Llevaba puesto un bañador rojo que dejaba a la vista su hermoso, precioso, perfecto, aluciflipante, maravitupendo... cuerpo. Se había mojado el pelo y pequeñas gotitas de agua caían desde su rostro hasta su bañador.

-Como me mojes la moqueta, verás-advertí.

-Como que te estás preocupando tu mucho de la moqueta al verme así-dijo bajando las escaleras mientras se tocaba el pelo imitando a un modelo.

-La verdad es que mi moqueta es muy bella. Si yendo a la fiesta puedo verla aún más bonita...

-¿Entonces vienes?

And Their Eyes Met.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora