"¡Esto es un infierno!"

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Pov Esperanza

El tiempo parecía no querer detenerse y pasaba de la manera más rápida que alguien pudiera imaginarse, sin piedad. Habian pasado 7 meses de lo sucedido y mi corazón cada día parecía debilitarse más, no lo aguantaba.

Cada día que pasaba miraba una única foto de mi familia, una única foto que era la que más amaba con el alma, la foto más tierna y pura.
Extrañaba su sonrisa, sus ojos, sus besos, sus caricias, sus tonos de enojado que acababan con un "te amo" o un "mi amor", extrañaba cada parte de sus facciones, su voz, acostarme con el y sentir su brazo rodearme, sentirme protegida.
Extrañaba que me miraba tan profundamente que sin decir ninguna palabra me explicaba todo lo que sentía, extrañaba su aroma, todo de el.
Y que dura que es la vida, como todo cambia en cuestión de segundos y como una decisión, una palabra o una acción te llevan a cambiar por completo todo. Pensar que si no fuese por ese beso que Pablo me robo, si no fuese porque Tomás lo vio, hoy estaríamos todos juntos celebrando el cumpleaños de mi hija, porque si, hoy cumplía su primer año.
El día que subí a aquel avión y todo comenzó ella cumplía 5 meses, y los mismos pasaron hasta completar los 12 meses en lo que ella ya tenía un año de vida.

Mi sol, mi ángel. ¿Como estará ella? No lo se. Pero quiero creer que bien, confió en que su padre la esta cuidando como me prometió aquel día del parto, que siempre nos cuidaría como el tesoro más importante.
7 meses sin escuchar su llanto, su risa, ni mirarla a los ojos, ni sentir su pureza y su ternura, mi corazón estallaba en mil pedazos.

Aquel día que me sentía tan mal como si algo malo fuera a pasarle a Tomás o a mi hija, ese día fue el peor. Cai en coma 2 meses, y en esos dos meses y aún estando en coma, sentí como si estuviera viviendo y sintiendo exactamente como si estuviera despierta y totalmente lúcida.
Lástima que todo lo que había "vivido" estando en coma eran cosas horribles, cosas de ouro dolor y sufrimiento, cosas que prefiero olvidar y no recordar pero me atormentan todos los días sin encontrarle respuesta a tal cosa.

Soñar que me rescataban de aquel lugar que parecía estar convirtiéndose en un laberinto sin salida, o a lo mejor, lo era. Creer que salía de aquel lugar para por fin reencontrarme con mi familia. Con mi hija y con mi esposo, pero nada era así. Emma caía con la dura noticia de que mi esposo había muerto, de que lo habían matado. Lo peor era que yo sabía quien era la persona que lo mató, pero no podía verle la cara, no podía reconocerlo.
Todo era muy duro, quería salir de ese estado, quería dejar de vivir o soñar lo que estaba viviendo en coma pero no podía, y era desesperante.

Sufrir y llorar internamente porque mis ojos estaban cerrados, sentir esa opresión en el pecho y esa angustia penetrante en todo mi cuerpo y no poder hacer nada, pasaban días y días y todo parecía empeorar, yo parecía estar cada vez más metida dentro de ese estado de coma del que no podía salir.
Estuve dos meses aguantando la carga de aquella angustia y aquel llanto ahogado que no podía salir de mi, vivir con esa conciencia de que jamás volvería a ver a Tomás, y que mi hija ya no tenía padre, eso era lo peor. Saber que la persona que amaba ya no me besaría más, ni me abrazaría, ni nada de lo que antes hacia, esa idea me destruia. Pero tenía que ser fuerte por mi hija, por lo más lindo que Tomás me había dejado y así fue como de un día para el otro desperté, y luego de eso no recuerdo más nada.

Por suerte había despertado y aunque aún seguía en ese lugar sin salida, no todo estaba perdido. Por lo menos, mi esposo, la persona que amaba, estaba viva o al menos eso pensaba y quería creer yo. Tenía la certeza de que estaría cuidando a mi hija como lo haría siempre, el no la dejaría sola.

Pov Tomás

7 meses. Ese número era mi desgracia y cada día y mes que pasaba se hacian más y más duro todo.
La extrañaba, extrañaba todo de ella, la anhelaba como jamás había anhelado algo, la quería de vuelta conmigo. Parecía un chico que cuando se encapricha con un auto de juguete lo quiere en sus manos en ese misno instante y no quiero soltarlo nunca más, así parecía yo.
Hoy festejaba el cumpleaños de mi hija, su primer año de vida, y mi esposa y su madre no estaría junto a nosotros.

Un amor casi imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora