xix. marido y mujer

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FRAGMENTOS,
capitulo diecinueve: marido y mujer!


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Dos semanas después.

          EL RESCATE DE LA CÁRCEL DE MÁXIMA SEGURIDAD HABÍA RESULTADO SER UN ÉXITO. Sam, Wanda, Clint, Scott y los hermanos Belkova escaparon de manera segura de la prisión. Irina, ese día, observó que sus amigos bajaban sanos y salvos del quinjet, siendo seguidos por Steve. Irina y Bucky salieron para recibirlos. La rubia abrazó con fuerza a la castaña, hundiéndose en su cuello – sabiendo que ella se había entregado. Al separarse, Irina le sonrió y le hizo una seña con la cabeza para que se acercara a Bucky. Scott también se acercó e Irina se alegraba muchísimo de verlo con vida.

          —Es bueno verte, Irina—murmuró Scott abrazándola con fuerza y se separó de ella—. Hank y Hope estarán muy felices de saber que estás bien.

          Irina asintió—En realidad, es una pena que ellos no estén en la boda.

          Scott pareció sorprenderse, pero luego sonrió—Lo sé, pero yo se las contaré.

          Lang se alejó de ella e Irina se encontró con Clint Barton. Irina sentía que ya ni podía verlo a la cara; después de lo ocurrido a su hija postiza: Erika, Irina ya no sabía como hablar. Clint se acercó a ella y la rubia le tendió la mano. Barton se la agarró y tiró de ella para abrazarla. Irina no tardó en largarse a llorar, Clint – por su parte – dejó caer una lágrima silenciosa por su mejilla.

          —Perdóname...Debí...debí haberla protegido—sollozó Irina.

          —Yo también debía protegerla—murmuró Clint—. Pero fue su decisión. Erika eligió ese destino.

          Irina lo miró—¿Acaso estás renunciando a ella?¿Después de...?

          —Morgan—Clint le interrumpió, separándose un poco—. Era el momento perfecto para dejarla ir. Tatiana la dejó en un lugar seguro y confío en que ella puede cuidar su espalda sin que Nat o yo estemos cerca—Irina miró hacia abajo—. Me alegra verte a salvo.

          Sintió que él se alejaba, pero ella no levantó la mirada. Sintió pasos delante de ella y la rubia levantó la mirada, encontrándose con orbes azules que miraban sus ojos verdes. Ella los reconoció perfectamente: era el mismísimo Steve Rogers. Él le sonrió con ternura y no dudó en abrazarla, trayendo su calor corporal al suyo. Irina lo abrazó, sintiéndose aliviada por verlo con vida. Ella sonrió abiertamente, soltando lágrimas de alegría.

          —Estoy bien. Estoy aquí—murmuró él—. Te amo, livvy.

          Irina Morgan recordaba aquellas palabras con tal nitidez. Nunca las olvidaría. En realidad, tampoco olvidaría las palabras que se dirían hoy, el día que ella vestía de blanco – el día en el que ella se entregaría por completo a Steve Rogers (y que él se entregaría a ella). La rubia no podía sentirse más emocionada – y cabe decir, nerviosa – ante los festejos.

AFTERLIFE ━━ Steve Rogers ² ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora