Capítulo XI

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Frank aparcó su coche delante de la casa de Guillermo, la que antes había sido la casa de Samuel también.
Frank miró a Samuel, estaba un poco nervioso, impaciente. Realmente no quería que Samuel entrara. No podía permitírselo, pero no podía negárselo para siempre. Aveces afrontar la realidad es la única salida.
—¿Quieres acompañarme? —le preguntó Samuel.
Frank negó con la cabeza.
—Bien. Tomaré un taxi a tu casa cuando haya acabado de hablar con Guillermo.
Iba a regresar a mi casa, pensó Frank. Eso era una buena señal.
Samuel bajó del coche. Fue entonces cuando al ver la casa, una oleada de recuerdos lo asaltó. Cuantas cosas habían pasado en aquella casa... cuantas cosas aún recordaba y cuántas cosas se le habían olvidado y, producto del coma. Recordó que la primera vez que le dijo a Guillermo que lo amaba. La primera vez que lo conoció y cuando los dos, decididos de dejar Madrid se irían a un lugar más tranquilo. Fue entonces cuando los dos decidieron mudarse a Castle Rock, municipio de Barcelona. Al principio fue duro, pero fuero haciendo amigos poco a poco. Rubén, Mangel, Frank, Luzu y Lana.
Guillermo realmente amaba a Samuel. Realmente lo había hecho, hacia un tiempo atrás.
Pero ahora...
Ahora las cosas estaban por cambiar.
Y Samuel lo descubrió justo casi al instante en que tocó el timbre de la casa que antes hubiera tenido que entrar sin tocar.
—Ahí va —dijo alguien desde adentro.
Samuel sintió que un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. Era hora. Lo iba a ver después de mucho tiempo. Su Guille, que ya no era más su Guille.
Guillermo fue quien abrió la puerta, los dos quedaron igual de perplejos al verse. Guillermo no lo había visto en cinco años, aunque Samuel tampoco lo había visto en ese tiempo, no era lo mismo. No era lo mismo ver a la persona que amas dormir a que la que persona que duerme se despierte para el habrán pasado quizás unos minutos, pues es la sensación que produce el sueño.
Guillermo se abalanzó a Samuel, le quería dar un fuerte abrazo, pero en cambio, Samuel se hizo para atrás. No quería tocarlo. No aún.
—Hola —dijo finalmente Samuel.
—Hola —dijo Guillermo, luego sus mejillas se pusieron rojas—. ¿Qué tal te va?
Que pregunta más estúpida,Guillermo, ¿como crees que me va? Quiso decirle Samuel, en cambio, contestó con un:
—Pues muy bien. He conseguido trabajo de policía.
—¡Es genial! !e he enterado de eso hace poco, por eso fui a la comisaría... a ver si era cierto que tú... después de tanto tiempo...
Los dos volvieron a mirarse fijamente. Guillermo ni siquiera se había dado cuenta de que lo tenía aún en el umbral de la puerta.
—Oh, lo siento —se disculpó—. Pasa, estás en tu casa.
¿No era eso lo que quería escuchar, después de todo?
Samuel entró. La casa estaba un poco más cambiada desde que él ya no había estado. Antes estaba pintada de un verde muy bonito que a Samuel le gustaba, ahora estaba pintada de un azul rey. Había cambiado la vieja sala por una nueva, una más sofisticada y extravagante. Y las fotos... vio varias de Guillermo pero, ¿dónde estaban las de él? ¿Y quién era ese chico que aparecía casi en todas las fotos de Guillermo?
Samuel no tardó en descubrirlo.
—La casa está cambiada —dijo Samuel. No sabía de qué hablar.
—Sí? Hice unas remodelaciones y tiré todo lo que ya no servía —dijo Guillermo, luego soltó una sonrisita boba.
Se oyeron golpes de sartén en la cocina. Samuel intentó ver, pero no consiguió ver nada. Antes podría haberlo hecho, pero haría Guillermo había construido una pared en lo que antes era la barra. Más ruidos de trastes. Guillermo empezó a sudar, pero no se dio cuenta.
—¿Y tú? Dime, ¿en dónde estás? ¿con Frank?
Samuel asintió.
—Me he quedado con él desde que he salido desde el hospital. Llevo casi tres meses con él.
—¿Qué? ¿Tres meses? Creí que habías despertado hace unos días... ¿por qué nadie...?
Se calló. Sabía la respuesta de esa pregunta. Fue entonces cuando los trastes dejaron de sonar una voz que Samuel no había escuchado nunca en su vida llamó a Guillermo desde la cocina.
—Guille, cariño, ¿en dónde están las jarras?
El chico salió por detrás de la pared. Un chico alto, un poco guapo y muy bien conservado. Guillermo se levantó de prisa. El chico miró a Samuel y luego miró a Guillermo.
—Samuel, él es Daniel Flagg.
—Mucho gusto, Daniel, soy Samuel de Luque —y le estrechó la mano.
Samuel pensó que una visión vendría, y que iba a marearse y Guillermo iba a tener que pasar al hospital. Pero no sucedió ninguna de las dos cosas. Ni visión ni mareo.
Entonces las palabras que pronunció Guillermo rompieron el corazón de Samuel.
—Él es mi prometido.
Samuel no hizo ademán de sentirse triste. Ni siquiera le salió una lágrima por lo que Guillermo acababa de decir. En cambio, le dedicó una de sus mejores falsas sonrisas. Porque por dentro estaba hecho polvo.
—Eso es estupendo, Guillermo. Me alegra mucho —le mintió.
Platicaron, los tres, Samuel, Guillermo y Daniel durante un largo tiempo? Hablaronnde muchas cosas: como se sentía Samuel (al principio, bien, luego, hecho añicos), como Guillermo conoció a Daniel (una tortura para Samuel escuchar ese relato), como Samuel atrapó a Johan Dodd (con magia, supuso) y muchas cosas más.
Estuvo casi una hora con ellos, luego se despidió. Tenía que irse a la casa de Frank para cenar. Samuel no tocó en ningún momento a Guillermo.
—Me gustaría que nos viéramos más a menudo —le dijo Guillermo. Ya estaban afuera—. Tú sabes, ser amigos.
Samuel sólo le asintió. Le dijo adiós y se subió al taxi. Donde las lágrimas no tardaron en aparecer.
Lloró casi todo el camino. No se esperaba eso. ¿Esperaba que Guillermo lo recibiera con los brazos abiertos? Tal vez. Pero no algo así. Ese no era su Guille.
Pero tenía que superarlo.
Llegó a su destino, le pagó al taxista y allí abandonó esa historia para siempre.

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u.u Pobre Samuel:'(
¿Qué sucederá en el próximo cap? ¿Por qué Samuel no tuvo una visión de Daniel? e.e
Pero cierto, Daniel Flagg es protagonizado por Dylan O'Brien. ❤👻

La zona muerta  «Wigetta»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora