Las cosas de la vida. | Jürgen Damm.

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El pinche Pollo ya llevaba media hora de retraso y yo estaba como estúpido esperándolo en un Starbucks en el centro comercial; terminé mi bebida y tiré el vaso al bote de basura con fuerza tanto que rebotó y golpeó a una empleada.

-Lo siento -me apresuré a disculparme, ella se agachó a recoger el vaso y lo tiró al bote. -en serio perdón, no pensé que fuese a rebotar.
-No se preocupe, está bien -elevó un poco su rostro y la vi.

Tenía unas ojeras que casi le llegaban a las mejillas, pero sus ojos seguían siendo preciosos y verdes; ella era morena y su cabello castaño pero sabía que tenía algo especial.

-Lo siento, de verdad -reaccioné, me había quedado idiotizado.
-Lo siento, Damm, de verdad pero Alethia me... -la voz del Pollo me sacó de mis pensamientos.
-No te preocupes, -le dije al Pollo y volteé con la chica. -perdón y bueno, adiós.

En todo el día no pude sacármela de la cabeza, sus ojos eran preciosos además de sus labios tan gruesos, me pasé pensando si serían tan suaves como se ven, apostaría a que si.

-¿Estás escuchando? -preguntó Espi.
-¿Qué? -hice una cara de enfado, de verdad ellos me estresaban un poco, pero un poco más cuando hablaban todo el tiempo de Andy y Alethia, ahí si eran insoportables.
-Estábamos diciendo... -lo interrumpí.
-Olvídalo, estoy muriendo de sueño, nos vemos mañana -me levanté del sillón y tomé las llaves de mi coche.

Estaba conduciendo para cruzar la ciudad, Espiricueta vive en un departamento en una buena zona, y yo vivo en un residencial del otro lado. Pasé a un OXXO a comprar una botella de agua pues estaba muriendo de sed y había olvidado pedirle a Jonathan. Ahí estaba ella de nuevo, debo estar imaginándola.

-Buenas noches, ¿sería todo? -preguntó ella sin verme.
-Si, es todo -respondí y ella elevó su vista.
-Son catorce pesos -pagué con un billete de $200.
-Quédate el cambio, por lo de la mañana -

En su rostro se veía una expresión extraña, se debatía internamente algo.

-Muchas gracias -soltó con un suspiro.
-De nada, bueno adiós -salí del establecimiento.

"¿A qué hora terminan los turnos en los OXXO?" Le envié a Briseño.
"¿Para qué necesitas saber eso?" Respondió Pollo.
"Nada más, tengo curiosidad"
"Pues deja de ser tan 'curioso' y vete a dormir" respondió.

Decidí hacerle caso e irme a mi casa, tal vez se me quitaran esas ideas tan estúpidas, ¿cómo me vería yo, Jürgen Danm, con una chica de un OXXO? Algo casi imposible.

Cada día volví al Starbucks y la veía siempre, unos días en caja, otros preparando bebidas y otros limpiando el establecimiento.

-Déjale tu numero, un buen revolcón si se merece -me susurró Pollo.
-¿Cómo crees que yo voy a acostarme con alguien de un café? -negué con mi cabeza.
-Pues las modelos no te gustan, las actrices son unas zorras y las cantantes están peor -se encogió de hombros. -no sé si quieras que la princesa de España venga y te pida una cita.
-No mames, Pollo, la princesa de España tiene como seis años -
-¿En serio? Si tuviera diecisiete ¿esperarías que viniera por una cita? -se dio un golpe en la frente. -es mal, mi amigo, muy mal.
-Cállate -si algo me caracterizaba era mi malhumor, todo me molestaba y con poca gente me llevaba bien y varios de esos amigos los había dejado en Pachuca.
-Déjale tu numero, no pierdes nada -insistió.
-Que no, Pollo, ya vámonos que vamos a llegar tarde a la concentración -me puse de pie y salí del local.

Esperé por mi amigo y tardó unos minutos, yo me hice tonto en mi teléfono.

-Ya, vamos -llegó el Pollo a mi lado.
-Hasta que -

El amor en tiempo de fútbol. |One Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora