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Dejo las llaves del auto en el colgador que estaba al lado de la puerta, la cierro la con seguro y cuelgo mi cartera en el perchero junto a mi abrigo.
Cuando mi mente empezó a divagar sobre la ducha caliente que me iba a dar luego de un día largo, la presencia de alguien me detuvo mi huida hacia las escaleras. Mi padre estaba recostado en el sillón de la sala, su mano estaba colgando tocando el suelo, y en su pecho yacía una botella de whisky vacía, obviamente. Negué con mi cabeza rendida. Me lo esperaba y no me sorprendía, últimamente de esa manera me recibía.
Cuando Mark, mi padre, se enteró que mi madre estaba enferma se hundió en su depresión y empezó a tomar, como si eso fuese a salvar a mi madre o a traerla de nuevo cuando ella muriera.
Me negué que mi conciencia se adueñara de mis pensamientos e ignoré el hecho de que mi padre estuviera teniendo un coma alcohólico. Giré mi cuerpo en dirección hacia las escaleras, pero el ruido de un vidrio roto hizo que me detuviera. Cerré mis ojos fuertemente maldiciendo el momento en que me sintió llegar.
-Hola-murmuro cautelosamente.- ¿Cómo estás? -pregunté mordiendo mi labio nerviosa. Él se dio cuenta de mi forma de actuar y maldecí por mis adentros. Nadie sabía sobre la situación de mi madre, exceptuando a mi padre y a mi hermano que estaba desaparecido hace más de tres años. Pero esa es otra historia.
Mi padre sabía que a pesar de las prohibiciones que tenía de ir a visitar a mi madre al hospital y hacerme cargo de ella, yo iba a ir. Porque es algo inevitable. Él me conocía como la palma de su mano y cuando mi cuerpo me delataba, él se daba cuenta.
Y eso lo usaba en mi contra amando mis reacciones de molestias.
-¿Quieres que te repita las normas de esta casa, Olivia?-escupió.-Te ordené que no fueras a verla y que no te hicieras cargo de ella y tú vas y me desobedeces. Ya no sé qué hacer contigo. - su tono de voz demostraba que estaba borracho y me ordené a mí misma a ignorar esos comentarios. Que él solamente estaba borracho y que no era así.
Pero sus palabras dolían, eran como una estaca al corazón.
Ignoré su presencia e hice omiso hacia las escaleras para encerrarme en mi habitación con seguro y darme una larga ducha mientras las gotas de esta ahogaban mis sollozos y mis lágrimas se camuflaban con el agua cayendo.
Así era más fácil. De esa manera me sentía segura, aunque nadie estuviera en la casa, era mi modo de sentirme segura y la única forma de desahogarme. No tenía a nadie, solamente a mi madre que le quedaban pocas esperanzas.
Así era mi vida. Solo esperaba que alguien viniera y me dijera que todo estaría bien, que encontrarían una forma de salvar a la única persona que más amaba en este planeta. Pero eso no iba a suceder, por supuesto que no. Esto era la vida real no un maldito libro en donde la escritora hacía sufrir al personaje principal y por arte de magia le pone un caballero en un corcel con una bonita sonrisa.
Ojalá eso sucediera en mi vida. Pero lo único que me quedaba, es llorar en la ducha mientras opaca mis gritos internos y las ganas de infiltrarme en el hospital y dormir con la compañía de mi madre.
Me enojé. Realmente me enojé con mi padre. Es decir, no tiene ningún derecho a decirme si tengo o puedo visitar a mi madre en el hospital. De alguna manera él se enteró sobre la enfermedad de mi madre, cosa que yo ya sabía y siempre me culpó con el motivo que lo que le está pasando a ella, es culpa mía.
-No te vayas, Hoult. No te dije que te fueras, tú siempre tuviste la culpa sobre la enfermedad de tu madre, mi esposa. Maldigo el momento en que te puse ese apellido, tu madre...-su voz se detuvo de repente mirándome alarmado por sus repentinas palabras.
Está borracho.
Está borracho.
Me repetí un millón de veces en mi mente para no decir algo que después pudiera lamentarme.
Todavía mantenía la esperanza que él decidiera dejar esa obsesión con el alcohol y dejar de culpar al mundo por los problemas de la vida. Es decir, nadie tenía la culpa sobre la enfermedad de mi madre. Ni yo, ni él, ni ella misma.
-Creo que te lo he dicho miles de veces, padre. Pero te lo repetiré una vez más.-suspiré acomodando mi cabello y mirando de reojo las escaleras. Quería largarme de aquí.-No vas a poder evitar que yo la visite y me haga cargo de ella. Lucha todo lo que quieras, pero esta vez, no podrás ganar esta batalla. Buenas noches.
Con una larga respiración, camino hacia las escaleras dejando a mi padre atrás con su botella de wiski rota.
Un buen baño estaría bien en estos momentos.
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-Buenas tardes ¿Que desea ordenar? -le digo a un chico joven que está sentado al lado de la ventana que me encantaba. Esta mañana había empezado a llover, luego del frío de anoche.
El chico gira su cabeza y me sorprendo demasiado al reconocer esos ojos color café.
Era él.
-Buenos días, señorita.-asiente con su cabeza dejando el periódico sobre la mesa suavemente.-Quiero un capuchino con dos medialunas. Y si es posible con ninguna toalla. Gracias.-sonríe de lado dejándome enmudecida.
Asiento cohibida anotando su pedido en mi libreta. Me quedo quieta en mi lugar esperando algo más, pero solamente se digna a hacer un movimiento con su mano susurrando "shu, shu". Me dirigí hacia la cocina dejando atrás al muchacho más raro que había visto en mi vida.
-Hoy parece de buen humor, es un chico extraño.-comenta de repente Mary mientras hace toda la preparación del capuchino. Levanto la cabeza al escucharla dejando el plato de medialunas en la bandeja.
-¿Por qué lo dices? -pregunto extraña por su repentino comentario.
-Es un simple comentario, Olivia. Cuando te fuiste ayer, estuvo más de media hora mirando fijamente la puerta. Parece un chico amable pero hay algo que no me cuadra.
Observo sobre mi hombro al muchacho que está observando la ventana y las gotas caer. Tenía su teléfono en la mesa, pero se notaba a ciertas lenguas que estaba intentando ignorar los mensajes, ya que este brillaba a cada momento.
-Solamente es un comentario, Oliva.-sonreí de costado extraña por sus actitudes. La chica colocó el café en la bandeja de metal con algunas Galletas y medialunas.
-Solamente pensaba que estaría pensando en estos momentos y porque ese misterio que tiene en sus ojos.-reflexioné en voz alta. Negué con mi cabeza alejando mis pensamientos de mi cabeza.-Voy a llevar esto antes que señor gruñón empiece a reclamar.
Giro mi cuerpo con la bandeja sobre mis manos. Sonreí de modo de cortesía y coloqué la azucarera en la mesa junto con el plato de vidrio. Suspiré nerviosa por la cercanía que teníamos, agarrando la taza de café.
Mis manos temblaban haciendo que el plato junto con la taza empiecen a bailar y, en el momento que él abrió su boca, algo se resbaló de mis manos. Y en vez de quejarse sobre mi pulso o lo tan lenta que era para servir una taza de café, maldiciones salieron.
Cerré mis ojos fuertemente al sentir la taza caer al suelo y al ver la gran mancha que brillaba en la camisa del chico.
Y ni hablar sobre sus pantalones.
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Besos sabor café [#1]✔
Romance* * * * La vida de Olivia empieza a derrumbarse cuando a su madre le diagnostican cáncer, desde ese día, su padre empieza a refugiarse en el mundo del alcohol y su hermano, que estuvo en Inglaterra por tres años sin dar alguna noticia, regresa para...