Capítulo 27

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Había olvidado lo bien que se sentía usar un vestido corto...de esos que usas cuando sales pero de una forma casual. De esos que sabes que tienen un propósito. Hacerte linda.

La primera vez que use uno fue cuando cumplí tres meses con Dylan, aquella vez estaba en casa pensando en que no lo vería, recién le habían estado haciendo propuestas muy buenas de trabajo y yo me quedaba en casa esperando sus llamadas... aunque a ratos salía al estudio de mi madre para componer canciones, escuchar su música hacia que me diera un poco de inspiración para algo nuevo.

Yo no entendía muy bien la música, pero lo poco que sabía de ella era increíble. Era como un mundo nuevo en el que no comprendía su función pero si su realidad.

Mi hermano llamo a mi habitación y me dio una carta... en ella tenía un mensaje, uno de esos que me mataban cada que los leía... así siempre fue con Dylan. A pesar de que sabía que algo bueno tenían sus cartas, que nos veríamos, que esperaba algo... siempre mi corazón latía de una forma que no podía controlar.

"Te espero en los columpios.

8 pm. No faltes"

Era obvio que no podía faltar... ¡Era Dylan! ¡El chico! ¡Mi novio!... no podía decirle que no, recuerdo haber tenido puestos unos shorts y una playera de mi hermano, me veía terrible y al recibir la nota decidí ver que tenia de decente en mi closet, pero nada me convencía. Mi madre se dio cuenta de mi tragedia y me llevo a su habitación, aquella sagrada habitación que siempre tenía llave y me llevo justo a su closet, donde saco un vestido con talle blanco y suave y una falda azul marino, era precioso, nada que hubiera visto antes. Y estaba nuevo.

Me dijo que pensaba dármelo en mi cumpleaños, pero que porque no ahora... ahora que era tiempo de usar cosas lindas. Y me lo puse, con un dije pequeño color rojo, era un pequeño pájaro... un hermoso dije que deje en casa.

Llegue a la cita a la hora acordada y me topé con el más guapo chico que hubiera visto, Dylan tenia puesto casi-casi un traje, salvo que no tenía ni corbata ni saco, tenía una camisa azul que me impacto. Su cabello castaño estaba muy bien peinado y unos ojos verdes no dejaban de mirarme con un brillo particular. Un brillo que solo había visto en ocasiones especiales.

Sin pensármelo dos veces me abalance sobre él y lo bese, el me recibió con orgullo y me elevo por el viento, dándome vueltas. Me mantuvo entre sus brazos un rato más antes de decirme.

-Cariño, la cena está servida.

Le di un codazo por decirme "cariño" no me gustaba que lo dijera, pero cuando vi en qué consistía su cena no pude más que contestarle.

-Cariño, eres el mejor novio del mundo.

El me tapo la boca y luego quito su mano de ella para poder besarme, fue tierno y al mismo tiempo fue controlador. Sus manos acariciaron mis mejillas y mis cabellos sueltos. Esos que no estaban dentro del moño.

Nos separamos un momento y me dijo

-Por favor, debes comer lo que aprendí a cocinar para ti.

Había una especie de picnic iluminado por luces de navidad... en la manta había dos platos, él había preparado lasaña y había llevado jugo de uva. Sin olvidar pastel de chocolate... que según él me dijo, el mismo preparo. Aunque realmente jamás le creí, sabia de sobra que la repostería no era su fuerte y que nunca lo seria.

Cuando terminamos de cenar, nos tumbamos en la manta abrazados y miramos el hermoso cielo de noviembre, era la cosa más perfecta que hubiera visto, amaba noviembre como ningún otro mes... tenía algo ese mes que me hechizaba por completo. Para siempre serian especiales las noches de noviembre, algo me decía que pasaba algo... tal vez sea por las canciones que hablan de ese mes.

Recuérdame, una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora