43. Es Nuestro Pequeño...

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Cómo cada día, lleve a Briana al cole, hice mi trabajo... Bla, bla, bla. Recogí a Manuel del bar... En coche... Llegar a casa... Briana come y duerme...

-Cariño, creo que hay algo que se te olvida. - Me dice Manuel sonriendome.

-No se me olvida, la quería abrir cuando estuviésemos tu y yo en casa solos.

Después de decirle eso, saqué el sobre de debajo del cojin y se lo tendí a Manuel. Me lo devolvió para que lo abriese yo, pero tenia las manos demasiado sudadas. Me temblaba el cuerpo, dentro de ese sobre estaba la respuesta de una pura vez. Llevaba cinco años esperando este momento, y ahora, por fin, iba a pasar.

Me temblaba el pulso, tenia las manos sudando, me dolía la cabeza...
Ese maldito sobre iba a darme la mayor alegría... O la mayor decepción de mi vida.
Manuel me miraba impaciente, esperando a ver el contenido de ese sobre, creo que pensaba lo mismo que yo, quien sabe.
Me dolía el pecho.
No quería abrir el sobre, me daba miedo ver que el no era mi pequeño.

Taira, estás siendo una cobarde.

Pero ¿Y si lo abría y ponía negativo? No podría recuperarme de ese golpe...
Sería otro palo en mi vida.

Manuel me agarró la mano, me miró y me dedicó una sonrisa notablemente fingida. Tenia los ojos brillantes, como si estuviese a punto de llorar, pero se mantenía firme cómo una piedra.

El proceso de abrir el maldito sobre se hizo interminable, cogí el sobre suavemente, como si fuese de cristal y pudiera romperse. Lo abrí sin romperlo y saqué una hoja de su interior, la desdoblé y...

No, no leí nada, se la entregué a Manuel para que el la leyera. La sujetó con las dos manos a la altura de los ojos y empezó a leer, ignorando el mundo a su alrededor. De repente vi que la hoja se desprendió de sus manos, cayó al suelo y el se quedó quieto, en shock. Ahora si parecía una piedra de de verdad. Me miró sin expresión en el rostro y me clavó la mirada.
Lo miré dudando si su expresión era buena o mala, no lo sabia, pero me daba miedo.
Sin saber que hacer, me agaché a recoger la hoja de papel que Manuel había arrojado al suelo, pero no me dio tiempo, porque Manuel me cogió del hombro, y derramando una lágrima, me ayudó a levantarme.

Seguía sin expresión, solo había cambiado en su cara las lágrimas que estaba derramando, no entendía nada.

-Taira... - no contesté. - Es nuestro pequeño.

¿Y qué se supone que debería hacer ahora? Me abracé a Manuel fuerte mientras lloraba, juntos caímos al suelo de rodillas.

Eran las nueve de la mañana cuando desperté, había cogido el día de asuntos propios. A Briana la llevé a la casa de mi madre, para que supiera lo menos posible de todo esto. La noche anterior estuve hablando con Darry, ya faltaba menos para que esto terminara, solo faltaba que Sofía y yo declarasemos. Mientras, Darry se había llevado a Jared a algún sitio mientras que pasaba todo esto.

Se levantó Manuel y vino de nuevo a abrazarme. Era lo que más necesitaba en ese momento. Aún tenía la carta de las pruebas en la mano, creo que no soltó en toda la noche, lo escuché leerla en voz alta, como si creyera que no la había leído bien.
Se levantó de mi lado y fue al teléfono que estaba sonando.

-¿Si? Ah, dígame... ¿Mañana? Es demasiado temprano... Bueno, vale. Si, estaremos allí... Estupendo... Muchas gracias. - Colgó el teléfono.

-¿Quien era?

-Darry, que mañana es el juicio. Ha conseguido hacerlo lo más pronto posible. Hay que estar a las nueve allí para hablar con el abogado y a las 11 se celebrará el juicio.

-Pero si no tenemos nada...

-Estas pruebas son suficientes.

-¿Y Briana?

-Se quedará en casa de mis padres.

-Estupendo.

Sin Buscarte. © [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora