Capitulo 22

6.1K 464 16
                                    

SPENCER

Había pasado una semana desde nuestra despedida y, aun, no había sido capaz de escribirle. Realmente, no sabía que decirle o que tono tomar. Ahora, me encontraba en el jet. Volvía junto con el equipo de un caso en Carson City, Nevada.

Morgan se sentó justo en frente de mi y me preguntó que era lo que me ocurría.

-¿Porqué lo preguntas?

-Estas sentado, pensativo, con un bolígrafo en la mano y un folio en blanco. Intuyo que pasa algo.

-Es Victoria.

-¿Hay algún problema? ¿Le ha pasado algo?

-No, no es nada de eso. Es que le prometí que le escribiría pero no sé que escribirle.... ni como hacerlo

-No lo pienses. Escribe lo primero que te salga de la cabeza. Cuéntale tu día y cosas de tu vida. Tú mismo me contaste que con ella podías hablar de todo, que te sentías cómodo a su lado. Además tenéis gustos muy similares. Háblale como si fuera una conversación más. -Me quedé pensativo y comprendí que tenía razón.

-Gracias. -Dije con una sonrisa a lo que Morgan rio.

-Disfruta de tu amor genio. -Se puso sus cascos y comenzó a escuchar música, mientras yo comencé a escribir.


VICTORIA

Había pasado más de una semana y no tenía noticia alguna de Spencer. Comenzaba a desilusionarme cuando una mañana, después de desayunar supe que tenía correo. Avancé con prisa hasta la recepción y sonreí al tener su carta en las manos. Salí al patio, donde me senté en un banco y comencé a leer. En la carta me contaba que había volado hasta el estado de Nevada por un caso pero ya volvía a casa, mencionaba también que no había sabido muy bien que escribirme pero Morgan le ayudó. Al terminar de leerla tuve tantas ganas de abrazarle....

Por la noche, antes de dormir yo le respondí. Desde ese entonces cada día recibía una carta y cada día yo le respondía.


Spencer me aportaba un rato de felicidad a mi vida pero, no siempre estaba bien. Comencé a aceptar todo lo que había pasado en mi vida desde aquella noche y cada vez tenía menos ganas de seguir encerrada en aquel sitio. Sentía que no servía para nada todo lo que estaba haciendo. Me hacían hablar constantemente de todo lo que había pasado cuando yo lo único que quería era olvidarlo todo. Intentaba que Spencer no se enterara de esto por lo que me esforzaba en omitir todo lo que me pasaba en mis cartas, lo cual, no se si lograba ya que teniendo en cuenta que él es analista no sería raro que se diese cuenta.

En este estado pasé un mes, los doctores hacían todo lo posible para entenderme pero  realmente ni yo lo hacía.

Un día, de esos que amanecen lluviosos, una enfermera llamó a mi puerta. Al abrir me informó de que debía de ir a la sala de visitas. Aquello me extrañó muchísimo pero me vestí lo más arreglada que pude (aunque solo llevaba unos vaqueros, una camisa y unas botas). Llegué a la sala y sentí como mi corazón se paraba para luego volver a latir con más fuerza que nunca. Era él. Spencer estaba aquí. Al verme sonrió y yo corrí hacia el para abrazarle. Cuando me estrecho entre sus brazos sentí una sensación que hacía mucho que no sentía, amor.

-¡Que sorpresa, Spence! ¿Qué haces aquí? -Dije mientras no separábamos, de repente su sonrisa desapareció.

-Me ha llamado tu doctor, en tu hoja de ingreso estaba mi número como teléfono de un familiar. Me ha dicho que no estas bien y, créeme, aunque no me hubiera llamado habría venido. Notaba que no estabas bien. Habías cambiado tu forma de expresarte.

-No se te escapa una, ¿verdad? -Sonreí con ironía, no sabía como enfrentarme a esto.

-Voy a pasar todo el día contigo y quiero que me digas que te ocurre.

-¿Qué hago aquí Spencer? No he sentido ningún cambio, me hacen hablar de cosas que solo quiero olvidar, no quiero tener que volver a ver en mi cabeza la imagen de mis padres entre charcos de sangre, quiero dormir tranquila y sin miedo de que vengan a secuestrarme.

-Hey, sabías que esto no iba a ser fácil. Sabías que te iba a costar muchísimo, pero tienes que hacerlo. Me prometiste que lo superarías, que no dejarías que un enfermo mental te arruinara la vida. Vales más que todo esto. No te encierres en ti, no vas a llegar a ninguna parte.

-Es muy fácil decirlo...

-Lo sé, créeme que lo se.

-¿cómo puedes saberlo? -Soné más dura de lo que quería pero todo el mundo me decía que sabía como me sentía y no era cierto. El miedo lo había pasado yo, el dolor estaba dentro de mí.

-Me secuestraron y me torturaron.

-¡¿Qué?! -Me quedé helada al escuchar aquello.

-Lo pasé tan mal cuando estaba en aquel granero... cuando el chico que me retenía tenía sus delirios. Doble personalidad. Cuando era el mismo era una buena persona, pero, al creer que era su padre... se convertía en algo totalmente diferente. Y si eso no fuera suficiente, después tuve un problema con las pastillas.

-¿Fuiste adicto?

-Sí, eran ansiolíticos. Me calmaban la ansiedad. Me hacían sentir bien. Es por esto que no quiero que tu pases por nada de esto. Se como te sientes porque yo también me he sentido así.

No supe que hacer, y, al borde de las lágrimas, le abracé. Me apretó con fuerza a su cuerpo. Era un abrazo tan pasional.

-Lo siento, lo siento muchísimo. No quería hablarte así.

-No te preocupes, ahora solo importa que tú te levantes.

-No puedo sin ti.

-Te prometí que nunca te dejaría sola, y lo voy a cumplir.


Oscuridad (Spencer Reid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora