Capitulo 24

6.5K 482 50
                                    

SPENCER

Al salir del trabajo fuimos todos directos al restaurante donde cenaríamos con Victoria. Estaba nervioso...y feliz. Feliz porque me había llevado una agradable sorpresa al verla fuera del centro; porque se había mudado aquí y podría verla con la misma frecuencia con la que le había escrito; feliz porque simplemente se encontraba cerca de mi.
La cena fue divertida, Morgan y Victoria bromeaban sin parar, García hacia de las suyas y los demas no podiamos evitar reir. Todo era perfecto. Era un momento en el que los crímenes dejaron de existir, un momento en el que simplemente estábamos disfrutando.
Fui al baño, y al salir me encontré con Morgan.

-¿Cuando piensas besarla?

-¿Qué?

Noté como me ruboriza. Morgan tenía la habilidad de poder decirlo todo son rodeos. El sonrió, parecía disfrutar con esto.

-Haz lo que quieras, solo te digo que esa chica está loca por ti y tú por ella. Las cosas son muy sencillas.

Se marchó y justo después salí yo. Ella loca por mi, ¿sería cierto? Bueno es verdad que en más de una ocasión casi nos besamos...pero nunca pasó realmente.

Al salir del restaurante era bastante tarde así que me ofrecí a llevar a Victoria a su casa, ya que ella no tenía coche. Fue un viaje en silencio, en el cual no sabía ni que decir ni si debía de decir algo. Subí hasta su piso con ella y observé como había cajas de mudanza aun sin abrir. Realmente no sé muy bien porque subí hasta su apartamento, supongo que solo quería asegurarme de que estaba a salvo. No podría permitirme volver a perderla.

Nos estabamos despidiendo y no sabía bien que hacer, ¿debería besarla? Ella me abrazó y la estreché entre mis brazos sintiendo su calor. Su suave pelo acariciaba mi rostro, era una sensación realmente agradable. Nos separamos y me di media vuelta para marcharme. Escuché la puerta cerrarse y las palabras de Morgan resonaron en mi cabeza con fuerza.
Llegué a las escaleras, dispuesto a bajar para marcharme pero me paré en seco.

Si, Morgan tenía toda la razón. Había venido hasta aquí, lo primero que hizo al llegar fue ir a las oficinas y, lo más importante, yo estaba enamorado de ella. Cambié el rumbo y toqué en su puerta. Por primera vez, haría las cosas sin pensar. Ella abrió de momento y antes de que pudiera decir nada me acerqué a ella, tomé su rostro entre mis manos y la besé como nunca pensé besar a nadie. Sentí como la electricidad recorría todo mi cuerpo.
Ella me correspondió el beso mientras que sus manos fueron a mi espalda.
Al separarnos, no pude hacer otra cosa que hablar con rapidez.

-Se que he sido un poco brusco pero no podía más, desde el primer dia que te vi en aquella foto, cuando investigabamos tu caso he sido incapaz de dejar de pensar en ti. Quería cuidarte y no dejar que te pasara nada malo por nada del mundo. Porque si te hacen daño a ti, me lo hacen a mi. Eres parte de mi, eres la alegría que me das cuando te veo, eres el nerviosismo de esperar una carta cada mañana...eres lo que hace que la vida me resulte hermosa entre tanta oscuridad. No creí que esto sucedería nunca pero estoy enamorado. Estoy enamorado de ti, porque simplemente te amo tal y como eres. En lo bueno y en lo malo. En la luz y en la oscuridad.

VICTORIA

Era cierto, se me estaba declarando. Me amaba, y lo hacía de la misma forma en que yo lo amaba a él. Había sido mi heroe, me salvo de una muerte segura y, no contento con eso, tambien me devolvió a la vida cuando me encontraba perdida en el fondo de la oscuridad. Me habia sentido viva a su lado cuando más ganas tenía de morir.

-Es la primera vez en mi vida que no sé que decir.

-¿Me amas? -Preguntó él algo inseguro.

-Como nunca amaré a nadie. -Ambos sonreimos, le cogí de la mano y entró dentro del piso cerrando la puerta tras de sí. -Ahora solo quiero besarte.

SPENCER

Me sentía como en el mismo cielo, ambos nos amabamos. Nuestros labios no dejaban de besarse y aún no se como, pero estábamos sobre una gran cama blanca cubierta con sábanas blancas. Estaba sobre ella, besandola con pasión. Nunca me había sentido tan seguro de mi mismo como lo estaba en ese momento, parecía que aquello que contaban las novelas románticas sin cedar finalmente era cierto.
Con ella no tenía miedo, podría ser yo mismo, podría incluso atreverme con nuevas cosas sin darle importancia a nada más.

Nos fuimos quitando ropa poco a poco, hasta quedar en ropa interior. Su piel era suave como la seda y hacia imposible que pudiera quitar mis manos de ella. Nos acariciábamos con pasión mientras que los besos nos acompañaban. Estaba realmente caliente; quite su ropa interior, ella quitó la mía y completamente desnudos nos entregamos al amor. La penetraba una y otra vez, al principio con lentitud y luego con rapidez, produciendonos gemido tras gemidos. Sus uñas se clavaban en mi espalda y susurraba mi nombre con la voz presa del placer.
Sentí el orgasmo, mientras ella llegaba a él y fue una sensación demasiado buena como para poder describirla bien.
Nos quedamos tumbados en la cama y dormimos abrazados.

Jamás había sido tan feliz.

Oscuridad (Spencer Reid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora