Capitulo 3

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Llegamos a nuestro destino poco antes del mediodia, tras un breve paso por comisaria, Morgan y yo nos dirigimos al antiguo hogar de los Becquer. Era una casa grande, con un amplio jardin, y bien cuidada. Todo estaba en un perfecto orden. El interior era de una decoración moderna y las fotos de la familia abundaban en las zonas comunes, sobretodo se centraban en la vida de Victoria: sus logros académicos, su niñez y, por supuesto, el centro de los padres.

Dejé a Morgan revisando los detalles de la planta baja y subí al piso superior, en busca de su habitación. Superficialmente, pude ver que era una chica ordenada pues todo estaba en su sitio salvo una lámpara y la ropa de la cama que estaban en el suelo, seguramente fue por el forcejeo. En su escritorio había algunos libros apilados que logré identificar como La Divina Comedia de Dante y Hamlet de Shakespeare.

-Amante de los clásicos. -Anoté para mi mismo al observar también una estantería que ocupaba desde el suelo hasta el techo llena de libros, mejor dicho, de los más ilustres libros. Aunque se notaban que todos habian sido muy usados La Divina Comedia era el más dañado, era su favorito. Seguí observando la habitación, había en esa misma mesa varios marcos con fotos de los que parecían sus amigos. Eran dos chicas de su misma edad, en una foto en la que salian las tres en una piscina. En otro marco la foto se componía de ella con dos chicos y otra chica más, diferente a las anteriores, esta vez la foto era en un parque. En ambas, todos los integrantes, salian sonriendo.

Dios, ella tenía una vida bonita.

Aún no era capaz de entender como le habían podido hacer esto.

Divisé su ordenador portatil y pulse para encenderlo mientras miraba en su armario. Su ropa era realmente bonita, colores pasteles, convinados con blancos, negros y marrones. Muchos vestidos, era femenina.

Me giré para dirigir mi atención a su portatil, necesitaba una contraseña... Miré a mi alrededor y el libro de Dante resaltó entre toda la habitación. Probé con el nombre completo del autor y pude acceder a su información.

Había hecho esto muchas veces con más víctimas, pero, hoy, me sentía mal por invadir su intimidad de ese modo...

Oscuridad (Spencer Reid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora