Al salir del hospital, por la tarde, Spencer me llevó a una habitación de hotel. Me alojaría allí hasta que ingresara en la clínica. Durante los tres días siguientes, nos centramos en preparar el funeral de mis padres. Y digo nos, porque Spencer no me dejó sola ni un momento. Siempre estuvo a mi lado apoyándome.
A la víspera del funeral, viajábamos en coche, cuando entramos a mi barrio. Tenía que recoger unas cosas ya que pasaría mucho tiempo fuera y posiblemente vendería la casa. Al estar en frente de la puerta me paré en seco, no estaba segura de si podía hacerlo. Miré atrás y ahí estaba él. Se acercó a mi y me dio la mano. Entonces me llené de valor y abrí la puerta.
Todo estaba en calma, ordenado.... parecía que no había ocurrido nada. Aunque, la verdad, es que no recordaba como había quedado la casa tras esa noche. Subí las escaleras, para dirigirme a la planta de arriba, lentamente. Pasé por el dormitorio de mis padres y todo estaba limpio. No había ni un rastro de toda la masacre que yo había visto aquella noche.
-Varios de tus vecinos y amigos vinieron a limpiar cuando estabas.... desaparecida. Algunos agentes también ayudaron en sus días libres. -Me aclaró Spencer al ver mi confusión.
En ese momento sentí una gran gratitud hacia todos ellos, la habitación estaba impecable y, lo más importante, fue el haber tenido la valentía de entrar en esa habitación llena de sangre. Cerré la puerta de la habitación conyugal y me dirigí a la mía. Que al igual que la anterior, estaba impecable. Me di cuenta de que faltaban algunos libros, y me dirigí hacia la estantería.
-Esto... yo -comenzó a hablar Spencer con algo de nerviosismo. Adoraba cuando se ponía así.- Yo cogí algunos, parecían interesantes y quería conocerte mejor. Te los devolveré, los tengo en mi habitación, en el hotel.
-Spencer. -Sonreí, con toda la dulzura que me podía quedar dentro del alma.- Puedes quedártelos.
-Pero son tuyos, y me los llevé sin permiso.
-Entiende una cosa, tú me salvaste. Fuiste tú quien abrió aquella trampilla cuando ya pensaba que mi vida estaba en sus últimos segundos. No lo hiciste solo, lo sé. Pero te esforzaste tanto en dar conmigo. ¡Ni dormías! Morgan me lo contó en el hospital. No hay nada en este mundo que pueda hacer para agradecerte todo lo que has hecho por mi.
-Claro que puedes, lo único que te pido, es que te recuperes de esto. No dejes que te destroce. Lo que te ocurrió fue algo espantoso, algo que nadie se merecería vivir. Pero tú, eres fuerte. Puedes superar eso.
Acorté nuestra distancia y le abracé con fuerza. Me hacía sentir tan bien y con sus palabras me convencía de que todo el miedo que sentía y todo el dolor que se había apoderado de mí, un día, tendría fin.
En el funeral, se presentó una gran cantidad de gente. Amigos, tanto míos como de mis padres, vecinos, profesores que había tenido a lo largo de mi infancia, nuestro contable, mi antiguo pediatra... el agradecimiento no podía ser mayor. Había un respeto que nunca antes había visto. La gente guardaba un silencio que solo se rompía cuando alguien se dirigía a mi para darme el pésame. El Padre Joan Jonas, se preparaba para dar el sermón, justo después de haberme dado sus condolencias. Fue entonces cuando apareció Spencer, quién me dio un abrazo. Sus abrazos siempre me tranquilizaban.
-Había una serie de personas que querían venir al funeral, y me tomé la libertad de invitarles. No se si he hecho bien, no quiero molestarte.
-No me molestas, pero... ¿Quiénes son? -Al acabar la frase, dos todoterrenos negros aparcaron a lo lejos. Salieron del coche los agentes del FBI que me habían estado buscando junto a Spencer. -Es tu equipo.
SPENCER
-Si, no querían faltar a esta cita. -Me sentía feliz por el apoyo que estaba recibiendo en este día tan duro. Nosotros no solíamos ir a los funerales de las víctimas pero ella era especial y no solo para mí.
El equipo se acercó a nosotros, totalmente vestido de negro. Incluida García. A la cabeza se encontraban Rossi y Hotch. Quienes abrazaron a Victoria nada más llegar y le dieron sus condolencias. Después siguieron los demás. Nos conocía a todos, excepto a García, ya que fueron a visitarla al hospital una vez que todo había acabado.
-Tú debes de ser Penélope, me han hablado muchísimo de ti.
-Sí, soy su hada madrina. -Comenzaron a reírse ambas junto con el equipo.
-Muchas gracias por estar aquí, no me esperaba esto.
-El honor es nuestro. -Afirmó Hotch.
El funeral transcurrió con toda tranquilidad. Fue muy emotivo. Sin embargo, Victoria no derramó ni una lágrima. Su mirada permaneció baja todo el acto, señal de no querer perder la compostura. Prefería sufrir el dolor ella sola. El equipo, al finalizar el acto se acercaron a hablar conmigo sobre el estado de Victoria y algunos asuntos sobre el trabajo. Quedamos en marcharnos todos mañana por la noche en el jet. Para ese entonces Victoria ya estaría ingresada en la clínica que habíamos elegido.
A eso de las 5:30 de la madrugada, tras el aperitivo del funeral y una cena un tanto cutre en un burger. Victoria y yo no encontrábamos en la azotea del hotel donde nos alojábamos. Bebíamos una botella de vino que había salido del minibar. El silencio que nos rodeaba era realmente acogedor. La ciudad dormía, los coches habían dejado de transcurrir por las carreteras y las calles estaban desiertas.
-Tengo miedo. -De repente su voz cortó el silencio; giré la cabeza y la miré a los ojos.
-El no te volverá a hacer daño.
-No es por él, es por ti.
-¿Por mi? -Dije sin comprender.
-Me has ayudado en todo, me has escuchado, me has apoyado.... No se lo que haré cuando me quede sola. Cuando no te tenga a ti para tranquilizarme....
Algo dentro de mi cuerpo me hizo reaccionar conforme ella iba hablando. Puse mis manos sobre sus mejillas y la acerqué a mí uniendo nuestras frentes.
-Te lo prometo, te lo juro. Nunca estarás sola. Vas a poder contar siempre conmigo. -Y en aquel momento, mientras las palabras salían de mi boca involuntariamente, me di cuenta de que realmente me moría por besarla. De que por primera vez, deseaba besar unos labios. Pero realmente no eran unos labios cualquiera, eran los labios más bonitos que había visto en toda mi vida.
Ella me abrazó al borde de las lágrimas y la estreché contra mi cuerpo deseando que nunca se separara de mi lado.
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Oscuridad (Spencer Reid)
FanfictionÉl, el genio, había trabajado en una infinidad de casos y ninguno fue tan especial como este. Algo cambio, ahora no era el asesino quien atraía su atención sino Ella. La UAC se enfrentará a su caso más complicado.