Capítulo 13

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VICTORIA

Tan solo habían pasado un par de horas desde que amaneció;estuve toda la noche despierta debido al hambre y al miedo: hacía días que aquel sujeto había dejado de drogarme y eso no podría significar nada bueno. ¿Se estaría acercando el fin que tanto había anhelado? Dios, no quería morir. Tampoco quería seguir viviendo eneste zulo. Era consciente de que el tiempo se me acababa y deseabacon todas mis fuerzas que alguien siguiese buscándome.

De pronto, como anunciando una desgracia inminente, se escucharonpasos que se dirigían en dirección a esa perta metálica que impedíami libertad. Cerré los ojos deseando salir viva de todo esto. Lapuerta se abrió y, por primera vez, le miré a los ojos.

Era un hombre grande, de casi dos metros de altura, calvo porelección, sus labios finos rodeados por una barba de tres días yunos ojos negros con destellos de locura. Su aspecto era sucio ydescuidado, lo cual le daba un aire aun más temible.

-Samy, me estás mirando. -Dijo maravillado al percatarse de comole observaba.

-No soy Samy, me llamo Victoria. -Me esforcé en que mi voz notemblara y lo conseguí, no iba a darle el gusto de saber que teníamiedo de él.

-No... no... no... ¡no! Tú eres Samy. Lo siento lo siento mucho,no tendría que haberte dejado sola aquel día. Perdóname. -Derepente se tiró al suelo y, hecho un ovillo, comenzó a moverse.Dirigí mi mirada hacía la puerta, que estaba ligeramente abierta.-¡Papá, mamá! ¡¿Qué habéis hecho?! Ella era buena.

Mi secuestrador era esquizofrénico, aquello ponía las cosasmucho más difíciles. Si le hacía enfadar podría matarme a golpesen un ataque de ira. Pero, ¿qué más podía hacer? No tardaríamucho más en querer matarme y ahora tenía la posibilidad deescapar.

No lo pensé más y mientras aquel seguía agonizando comencé acorrer hacia la puerta. Me costó abrirla porque pesaba horrores perolo conseguí y corrí sin sentido en busca de unas escaleras parasubir al piso de arriba. El lugar era como un laberinto, habíamontones de pasillos y muchos de ellos sin salida; apenas había luzsolo unas pequeñas bombillas colgadas del techo que apenasalumbraban. Agotaba y sin fuerzas, distinguí al fondo de un pasillouna escalera que conducía a una puerta. Corrí como si fuera loultimo que haría en mi vida y llegué hasta las escaleras.

-¡¡¡¡¡¡NO!!!!!! -Aquel grito que provenía de detrás de mi me aterró, intenté abrir la puerta con todas mis fuerzas pero no podía. Aquel loco se acercaba a mi rápidamente y justo cuando conseguí abrir la puerta, me cogió por los tobillos haciendo que cayera escaleras abajo. - No te dejaré ir nunca. No vas a escapar.No quiero estar solo de nuevo.

Corrió hacia mi levantando la mano para pegarme, retrocedí lo más que pude estando tirada en el suelo hasta que me topé con lapared y no tuve más opción que protegerme para amortiguar el golpe.Su puño impactó contra mis costillas. Después de eso, siguieron unmontón de patadas y justo cuando pensaba que todo había acabado, meagarró del pelo levantando parte de mi cuerpo y comenzó a tirar demi. Fue entonces cuando vi sus intenciones y comencé a gritar. Sedirigía a coger un hacha situada junto con un montón de cuchillosoxidados y algunos hasta ensangrentados.

-Hoy moriremos los dos, no te vas a ir sola Samy. Los dos seremos valientes. -Dijo casi en un susurro.

Ante aquello solo me quedaba gritar sin descanso, con la esperanzade que alguien me escuchara. Lo que pasó a continuación, erainimaginable hasta en mis mejores sueños.

Oscuridad (Spencer Reid)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora