Capítulo 33. Las llaves

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David

—¿Se lo has dicho a Elena no? —es la cuarta vez que le pregunto lo mismo en la noche.

Sólo he pedido una cosa para esta noche, y es que Nat esté presente en la dichosa "fiesta" que vamos a dar. Espero que la querida de Yoel, es decir, Elena traiga a Nat aquí porque si no me veré obligado a ir a buscarla a su habitación y a volver a arrastrarme una vez más por ella. Pero de esta ya no pasa, tiene que perdonarme de una vez sea como sea. Y si tengo que utilizar todas mis armas para conseguirlo está más que claro que lo haré.

—Que sí —gruñe Yoel a mi lado—. Mira que eres pesado con el tema de Nat... —gruñe de nuevo tumbándose boca arriba sobre su cama—. Vístete porque las chicas están apunto de llegar... —me dice.

—Debería hacerlo... Pero estoy seguro de que a más de una le gustaría verme completamente desnudo... —saco media sonrisa vacilante y guiño un ojo.

—Tú no tienes remedio... —dice Yoel lanzándome una almohada a la cabeza—. No veo la hora en que sientes la cabeza.

Tiene razón en eso de que debería de vestirme pero no en eso de sentar la cabeza. Al menos debería ponerme unos pantalones aun que dejase mi torso desnudo... Aunque claro, seguro que a las chicas que vengan les apetece ver mi torso completamente desnudo y bien trabajado, pero pensándolo mejor hoy no. Hoy tengo que conseguir que Nat me perdone. Ya basta de echarle el ojo y la cuenta a otras tías que no sean ella.

Con pereza me incorporo sobre el borde de la cama y agarro tanto los pantalones que encuentro tirados en el suelo, como la primera camiseta que encuentro a mano y me coloco ambas cosas. Es terminar de vestirme y que la insoportable de Elena aparezca dando gritos. Por la puerta aparecen más personas, gente que no esperaba para nada que viniese pero que están aquí. Cuando me refiero a esa gente me refiero a Vir. Últimamente me odia como lo acaban haciendo todas las chicas a las que me tiro pero paso de ella y sigo fijándome varios minutos para ver si la veo a ella, para ver si veo a mi Nat. Pero para mi desgracia ninguna de estas personas aquí presentes en la habitación es ella y esto está empezando a cabrearme por el simple hecho de que ella no esté aquí.

Hay dos razones posibles por las que no está aquí... La primera puede ser porque quizás se ha quedado dormida y que Elena para no molestarla no haya querido despertarla. Y la segunda opción es porque quizás simplemente no ha tenido las suficientes ganas de venir porque sabe que estaré yo aquí y está intentando evitarme por todos los medios posibles.

Pensándolo bien, opto porque la segunda opción, que es la más coherente, esa es la correcta. Seguramente no quiera verme ni la cara, pero yo a ella sí que quiero vérsela para poder hablar un rato a solas y arreglar eso que tenemos pendiente. Le doy unos minutos más para que aparezca mientras que me tomo un par de copas. Pero los minutos pasan y ella no da ninguna señal de vida. Los minutos pasan y ella no se encuentra aquí.

Suelto de mala gana el vaso que sostengo entre las manos y lo dejo sobre la mesilla de noche. Encuentro a Elena en un rincón con mi amigo y me dirijo hacia donde están ellos bastante ofuscado. Necesito saber por qué no ha venido.

Cuando llego hasta donde se encuentran la parejita feliz me puedo fijar a la perfección en el cómo están pegados como una lapa. Miro a Elena y luego miro a Yoel, un par de veces seguida a los dos hasta que acabo sujetándola a ella por el codo de una manera bastante ruda. Literalmente la arranco de los brazos de Yoel, cosa que le hace gruñir pero para ser sincero me da igual que lo haga. Yoel se queda extrañado y le lanzo una mirada de "Tengo que hablar con ella por Nat" comprende lo que le voy a decir a su querida noviecita. Le dije a Yoel bien claro que le dijese a su querida novia que trajese a Nat, y yo aquí no la estoy viendo.

La primera vez con mi mejor amigo.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora