Crónicas del mirador

¿Destino?

—¿Alguna vez te has puesto a pensar en lo grande que es el cielo? —preguntó un chico en tono dubitativo.

—Sí, en ocasiones. ¿Por qué la pregunta?

—Nada más. Es que al verlo suelo sentirme tan pequeño y me hace reflexionar sobre muchas cosas.

—¿Qué cosas? —inquirió ella acercándose más hacía él.

—Pues sobre la importancia de las cosas que uno hace, por ejemplo.

Ella se le quedó viendo con una expresión que le invitaba a seguir hablando pero él no captó al instante.

—¿Sobre qué otras cosas te pones a pensar?

—Bueno, pues digamos que uno hace algo hoy, pero luego te das cuenta de que esa simple acción trajo muchas cosas consigo —volteó a verla y continuó—. Por ejemplo, digamos que el día en que te conocí me hubiera enfermado, entonces habría permanecido en casa y no hubiéramos cruzado palabra alguna esa ocasión, y muy posiblemente tú hubieras estado en compañía de otras personas, tal vez otras cosas hubieran pasado, como por ejem...

Ella posó un dedo sobre sus labios callándolo y agregó:

—Pero no fue así, y ahora estamos aquí, eso es lo que importa.

—Tienes razón, disculpa mi parloteo, a veces digo cosas sin sentido.

Bajo el cielo nocturno se abrazaron mientras con ternura se susurraban un "te amo".

—¿Viste eso? —preguntó el chico pasados unos minutos.

—¿Qué cosa?

—Era una estrella fugaz, ¿No la viste?

—No la vi.

—Que mal, deberías haberla visto. Yo pedí un deseo.

—¿En serio? ¿Qué pediste?

—Si te lo digo no se va a cumplir.

Los jóvenes se quedaron observando el cielo, mientras, yo pensaba en lo que ese chico había dicho, motivo por el cual decidí probar su punto.

Al siguiente día, lo hice caer enfermo, su novia tardó en enterarse pero llegó a verlo entrada la tarde.

Antes de que terminara el día, lo reinicie. Ahora el chico salió a la calle para ir a ver su novia, pero al haberlo hecho que olvidara el regalo que había comprado para su novia, no se fijó al cruzar y fue atropellado.

Por pura curiosidad repetí el día nuevamente. En esta ocasión la chica salió corriendo a casa de su novio como solía ser costumbre, sin embargo, tropezó por las escaleras, todo esto debido a que hice olvidara recoger unos pequeños juguetes.

Comprobé nuevamente lo que el chico había dicho y sacudí la cabeza. Dejé en paz a los jóvenes y regresé el tiempo a esa noche en que me fijé en ellos. Los dejé solos contemplando el cielo lleno de estrellas y me marché a ocuparme de mis asuntos.