Una niebla densa cubre el lugar, apenas puedo ver lo que hay frente de mí. La luz de mi linterna poco sirve en esta situación. Camino por el sendero sin saber con exactitud por qué lo hago. ¿Cuánto habré avanzado ya? ¿Cincuenta metros, cien, doscientos?
Es extraño no escuchar ningún sonido a excepción de mis propios pasos. Después de unos diez minutos de caminar, veo algo extraño en el suelo. Me acerco e inspecciono el objeto. Se trata de una señal oxidada, con trabajo logro leer la palabra Magín seguida de unos números. Devuelvo la señal al suelo y sigo mi andar.
Un ligero viento empieza a correr, es frio y puedo jurar que susurra, aunque tal vez solo esté imaginando. Poco a poco la noche cae sobre el bosque apresurándome a encontrar una salida. Había escuchado a los lugareños decir que toda persona que se adentra de noche en el bosque no se le vuelve a ver. Espero mi suerte sea distinta.
Después de unos pasos, veo una extraña sombra entre los árboles. Centro la luz de mi linterna, pero la niebla me impide distinguir nada. No le tomo importancia y sigo caminando. Ahora me doy cuenta de que nunca debí haber aceptado venir, no importa todo el dinero que me prometieron, esto es una mala idea.
Con la noche ceñida sobre el lugar, comienzan los sonidos raros. Trato de calmarme para pensar con claridad, aguzo el oído y de a poco empiezo a reconocer algunos, el ulular de un búho, el chillido de un murciélago, inclusive creo escuchar algunos animales pequeños deambular por ahí.
A cada paso que doy aumenta mi certeza de que nunca voy a poder salir de aquí. Quedarme en el bosque no es el problema, podría arreglármelas de una u otra forma, lo que en verdad me preocupa es encontrarme con la criatura que según se cuenta en el mito popular, es capaz de infundir un miedo que te mata al instante. Los ancianos lo llaman Cadejo, y lo tienen como si fuera un perro del mal.
Durante un tiempo me dediqué a investigar todo lo relacionado con este mítico ser, encontrando información que desearía nunca haber visto.
Tiempo atrás, mi amigo Damián Gameiro me había hablado para que le ayudara con una historia que pronto escribiría, el tema era sobre seres sobrenaturales. Movido por la curiosidad acepté y lo vi unos días después de que me contactara. Él me expuso sus intenciones, inclusive me mostró el libro del que había sacado la idea para emprender el proyecto. Le pedí me dejara echarle una ojeada y que se lo devolvería tan pronto lo terminase de leer, a lo que Damián no puso objeción alguna.
La lectura me pareció fascinante, el autor era un tal Erdi; aunque el libro databa del año 1888, no dejaba de asombrarme con todos los relatos que contenía.
En una parte describía a unos seres amorfos y grises, con cabeza hundida y patas como de cabra. En el centro del abdomen un circulo dentado que se oculta entre tanta piel. Erdi decía en su libro que estos seres apenas eran la punta del iceberg, que detrás de ellos hay un ser mucho más terrible. Su nombre, Yam Zenodma. Picado por la curiosidad continué leyendo. El ser, llamado Cadejo por los ancianos, no era más que el perro faldero de Yam Zenodma. Este le obedece, y prepara el camino para que su amo pueda entrar con la gloria que merece. Según decía Erdi, estos seres reúnen una cierta energía espiritual para que Yam Zenodma pueda viajar entre dimensiones.
Cierto o no, la narrativa era maravillosa, única, inclusive llegué a creer en la historia, pero en realidad me mantenía escéptico. Era una buena historia, no lo niego, pero demasiada rebuscada para ser cierta. Terminé de leer el libro en solo dos días, al hacerlo comprendí el por qué Damián estaba tan entusiasmado por hacer una historia inspirado en esta obra. El único hecho que aún no me cuadraba era qué papel jugaba yo en todo esto.
Me cité de nuevo con Damián, le conté mi punto de vista sobre el libro y lo mucho que me fascinó. Él me escuchó con atención, una vez terminé, habló.
―¿En serio no crees que pueda ser real?
―Para nada, carece de lógica alguna, es imposible que algo así exista y lo sabes.
Damián rió con fuerza, no comprendía qué era tan gracioso. Cuando terminó de reír me dijo que solo quería una opinión para decidirse a escribir la historia. No comprendí lo que eso significaba, aunque tampoco me importó mucho, ya estaba acostumbrado a su forma de ser, arrogante y desvergonzado.
Damián me dijo que podía quedarme con el libro, que a él no le hacía falta.
Después de su marcha continué mi vida normal en el pueblo. Tiempo después llegó a Magín el escrito más reciente de mi amigo, un poema titulado "El soñador de Magín". El poema era una mezcla rara de terror onírico y un realismo completamente extraño. Sin duda a su más puro estilo. Al final del escrito ponía una dedicatoria, la cual estaba dirigida a mí.
Como todo el mundo leía el periódico, no pasó mucho tiempo hasta que algunos fanáticos de lo oculto se presentaron a mi casa, pidiendo que les ayudara con sus raras expediciones al bosque. Me negué todas las veces que pude, no tenía el más mínimo interés en ser parte de ese circo. Sin embargo, con el pasar de los días, se empezó a escuchar que en Magín estaban sucediendo cosas extrañas, como que un camión lleno de jóvenes que iban a acampar al parque Claude Seigre había desaparecido y que días después fue encontrado abandonado, lo raro era que solo los pasajeros faltaban, todas sus pertenencias seguían dentro. Los fanáticos de lo sobrenatural culpaban al Cadejo, o a otro ser igualmente maligno.
No se cómo, pero algunos se enteraron de que en mi poder estaba el libro sobre seres sobrenaturales escrito por Erdi. De esta forma empezaron a acosarme, pidiéndome que les dejase ver el libro, pues lo consideraban una biblia de lo paranormal. Con tal de deshacerme de todos ellos les di lo que pedían, sin considerar las consecuencias. Pasmados ante las revelaciones, insistieron en que debía hacerse una expedición para atrapar al ser que estaba causando estragos en el bosque. Me burlé de ellos por su ingenuidad, pero este gesto solo me valió para verme más hundido en sus planes. Como no me iba a poder deshacer de ellos con facilidad, terminé aceptando el acompañarlos, a cambio de dinero, claro está.
La expedición comenzó temprano, éramos un grupo de doce personas. Todos estaban extasiados por lo que podrían encontrar, pero nadie más que yo deseaba que terminase pronto.
Las horas pasaron, y de forma misteriosa terminé solo, lo cual representó un alivio para mí, pues ya no tendría que escuchar sus historias sobre ovnis, dioses antiguos y ciudades fantasmas.
La tarde llegó con rapidez, y no sé con exactitud cómo pasó, pero me perdí. Reconozco que estar solo en el bosque infunde miedo, inclusive logró sacar mi lado paranoico, haciéndome creer por momentos en las historias de Erdi y de mis vecinos fanáticos. Bien es cierto que en el periódico local se ha contado que ha habido desapariciones en el bosque, rompiendo las estadísticas registradas desde el último gran incidente.
***
Sigo caminado sin rumbo fijo, de repente, algo llama mi atención, una silueta. Le apunto con la luz de mi linterna, pero es en vano, no se revela nada. Intrigado, le pregunto quién es sin recibir respuesta. Me acerco a la extraña imagen haciendo caso omiso del sentido común. Poco a poco la silueta adquiere forma, aunque aún me es imposible distinguir detalle alguno.Estando a unos tres metros, siento que algo me ataca por la espalda. Un ardor abrupto se cuela en mi abdomen, dejo escapar un grito de dolor que se pierde en la soledad reinante. No entiendo lo que está pasando, mucho menos sé que me ha atacado. Derrotado sin dar batalla, caigo al suelo. Una vez en él, escucho un leve gruñido seguido de unos pasos.
Tirado, observo que alguien se posa a mi lado y acerca su rostro al mío, distingo que porta un velo, el cual deja entrever algunos rasgos, tales como cabellera roja, mismo color que el de sus ojos, piel como porcelana y labios de un rojo carmesí.
Me observa sin perder detalle, luego posa su mano en mi pecho, la recorre por mi vientre y la regresa al punto de partida.
―¿Quién eres? ―pregunto con debilidad.
No recibo respuesta, pero al incorporarse creo reconocer a la persona. Estando a cierta distancia, oigo como chasquea los dedos. Instantes después, frente a mí aparece un ser extraño, amorfo y gris con ojos rojos. Trato de moverme pero nada sucede. El extraño ser saca de su vientre un disco dentado, al verlo recuerdo lo que leí con anterioridad y caigo en cuenta de algunas cosas. Cierro los ojos y por primera vez en años, rezo a Dios.
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Crónicas del mirador
De Todo¿Qué observan? ¿Qué sienten? ¿Quiénes son? ¿Qué piensan? Preguntas recurrentes que uno se hace al encontrarse con personajes desconocidos. Conoce sus historias y descubre un nuevo mundo adentrándote en sus crónicas. *** Crónicas del mirador es...