Capítulo 42

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Al día siguiente.

Hoy es el funeral de mi padre. Ya estábamos todos en el cementerio, vestidos de negro. Había mucha gente, mi padre era un ser querido. Había mucha gente del ministerio que vino a darme su pésame. Malditos, muchas disculpas pero ninguno puede hacer nada para que no vaya al orfanato.

Mis amigos, a los cuales informé sobre lo ocurrido estaban a mi lado, incluido Tom. Despues del entierro les pedí a mis amigos que se fueran a casa, menos a Tom, lo necesitaba a mi lado. Fuimos a mi casa ya que iban a venir no se que personas a aclarar unos asuntos.

Llegamos a casa y yo me senté en el sofá junto con el señor que venía a hacerme unas preguntas. Era de la policía o del ayuntamiento o algo así. Tom fue a preparar un té.

-Bueno señorita Johnson, ahora viene lo más importante, asi que escuche. Su padre, como todas las personas, tiene un fondo en el banco con dinero. Ese dinero será tuyo cuando tengas la mayoría de edad. Hasta ese momento no se puede ni meter ni sacar dinero. ¿Entendido?- asentí- Ahora viene lo más importante. Esta casa. Como usted sabe, la mandaremos a un orfanato ya que no tiene padres ni familiares cercanos. Se ha decidido que la mandaremos al más cercano de aquí, que sería el Orfanato Wool, donde ya se le ha reservado una plaza- A Tom se le cayó una taza al suelo y tenía cara de espanto. Yo sabía porque. En ese lugar fue donde él vivió sus peores años. Tom recogió la taza como si no pasase nada.

- Continue por favor.

- Bien. Pues esta casa está a nombre de su padre y como única heredera ahora le pertenece a usted. Por desgracia, al tener 16 años, casi 17, usted no puede vivir aquí a no ser con un tutor legal, pero veo que nadie ha accedido. Los del banco y yo hemos podido llegar a un acuerdo. A ver que le parece. La casa pasará a ser a nombre del banco. Lo que haremos será alquilarla. Del precio de alquiler el 20% irá al banco y el ochenta restante irá a una nueva cuenta que será exclusiva para usted. Cuando cumpla los dieciochoaños la casa pasará a estar a su nombre y podrá hacer lo que quiera. ¿Le parece bien?

- Sí, bien- dije casi sin ganas- Dos cosas. ¿La cuenta que se abrirá a mi nombre la podré utilizar aunque no tenga dieciocho?

- Por supuesto.

- Y el dinero que hay en la cuenta de mi padre, lo podré pasar a la mía cuando tenga la edad?- él asintió.

Fue aquí cuando me acordé de este es solo el dinero muggle de mi padre. El dinero mágico continua en Gringotts. Menudo follón

- Pues asunto zanjado. Mañana pasarán por aquí los de servicios sociales a las nueva para recogerla. Y recuerde, los animales están prohibidos- dijo señalando a mi gato- Que pasen buena noche- y se fue.

Nada más irse Tom me dio un abrazo y yo lloré en su hombro, otra vez.

- Debo de ir a Gringotts, allí está el dinero real de mi padre.

Tom sugirió que fueramos ya y que él me acompañaría.

A las 10 y media de la noche, ya en casa de Anna.

Ya llegamos del Callejón Diagón. Llegué cansada. El mundo mágico es mucho más fácil. Todo el dinero pasó a mi cuenta, que podía cojer cuando quisiera. El problema era cuando, a saber si las del orfanato me dejan sola un rato.

Lo primero que hice al llegar fue tumbarme en el sofá, quería dormir pero el maldito de Tom no me dejaba.

-Anna, que vas a hacer con tu gato?- mierda, es verdad, no me dejan llevar animales.

La historia de amor de Tom RiddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora