El cóndor y el águila

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27 de Julio de 1799 - Bilbao - Puerto de Bilbao

Luego de la Revolución Francesa las relaciones entre España y Francia mejoraron considerablemente. Los que no podían decir lo mismo fueron los Británicos quienes sufrían eran los británicos quienes ahora eran enemigos de España debido a la Segunda Coalición. Pero como era costumbre los Franceses y Españoles no tenían problemas en compartir unos tragos juntos.

En una cantina alejada un poco del puerto había un hombre gritaba mientras bebía, no estaba borracho sino alegre.

-Quiero otra copa de Jerez, o Cognac o lo que sea -reía en una mesa junto a otras personas -Ahora que somos amigos de los franceses todos podemos recibirte en la madre patria -reía el hombre mientras le golpeaba en el hombro a Rodrigo que estaba junto a él haciéndose pasar por francés. Los años habían sido buenos con él, aquél adolescente de de cabellos rubios lacios era ahora un hombre de unos treinta años de barba candado y coleta.

-Parece que se encuentra muy eufórico caballero -decía Rodrigo sonriendo -Espero que sepa cómo volverse a su casa.

-Tiene razón -El hombre se puso de pie -debo irme a mi casa, no es bueno que me vean en este estado.

El hombre se puso de pie y ubicó la salida con lentitud pues el alcohol en su sangre no le dejaba hacer movimientos rápidos.

Al salir caminó por un callejón oscuro y se tropezó con una baldosa mal puesta pero no se fue de boca al suelo porque Rodrigo lo atajó.

-Gracias amigo -dijo el hombre -no sabía que íbamos en la misma dirección.

-No se preocupe señor, es de noche y no pudo ver bien el camino.

-No sabe como se lo agradezco, voy por esta calle oscura porque no me gustaría que mis compañeros de trabajo me vean así en este estado.

-Pero una persona como tú no debe preocuparse -Rodrigo le habló en español por primera vez mientras se se colocaba la capucha -Después de todo el padre del entendimiento te guía.

-¿No eres francés? -preguntó el hombre mientras se incorporaba y obligaba a su organismo a mantener la cordura.

-Digamos que soy Catalán, según Napoleón somos "Franceses Confundidos" -dijo Rodrigo sonriendo -Y tu eres un español llamado Hernán Peralta del Monte Salcedo un nuevo templario bastante bruto e inseguro.

-¡Dios mio! ¡Eres el condor! -gritó el hombre sacando su espada.

-No sé si sabes pero el cóndor es una de las aves más grandes del mundo ¿Crees que un ave tan grande como un cóndor puede estar en la tierra? -Reía Rodrigo -Creo que los cóndores prefieren las alturas.

-¡Dios mio! -exclamó el hombre sin saber para donde escapar.

Desde el tejado cayó Fernando y de un golpe tiró al suelo al hombre dejándolo herido en un rincón.

-Ahora nos vas a decir lo que sabes -dijo Rodrigo mientras Fernando lo estrellaba contra la pared.

-Te juro que no se nada -el hombre estaba asustado -Soy un fanático nada más, hace poco que entré a la orden de Cádiz.

-O sea que hay una orden en Cádiz -dijo Rodrigo.

-Se nota que eres nuevo -sonreía Fernando -Ahora la cosa es simple, si vuelves te matan tus amigos si te quedas te matamos nosotros.

El hombre empujó a Rodrigo, golpeó a Fernando, aprovechando una distracción y salió corriendo pero el americano le lanzó unas boleadoras que le ataron los pies y el muchacho se fue de cabeza al suelo.

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