La Batalla de Tucumán

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23 de Septiembre de 1812 - San Miguel de Tucumán

Durante días Rodrigo cabalgó junto a Félix por los caminos del interior. Pasó por Córdoba sin detenerse por nada iban preguntando por los puestos, postas y pueblos pero luego de la batalla de Huaqui las noticias del Ejército del Norte no eran para nada alentadoras.

Llegaron a Tucumán a la mañana del 20 de septiembre y se encontraron con una ciudad pequeña con una plaza, un cabildo y varias Iglesias, Rodrigo estaba sorprendido de la ciudad tranquila y acogedora rodeada de montañas verdes y frondosas. El aire era cálido y seco, recordó las palabras de Güemes antes de irse de Buenos Aires. El clima que se vivía era de incertidumbre pues se sabía que el ejército realista venía descendiendo desde Jujuy y no iba a detenerse hasta derrotar completamente al Ejército de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Preguntando a los transeúntes dieron con la casa de Francisca Bazán de Laguna. Una caserón de fachada rígida y techos altos que se encontraba en una calle que daba a la plaza central.

-Que caserón imponente -decía Félix.

-La verdad que estoy asombrado -decía Rodrigo -Siempre creí que en el interior de esta tierra las casas iban a ser más precarias.

Entraron al zaguán y con palmas llamaron la atención de los dueños de la casa. Una señora de avanzada edad vestida de negro y blanco salió a recibirlos.

-Buenos días señora, estoy buscando a Francisca Bazán de Laguna.

-Soy yo -dijo la señora -¿Qué se le ofrece?

-Vengo de parte de Martín de Álzaga, él me ha dicho que podríamos albergarnos en su casa si es usted tan amable.

-Así que Martín de Álzaga ahora me envía sus amigos, ni que fuese Mariquita Sánchez de Thompson -Reía Francisca -¿Qué es de la vida de ese viejo diablo?

Félix y Rodrigo se miraron.

-Mi señora Francisca, Martín de Álzaga fue fusilado -dijo Rodrigo -Acusado injustamente por alta traición.

-¡Oh Dios mio! -Se lamentó Francisca tomándose el pecho.

-Este muchacho que está junto a mi es Félix de Álzaga, su hijo más jóven.

-Tu padre era una persona excepcional, su mente estaba mucho más avanzada que la de cualquier porteño que haya nacido en españa -Francisca tomó a Félix de la mano -Nunca dejes se sentirte orgulloso de tu padre.

Rodrigo tomó del hombro a Félix, había quedado muy afectado luego del fusilamiento y el espectáculo que dio French en la plaza.

-Pueden quedarse aquí, mi criada los llevará a sus habitaciones.

-Muchas gracias doña Francisca -Asintió con la cabeza.

Rodrigo y Félix durmieron todo el día y se despertaron pasadas las seis de la tarde cuando en la casa se preparaban para cenar.

La cena estaba compuesta de empanadas, humita y de postre diversos tipos de frutas de la zona.

En la mesa se encontraban los familiares cercanos y algunos vecinos de la zona al recibir la información de los visitantes desde Buenos Aires, eso significaba que habría una tertulia en la casa de Francisca Bazán de Laguna.

La reunión se estaba dando de forma normal, los visitantes se acercaban curiosos al escuchar los relatos de la gran ciudad, sus edificios y obviamente los heroicos relatos sobre la reconquista y la defensa de la ciudad durante las invasiones inglesas.

A medida que pasaba el tiempo la gente iba volviendo a sus casas satisfechas con la reunión, Félix también se retiró a su habitación y Rodrigo se quedó con Francisca.

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