Invasión y Reconquista

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24 de Junio de 1806 - Ensenada Barragán - Fuerte 

Habían pasado seis meses desde que el artefacto se encontraba seguro en Alta Gracia y Santiago se encontraba tranquilo preparando al pequeño ejército que tenía en el fuerte para marchar a Buenos Aires en el momento que los británicos esten a la vista. Durante esos meses Rodrigo se la pasaba en el fuerte pero otros días iba al poblado más cercano a conocer a su gente, los gauchos y a las mujeres quienes les fascinaron de un primer momento. Una mañana en el fuerte estaban preparando las carnes para el almuerzo cuando una campana trinando con urgencia advierte a todos.

-Capitán, unos buques se acercan -un soldado entró a la casa de Liniers.

-!Los británicos! -dijo Rodrigo

Los dos Asesinos salieron corriendo hacia una de las torres del fuerte para ver y analizar el panorama. En el horizonte se podía ver a lo lejos unos buques acercándose.

-Dos, cuatro, seis... Doce -contó Liniers mientras miraba con su catalejo -Esto es peor de lo que esperaba.

-Con la potencia de los cañones van a destruir toda la ciudad -dijo Rodrigo tratando de calcular cuantos cañones podrían tener los británicos -por suerte está seguro en Córdoba.

-De ninguna manera mi querído Rodrigo -Dijo Liniers subiéndose al caballo -Con todo ese poderío los Británicos vinieron para quedarse y los templarios están con ellos para remover hasta la última piedra para quedarse con el artefacto.

-Debemos advertirle al virrey -dijo Rodrigo.

-El Virrey ya tiene problemas, vamos a intentar combatirlos aquí mismo.

¡Rápido, preparen los cañones! -gritó Santiago -Vamos a darles a los británicos la bienvenida que se merecen.

Los soldados empujaron los cañones pequeños al puerto para impedir que lleguen las naves y los que se encontraban en el fuerte apuntaban a las naves para evitar que les costara ubicarse en posición de ataque.

-Los soldados que sobren acompáñenme al puerto para atacar desde los navíos que estén atracados en el puerto -Gritó Santiago -Rodrigo, tú hazte cargo de los cañones del fuerte, no quiero que ningún cañón inglés dispare.

Una vez que los cañones pequeños estaban en posición comenzaron a dispararles a los navíos que venían de frente obligándolos a virar hacia el norte para ponerse de costado y dispararles al fuerte.

-¡Fuego! -gritó Rodrigo al ver esta maniobra impactando en varias naves británicas obligándolas a segir girando y asi perder su oportunidad.

Al tener al barco de espaldas las tropas de Liniers, que se encontraban en el muelle y sobre los pocos navíos que se encontraban atracados en el puerto comenzaron a dispararles con sus fusiles y mosquetes, cuando vió que siete naves juntas giraron a lo lejos preparpandose para disparar a larga distancia hacia el fuerte. Liniers corrió hacia afuera del puerto y se subió a su caballo pues los cañones del fuerte eran muy complicados de mover para cambiar la trayectoria y debía advertirle a los demás.

-¡Cambien el objetivo! -le gritó a todos los soldados que manejaban los cañones pequeños con ruedas -¡Quiero un ataque largo a los buques del fondo ahora mismo!

Una serie de cañonazos se dispararon desde los barcos e impactaron en la base de las paredes del fuerte.

-¡Rápido, cambiemos la dirección de los cañones! -gritó Rodrigo.

Los soldados comenzaron a empujar los enormes cañones hacia atrás para luego girarlos unos grados y levantarlos un poco para que llegaran más lejos pero con menos potencia. Lo mismo hicieron los soldados que tenían los cañones en la entrada al puerto.

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