Capítulo 8

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"Hey, Harry, ¡mira la ardilla!" exclama Camila emocionada.

"Qué linda," digo antes de agarrar a Camila por la nuca y plantarle un beso en los labios.

Ella sonríe y seguimos caminando por su condominio. Hace tres semanas que salimos y ella en realidad me gusta mucho. No sé si son sus ojos oscuros o su cabello claro. O tal vez es su diferente acento o sus bonitas carcajadas. O su delgado cuerpo y piernas largas. No lo sé. Lo único que sé es que sueño más con sus ojos cafés que con los azules de Caroline.

"¿Cuándo me invitarás a tu casa?"

"No lo sé. Hasta que nos casemos," bromeo.

"Entonces, ¿llevas a las muchachas a tu casa hasta que te casas con ellas?"

"Así es."

"Entonces, ¿te casaste con Caroline?" me toma de sorpresa.

Me quedo callado por unos segundos. "Caroline es una amiga."

"¿Lo es?"

"Lo es," murmuro. "¿Cómo sabes que ella fue a mi casa?" pregunto.

"Ella me lo dijo," contesta con la mirada en la calle.

"¿Cuándo?"

"Hoy, en música. Lo dijo como si realmente quisiera hacerme saber que ella ha ido a tu casa, como intentando sonar exclusiva," dice. "No lo es. Solo es una zorra que no puede vernos felices."

Yo asiento. "No le hagas caso."

Aquello me deja pensando. ¿En serio Caroline ha querido sonar exclusiva ante Camila? ¿Cuál es su problema? Camila tiene razón. Caroline es solo una zorra que no puede verme feliz. Lo peor es que ella se ha estado acostando con Frederic. Eso me ha quedado claro. Sin embargo, yo no voy por ahí contándole a Frederic que yo he sido el único hombre que ha compartido cama con Caroline. Y es que es cierto. Caroline, hace poco, me confesó que siempre que termina de tener sexo con alguien, lo echa de inmediato, y que yo he sido el único que ha dormido con ella toda la noche. No es como que me haga sentir exclusivo. No es importante ni especial.

"¿Por qué no vamos por una hamburguesa? ¡Yo pago!" me invita Camila.

Yo asiento y sonrío a la misma vez que nos subimos en mi auto.

(...)

Los miércoles son los peores días debido a que es el día que más clases tengo. Tomo una taza de café para quitarme el sueño y salgo de la casa, ignorando los gritos de mamá recordándome que tengo que llegar temprano hoy.

Una vez que llego a la universidad, bajo de mi auto y comienzo a caminar por el campus cuando una mano rodea mi muñeca. Con solo sentir su fría mano y ver su suéter negro, sé que es Caroline. Me arrastra hacia un lugar menos poblado y me ve con un par de ojos fríos.

"¿Pasa algo?" pregunto despreocupado.

"Sí. ¿Qué putas tú con la americana esa?" pregunta con el ceño fruncido.

"Salimos. ¿Qué tiene de malo?"

"¿Así tan rápido te olvidas de Lina?"

"No me he olvidado de ella."

"Hace una semana fue el 14 de este mes. No fuiste por bourbon," reclama.

"¿No se supone que eso debería ser una buena noticia?" pregunto confundido.

"Me da pena por Lina."

"Ella está muerta," contesto enojado.

"¿Acaso has pensado en ella últimamente?"

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