Capítulo 29

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"Mujer, ¿qué está mal contigo?" Le pregunto una vez que bajo la ventana de mi auto.

Caroline voltea a verme y me sonríe, "me gusta caminar bajo la lluvia."

"Te vas a enfermar, perdedora."

"Yo no me enfermo, Harry," se defiende.

"Entra al auto. No me obligues a meterte a la fuerza," le ordeno.

Ella rueda los ojos, "ay tú sí que exageras. Qué estrés."

Detengo el automóvil y Caroline decide entrar y sentarse en el asiento del copiloto. No hablamos, ya que temo molestarla más. Un silencio demasiado incómodo toma logar y es como si ninguno pudiera soportarlo, debido a que ambos sugerimos reproducir música al mismo tiempo.

"¿Venías siguiéndome?" Me pregunta.

"¿Y es que ahora soy stalker?"

"No lo sé. Dime tú."

"No te andaba siguiendo. Vengo de la casa de Seth y te vi caminando bajo la lluvia, como tonta."

Caroline me hace mala cara y rueda los ojos nuevamente. Ya son dos veces hoy. Abre su bolso y saca un paquete de cigarrillos. Toma uno entre sus dedos y se lo lleva a la boca mientras busca un encendedor. ¿Será capaz?

"No te atrevas a encender ese cigarro," le advierto.

"¿Por qué no?"

"Porque ayer lavé el auto y todavía huele rico. No lo arruines."

Ella ignora mi exigencia y hace lo que acabo de prohibirle. Enciende su cigarro y rápidamente comienza a fumar. La sangre me hierve e intento no perder mucho el control y no gritarle mucho. ¡Pero estoy enojado hasta la mierda! Así que le arrebato el cigarro de la mano, bajo la ventana y por ahí lo arrojo.

"¿Cuál es tu problema? ¿Acaso te han pisado los huevos esta mañana? ¿Por qué andas tan insoportable?" Me grita.

"¿Acaso a ti te han pisado una teta? ¡Es mi auto, son mis reglas! ¡Obedécelas!"

"Ni siquiera estoy aquí por mi propia voluntad. Me obligaste a subir a tu estúpido BMW."

"Bueno, entonces si tanto odias estar aquí, lárgate."

Caroline se cruza de brazos y frunce el ceño. Su cuerpo tiembla debido al frío que se ha calado en sus huesos, pero es muy orgullosa como para admitirlo. Suspiro, intentando calmarme y continúo conduciendo. La de pelo negro se dedica a mirar por la ventana y cuando la miro, con sus ojos claros observando cada detalle de la ciudad, mi corazón se estruja. No puedo evitar sentirme arrepentido.

Pero entonces, la hija de puta vuelve a sacar un cigarrillo de aquel paquete y yo la miro sin poder creerlo. Lo enciende y yo enfurezco. Una vez más se lo arrebato de entre los dedos y lo tiro por la ventana.

"¿CUÁL ES LA NECESIDAD?" Le grito.

"¡TENGO FRÍO!"

"¡NO ME IMPORTA! ¡ENCIENDES UN CIGARRO MÁS Y TE VAS, EN SERIO!"

"Detén el auto. Me iré de todos modos."

Yo obedezco y ella sale de mi BMW.

"Imbécil."

"Necia."

Su cara roja del enojo me dedica una última mirada de odio y Caroline se dedica a caminar bajo la lluvia, una vez más. Intenté no dejarme llevar por la furia, pero esta mujer me saca de mis casillas de vez en cuando; por lo tanto, no me incomoda encender el carro de nuevo y dejarla botada.

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