—Bienvenido a Starbucks. —el chico, como rutina, tomó una bocanada de aire y prosiguió—. ¿Qué desea llevar? —miró la caja registradora algo cansado y suspiró; dejando notar todo el agotamiento que yacía sobre su persona.
Trabajar todos los días a partir de las seis de la mañana hasta las ocho de la noche de corrido, no era una tarea placentera ni mucho menos sencilla. Las ganas tampoco lo acompañaban en esas vacaciones, y menos que menos con el frío y la humedad que había en esos momentos en la ciudad, aunque gracias a esas temperaturas el lugar lograba sobrevivir a las vacaciones brindándole a la gente un lugar acogedor y caliente para pasar la tarde.
—Se nota lo contento que estás en esta mañana, al igual que todos aquí. —el camarero alzó la vista rápidamente al escuchar esa voz.
La misma chica de cada mañana.
—Ah, eres tú. ¿Lo de siempre? —alzó una ceja y siguió acomodando algunos billetes que se habían movido de su lugar en la caja registradora.
—Lo de siempre. —contestó ella observándolo con una media sonrisa asomada en la comisura de sus labios.
Se tomó unos minutos para observarlo; alto, musculoso, o eso podía ver a través del delantal que él llevaba. Con unos ojos preciosos, que le llamaban muchísimo la atención cada vez que los veía.
—¿No te cansas de cada mañana desayunar lo mismo? —le preguntó, sacándola de sus pensamientos. Tomó el pedido ya listo de la chica y lo colocó en una pequeña bolsa de cartón.
—Puede que sí, como puede que no. —sacó su móvil luego de encogerse de hombros y tecleó veloz y ágilmente.
Genial, su madre le había dicho que fuera a buscar a su hermana a la escuela porque ella no podía. Observó la hora de mala gana; su hermana había salido hace quince minutos. Perfecto.
—Qué rápida. —el castaño hizo una mueca y anotó unas cosas en un papel.
—Hey, antes de irte déjame anotado tu número así te aviso cuándo nos vemos. —habló otro empleado dirigiéndose al chico, dándole un leve pero amistoso golpe en la espalda.
—Dame mi pedido, tengo que irme. —ella rozó las llaves de su casa una y otra vez contra la mesada, el chico bufó tanto por su actitud como por el molesto ruido que emanaban el conjunto de artefactos metálicos.
—Mira niña, tampoco estoy de humor. No hacen faltas tus muestras de cariño. —usó su característico tono sarcástico y ella rodó los ojos.
—Gracias, creo que tendré que hablar con tu supervisor por tus actitudes. —lo desafió y se guardó el móvil en su pantalón para tomar lo que le entregó el chico—. Adiós, y gracias por nada. —sin más, comenzó a caminar rumbo a la salida pero un grito la detuvo.
—¡Oye, detente! ¡No me has pagado! —le gritó él, algo confundido y desesperado a la vez. Era algo característico de sus clientes hacerles eso, pero luego al darse cuenta volvían pidiendo disculpan y pagaban de más.
Pero ella era un caso especial.
—No pensaba hacerlo. —rió y lo miró coqueta—. Nos vemos mañana a la mañana. —salió disparada de allí y él, simplemente bufó cansado, ya sabía lo que le esperaba.
—¡Bennett! —gritó su supervisor—. A mi oficina. Ahora. —y se oyó un portazo.
Tomó aire y dejó que su cabeza se diera contra la mesada, preparándose mentalmente para lo que ocurriría.
ESTÁS LEYENDO
WhatsApp, My Starbucks Boy
Fiksi Remaja#7 Starbucks 30/09/18 Jordyn: Dime tu nombre. Chico del Starbucks: ¿Qué parte no entendiste de que me dejes en paz? Jordyn: No seas amargo cariño,sólo es una pregunta. Chico del Starbucks: ¿Y como voy a saber yo si no me quieres secuestrar? Jordyn:...