T H I R T Y - N I N E

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Podría decirse que Jordyn estaba contenta. Hacía un tiempo que no salía con alguien que no fuesen o su madre o su hermana.

Desde la muerte, abandono y/o desaparición extraña de su desconocido padre, todo había cambiado.
Chloe y Jordyn eran muy unidas a su padre, vivían en una bellísima casa, pasaban tiempo juntos, salían al parque, al cine, a las atracciones. Compartían muchísimos momentos juntos, pero lamentablemente todo eso se acabó cuando su padre desapareció.

Algunas lágrimas cayeron sobre el teléfono de la castaña al recordar cada salida.

—Papá iba a comprarme un helado... —sollozó al audio que grababa, contándole al Idiota acerca de su vida.

Ese tema tan peculiar no se lo había podido decir frente a frente; ella sabía que era muy sensible a la hora de hablar de su padre por lo que decidió contarle por su ya tan raro y constante chat.

—Y simplemente.. —hizo una pausa y liberó un gran sollozo—. Simplemente él no volvió. —tomó una gran bocanada de aire—. Supongo que... te habrás dado cuenta que no vivimos en las mejores condiciones. —sorbió su nariz, cosa que al morocho no le preocupó porque se había acostumbrado a sus actos tan asquerosos—. Y luego... —no pudo seguir hablando por los constantes y desgarradores sollozos.

Con su dedo, dio un ligero toque en su móvil dándole inicio a la nota de voz que le había llegado de su amigo. Una gota de agua quedó marcada donde había colocado el dedo.

—Jordyn. No te preocupes por eso, no hace falta que me cuentes todo si no quieres no lo hagas, no te obligaré. —el joven tomó aire—. Todos tenemos un oscuro y en algunos casos terrorífico pasado. Pero no te preocupes, a veces simplemente hay que salir adelante pensando en el resto. En que el resto sufre cuando nos ve mal.

Jordyn estaba frustrada, pues aquel chico no lograba entender su manera de pensar. Ella, cansada jaló sus cabellos mientras aún las lágrimas descendían. Sin contestar dejó de mala manera el móvil a su lado y hundió su cabeza en la almohada ahogando un fuerte grito que seguramente le había quemado la garganta.

—¿Acaso no se puede no pensar en los demás? —gritó en un ahogado sollozo.

—¿Jordyn? —una dulce y tierna voz resonó por toda la habitación, ella se volteó y miró a su hermana quien la observaba algo preocupada mientras se le acercaba—. Jordyn, ¿Qué sucede? —se sentó en el sofá a su lado aplastando el móvil.

—Nada. —abrazó un almohadón que yacía en el sillón y lo apegó a su pecho. Su hermana iba a decirle algo pero ella la interrumpió—. Nada y a la vez todo. —volvió a sollozar y su hermana la abrazó, apoyando su cabeza sobre sus piernas, dejando a un lado el suave almohadón.

—¿Qué sucede niñas? —la mamá de ambas llegó de la nada a la habitación. Las dos pequeñas se separaron y Jordyn se limpió rápidamente las lágrimas.

—Nada. —hablaron ambas en un susurro.

—Chloe. —la mujer miró a la pequeña la cual se quedó en un obstante silencio esperando lo que iba a decirle aunque ya sabía lo que sería. —Déjame hablar a solas con tu hermana, por favor.
La pequeña asintió y no le quedó nada más que marcharse de allí. Se fue, a rastras. Pero se escabulló detrás de la secadora mientras su hermana y su madre se sentaban en el sofá.

WhatsApp, My Starbucks BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora