O N E - H U N D R E D - S E V E N

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—Juro que cuando esté resfriado no pienso cuidarlo. —Jenna, la mamá de Matt, había estallado en carcajadas mientras charlaba con su vecina, la madre de Jordyn.

—¡Matthew Bennett! Al menos te pones unos pantalones y no andas en bóxer por las calles cuando solo hay 3°, te vas a enfermar mocoso —le gritó Jordyn molesta—. Pero eres muy tierno. —dicho ésto tiró de su brazo arrastrándolo dentro de la casa.

—Al menos lo cuida, y valora las idioteces que hace por ella. —habló de nuevo la madre del chico, sonriente y enternecida.

—No había visto a un chico correr por la calle gritando quién era su novia, y menos en bóxer. Con éstas temperaturas... —Anne dejó la frase en el aire y ambas entraron en casa de Jenna, sonriendo.

—¡No me voy a enfermar! —le gruñó molesto mientras se colocaba una remera. Estornudó.

—¿Decías? —lo miró mal para luego cubrirlo con las cobijas—. Duerme un poco así no te enfermas ni te resfrias. —le dedicó una tierna sonrisa y salió de la habitación para así husmear un poco por la gran mansión de Matt.
No malinterpreten, solo para conocer. Luego tenía que ir con urgencia al baño.
Oyó una conversación y un nombre que llamó su atención la obligó a oír desde el marco de la puerta.
Él estaba de espaldas por lo que ni se percató de su existencia.

—Oh, sí Amanda. —carraspeó—. Pero, no creo que Melissa sepa quiénes son. No, claro que no —chasqueó la lengua—. No, el no la encontrará ni nadie lo hará. Sí, está en Buenos Aires con su familia adoptiva. Nadie la recuerda, y Matt no sabe nada de ella así que... —dejó de hablar y observó por primera vez a Jordyn solo unos segundos—. Tengo que colgar, adiós Josh.

¿Qué? ¿Ahora era Josh? Oh, qué gracioso Bennett —Pensó.

Espero que las mentiras no sean heredadas —volvió a pensar.

—Disculpe señor, estaba buscando a las niñas. —mintió y carraspeó. —Veo que no están aquí así que adiós. —sonrió con nerviosismo y quiso salir pero él no se lo permitió, carraspeó con la garganta deteniéndola en seco.

—Escuché a Matt gritar en la calle que eras su novia —caminó y cerró la puerta para luego sentarse en una gran silla giratoria. Ella se sentó frente a él—. ¿Es verdad....?

—Sí. —no lo dejó terminar—. Sí, es mi novio. —que bien sonaba esa palabra para definirlos a ambos.

—¿Hace tiempo, o es algo nuevo?

—Desde hoy específicamente. —le sonrió y se encogió de hombros para cambiar el tema—. Sabe usted algo de Lía? —el hombre negó varias veces con la cabeza mientras mordía su labio inferior.

—Dime nena, ¿De casualidad oíste algo de la conversación que tenía por móvil cuando entraste? —ella negó frunciendo el ceño frenéticamente, mintió.

—Disculpe, no quería interrumpir su llamada y por eso esperé. —le dedico una tierna sonrisa.

<<¿Quién heredó mentiras ahora?>>

Oh, tu cállate. —le contestó a su subconsciente nerviosa.

—No te preocupes. —le puso una mano en los hombros y la dirigió hacia el pasillo—. Espero que tengas un bonito día. —Y se volvió a encerrar en su oficina.

¿Acaso esa conversación era acerca de la hermana Argentina de Matt? ¿Debía decírselo a él? Quizá no debía meterse en cosas ajenas.

Un sollozo de niña la sacó de sus pensamientos, comenzó a caminar en la dirección de la cual pensó que provenía el estruendoso y molesto ruido, abrió ligera y suavemente una puerta blanca con dibujos de flores donde se encontró a la hermana de Matthew, sollozando.

Alison. —pensó, y se arrodilló a su lado. La pequeña tenía sus brazos cubriéndole la cara en un rincón de la habitación. Su posición fetal le rompió el corazón a Jordyn.

—Alison, ¿Por qué lloras? —la pequeña dio un brinco del susto al oírla pero luego sollozó con más fuerzas.

—No lloro. —le dijo sorbiendo su nariz y limpiando sus ojos.

<<Oh claro, solo transpiras por los ojos>>

Cállate, ¡No es el momento! —le reprochó a su subconsciente.

—¿Qué pasa contigo, cariño? —le preguntó mientras le daba leves caricias en la espalda.

<<¿Y esa confianza?>>

¡Cállate!

—¿Sucedió algo? —volvió a preguntar y la pequeña de ojos claros la miró de soslayo, temblando.

—No la encuentro. —murmuró con el labio temblando.

—¿A qué? —le sonrió dándole confianza.

Seguro alguna muñeca, un oso, una manta favorita. —pensó.

—A tu hermana. —susurró y volvió a esconder el rostro entre sus piernas provocando un agudo ruido por su llanto.

—¿Qué? —su corazón comenzó a bombear sangre cada vez más rapido—. ¿Cómo que no la encuentras? ¿Qué hacían? —subió un poco la voz, desesperada.

—Jugábamos a las escondidas, y ella se escondió hace como media hora y... y... —pequeñas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.

—¿¡Y qué?! —alzó más la voz, con una notable angustia y desesperación.

—Y no la encontré... yo..yo le dije que no saliera de casa pe-pero no me hizo caso. —Jordyn se puso de pie y comenzó a jalarse el cabello con fuerza.

—¡Maldita sea! —gritó y apoyó su frente a la pared—. No puede ser, diablos. —murmuró y cerró los ojos.

Le pegó un último vistazo a la pequeña que tenía la piel como una gallina a conjunto con los dientes castañeteando, suspiró con demasiada frustración y se dirigió hacia ella.
La tomó en brazos, la depositó suavemente sobre su cama y finalmente la cubrió con las mantas.

—Jordyn. —la llamó y ambas conectaron sus miradas—. Encuéntrala, por favor. —sus ojos irradiaban una notable angustia, la castaña se limitó a asentir y salió de la habitación hecha un lío.

Cerró la puerta detrás de ella y se deslizó con la espalda en la misma. Pequeñas lágrimas habían comenzado a caer en silencio por sus mejillas y se cubrió la boca para no dar un inesperado y desgarrador sollozo.

—Chloe... —murmuró aún entre lágrimas, sus ojos no dejaban de parpadear y rápidamente se pellizcó el brazo, deseando que fuese un sueño.
Se acomodó con la cabeza entre las rodillas emitiendo sonoros sollozos, así permaneció por unos largos e interminables minutos.

—¿Jordyn? —alzó la vista, un Matt sin remera la observaba totalmente confundido—. Jordyn, ¿Qué pasó?  —se colocó a su lado de cuclillas y ella negó frenéticamente—. Pequeña, ¿Qué sucede? —se sentó frente a ella como indio, le acomodó algunos alborotados cabellos que interrumpían la visión de sus hermosos ojos y finalmente le dedicó una mirada totalmente comprensiva.

Ella se puso de pie rápidamente levantó su palma aún con los ojos cerrados y pronunció unas palabras que desconcertaron totalmente al chico.

—Estoy bien. —dicho ésto un sollozo se escapó de su boca rompiendo cualquier rastro de firmeza que hubiese hecho notar. Corrió por el pasillo escaleras abajo mientras su ahora novio trataba de procesar todo.

—Mierda, no puedo salir así. —dijo en voz alta y entró a su cuarto. Se puso la primer remera que encontró junto a los primeros jeans a su alcance. Ahora sí, corrió a más no poder intentando saber el destino o la causa por la que su novia se había ido así de rápido y sin explicación algún.

WhatsApp, My Starbucks BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora