Melodías del Destino (BaekYeol)

Lo que no se puede ver

"Congelado", esa palabra definía muy bien a Baekhyun en ese preciso instante. En todo el tiempo en que se había dedicado a imaginarse a Chanyeol en sus ratos libres jamás se puso a pensar en cuán alto sería... Fácilmente la cabeza de Baekhyun quedaba a la altura de sus hombros, y eso lo hacía sentirse aún más pequeño de lo que era en la vida real. Poco a poco su rostro estaba encendiéndose en un rojo total, y no era para menos, sólo a Baekhyun se le ocurría culpar de ladrón al mejor empleado de ahí...

— ¿Es tuyo? –preguntó Chanyeol.

— S-sí, gracias –Baekhyun tomó su celular y se alejó un poco. ¿En qué momento Chanyeol se había acercado tanto?

— Sólo vine a relajarme un momento, pero ya me voy, si es que mi presencia te preocupa –Chanyeol sonrió de lado.

— O-oye –Baekhyun se dio la vuelta a tiempo para agarrar el abrigo de Chanyeol y hacer que éste volteara.

— ¿Mm?

— B-Baekhyun.

— ¿Qué?

— Mi nombre.

— Nos vemos entonces, Baekhyun.

Baekhyun se sintió sin nada de fuerza al escuchar su nombre proviniendo de aquél chico llamado Chanyeol. Cuando menos se dio cuenta él ya se había ido y Baekhyun se había quedado completamente tieso. Antes de tomar un gran respiro e irse, volteó hacia atrás y vio el piano. Jamás pensó que Chanyeol fuera aquél que tocaba esa melodía. Era sencillamente extraño y bastante coincidente que fuera de esa forma, pero Baekhyun no hizo nada más que irse a su casa.

Cuando llegó, inmeditamente se fue a recostar a su cama. Su celular no había sufrido ningún daño, así que no se preocupó. Es más, una vez lo prendió no dudó en llamarle a Suho.

— ¿Bueno?

— Suho, me siento idiota.

— ¿Por fin te das cuenta?

— ¡No! Ha-hablo en serio...

— ¿Por qué lo dices?

— Conocí a alguien... pero no sé cómo me siento ahora...

— ¿"Alguien"? ¿Chica o chico?

— Chico.

— Vaya, creí que te había salido el lado heterosexual.

— ¡Deja de jugar!

— Está bien, está bien. ¿Y quién es ese "chico"?

— Se llama Chanyeol.

— Woah... ya hasta se presentaron mutuamente jajajaja.

— ¡Déjate de bromas!

— Está bien, está bien. ¿Y qué pasó después?

— L-lo confundí con un ladrón...

— ¿Ladrón? ¡Jajajajajaja!

— ¡No te rías!

— ¡Es que es absolutamente ridículo! ¡O tú lo eres, jajajaja!

— Tal vez yo lo sea...

— Jajaja, ¿por qué?

— Me congelé, Suho, ¡de verdad!