Capítulo 14

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Kimberly


Estando en el bar Citlalli me ayudó en la barra. Aprende rápido. Por eso es mi chica. Los pedidos salen rápido por tenerla conmigo, por supuesto que mamá le gusta porque así las personas disfrutan más estar juntas y bailando que en la barra esperando su turno para ser atendidos.

—Esto no es fácil — Comenta Citlalli abriendo una cerveza, simplemente sonriendo mientras bato unas bebidas.

Mientras más anoche, más personas llegan y tienen sed. Son escasos los momentos que tenemos a solas, no disfrutamos tanto pero si nos damos unos que otros besos. La primera vez fue inconsciente de que todos en la barra nos veían pero luego fue tan divertido demostrar nuestro amor en público que lo hacíamos de vez en cuando.

Citlalli se quedó dormida a las tres de la madrugada cuando los clientes cesaron por unos minutos, se fue a descansar en el suelo detrás de la barra pero el sueño la atrapó. Sonreí y la dejé dormir hasta las 4:45 a.m. que todo terminó aquí en el bar. Me daba tristeza despertarla porque se veía tan hermosa durmiendo así.

—¿Amor? — Me siento arrodillada al lado de ella — ¿Amor? — Acaricio su rostro se mueve un poco pero no abre sus ojos — Citlalli, cariño debemos irnos — Digo pero ella solo gruñe pero no se despierta.

Niego con la cabeza, me inclino hacia su mejilla para dar besos pequeños, bajo por su cuello y suelta un suspiro, sonrío porque sé que está despierta pero no quiere abrir sus ojos. Paso mi mano derecha por su espalda mientas beso su cuello y lo muerdo ligeramente, con mi otra mano acaricio su muslo desnudo.

No sé qué haré cuando llegué a casa con está muñeca.

Ella se estremece, como puedo me levanto y ella abre sus ojos desmesuradamente, inmediatamente sus brazos rodean mi cuello, su expresión me da risa, se hace la dura pero no aguanta tanto tiempo reprimiendo la risa. Nos reímos tanto que tuve que bajar porque pesa un poco.

—¿De qué se ríen, muchachitas? — Escucho que mamá habla y me giro — Ya es tarde, tienen que irse, yo las alcanzo — Asiento con la cabeza y busco la mano de Citlalli para salir de detrás de la barra.

Salimos del bar lo más rápido posible porque mi novia se estaba durmiendo mientras camina. Reprimí varias risas para no hacerla enojar, mamá se quedó facturando. Llegamos a casa y escuché el ligero bostezo de parte de Citlalli, abro la puerta y dejo que ella pase primero.

Ya iba llegando al primer escalón cuando la tomo por sorpresa por su espalda e inmediatamente la cargo como hacen los recién casado al entrar a la casa. Entre risas subí las escaleras, la bajo al estar frente a mi cuarto y sin pensarlo mucho le planto un beso, de esos besos que despiertan pasiones y algo más.

Sus brazos se enrollan en mi cuello, la rodeo con mis brazos su cintura. Abro la puerta de mi cuarto y caminamos dentro sin romper el beso. La cierro con cuidado y la tranco para no tener ninguna interrupción, se intensifica el beso, las caricias se vuelven locas e insaciables.

Le quito su blusa, dejando ver esos lindos senos, vuelvo a su boca. Esa boca que hace que tengo mil vibraciones en mi cuerpo. Desabrocho mis pantalones, paso mis manos por sus muslos y la alzo para que ella enrolle sus piernas por mi cintura, la llevo cargada hasta la cama donde la acuesto con cuidado sin romper el beso.

—¡Ahhh! — Gime cuando bajo mis labios por su mandíbula.

—Citlalli — Jadeo su nombre.

Suelto un suspiro cuando siento sus manos sobre mi cintura, levanta mi camisa y me la quito para que ella me vea. Aprovecho a quitarme el sujetador y veo como los ojos de ternura se convierte en pura lujuria y deseo por mí. Me inclino de nuevo para besar su boca que la tiene abierta por el deseo.

Mi amor detrás de una barraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora