Capitulo 9

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Narra Lauren

Llegué al instituto al día siguiente, la verdad es que estaba algo nerviosa, sabía perfectamente que Elena habría contado a los demás la pelea que tuvimos el día anterior, así que me daban temor sus reacciones.

Entré al recinto sin ni siquiera pasar por el sitio donde siempre quedábamos todos para entrar juntos. No estaba lista para enfrentarme a tanto. Pero desgraciadamente ese momento no tardó en llegar.

-¿Se puede saber que te pasa? -oí la voz de Nico detrás de mí, mientras sacaba los libros de mi taquilla.

-Nada. -fue lo único que dije.

-No me digas que nada, mi novia no se comporta así. -solo hice silencio. -¡Habla! -gritó cerrando la puerta de mi taquilla con un golpe.

-¿Estás loco? -exclamé girándome hacia él. -¡Deja de ser tan violento!

-Elena me contó todo, qué pasa, ¿quieres ser amiga de Camilita, eso quieres? -preguntó en un tono de desprecio increíble. 

-No te importa lo que quiero o no quiero ser. -murmuré furiosa. 

-Me importa, porqué no voy a dejar que mi novia me ponga en vergüenza con estas situaciones. -dijo acercándose peligrosamente a mí, dejándome acorralada contra la taquilla. -Pídele disculpas a Elena, y déjate de sentimentalismos. 

-Haré lo que quiera, y olvídate de eso de que soy tu novia, porqué ya no lo soy más. -contesté decidida, viendo como su expresión cambiaba a incredulidad. 

-Ni de coña. -soltó con una risa sobrada. -puedo soportar que no quieras follar conmigo, pero de ahí a que me dejes, ni en tus mejores sueños.

-No, en tus mejores sueños seguiré yo contigo. Hemos terminado, ahora déjame pasar, llego tarde.

-No te vas, eres mi jodida novia, ¿estamos? -preguntó furioso.

-No, no estamos, una relación es cosa de dos, y yo no quiero estar contigo. -devolví.

-Eres una puta. -espetó.

-Como quieras, pero esta puta ya no está contigo. -y dicho esto salí pitando de allí.

Mis venas eran adrenalina pura, me sentía tan libre que me permití sonreírme a mí misma por mi logro. Hacía tiempo que no hacía lo que quería, y se sentía condenadamente bien. 

**


Narra Camila.

Me comía el sándwich a pequeños mordisquitos, últimamente no tenía el mejor apetito... ni el mejor animo, ni el mejor nada. Me sentía tan sola, tan vacía. Vivía la vida como si fuera una película, viendo como los demás reían, sentían... y yo solo estaba de espectadora, no sentía nada. Quizás exageraba, pero yo jamás me deje influenciar, siempre fui fuerte... entonces, ¿por qué me sentía tan débil? Qué me había pasado. A lo mejor se me terminaron las fuerzas de tanto aguantar.

Suspiré con la mirada perdida en mi comida, cuando de repente se escuchó la puerta abrirse fuertemente, haciéndome sobresaltar.

-Hombre, aquí estas Camilita. -era Nico, y por su mirada pude ver que no venía en son de paz.

-¿Q...qué pasa? -pregunté ya con los nervios atacándome. 

-¿Que, qué pasa? -preguntó retorico. -pues que por tu culpa, siempre salgo perdiendo de alguna manera u otra. Eso pasa.

-Pero si no he hecho nada. -aclaré, levantándome y apartándome de él, que se acercaba hacia mí.

-No me importa, todo es culpa tuya. -choqué contra la pared y él seguía acercándose a mí.

-Por favor, no me hagas daño, haré lo que quieras. -supliqué.

-La única solución es que desaparezcas, haznos el favor. -susurró muy cerca de mi rostro.

-No... no sé a que te refieres... -murmuré bajando la vista al suelo.

-Sí, si que lo sabes. -repitió en el mismo tono. Entonces, sentí como cogió mi mano y trazó una marca desde mi muñeca hasta mi antebrazo, con la yema de su indice. -¿te quedan dudas?

-No haré eso. -murmuré apartando la mano.

-Por favor, mírate, das asco, eso es lo único que la gente ve. Una asquerosa patética. -las palabras dolían como puños, en alguna parte de mi ser creyendo que eran ciertas.

-Para. -rogué.

-Para qué quieres vivir, ¿no te das cuenta que nadie te quiere cerca? ¿no te cansas de estar sola, de ser el hazme reír? ¿Por qué quieres vivir está vida?

Y por primera vez, me quedé sin palabras.

**


Narra Lauren. 

Llevaba todo el día sola, y la verdad es que se me había hecho muy difícil. Querer decir algo y no poder, tener ganas de reír y no tener a nadie con quien hacerlo... La verdad es que empezaba a entender un poco como se podía sentir Cabello, digo, Camila, aunque bueno, creo que eso no se podía acercar ni un poco a lo que ella debía sentir todos los días. Y menos, a lo que sintió cuando Nico le hizo aquello.

La verdad es que quise hablar con ella durante todo el día. Quería decirle que yo no tuve nada que ver en aquello, quería disculparme por todo el dolor causado, quería ser alguien para ella, quería ser su amiga, no sé porqué me causaba tanta curiosidad esa chica, pero lo hacía. 

Después de buscarla por todo el instituto me resigné, no estaba por ninguna parte. Pero por suerte sabía donde vivía.

Empecé a caminar y a prepararme un discurso mentalmente. Sabía que Camila era dura de roer, lo había podido ver y eso me ponía muy nerviosa, ella me ponía muy nerviosa. A medida que me acercaba a su casa, sentía mis manos ponerse sudorosas y mi corazón salirse de mi pecho. Realmente deseaba ese perdón. Llegué y pude ver la casa a oscuras, tan solo una habitación estaba con luz. ¿Sería ella? Mi mente se puso en blanco de tantos pensamientos que cruzaron por ahí.

¿Debía entrar?

**


Narra Camila. 

¿Por qué quería vivir está vida? Esa pregunta retumbaba en mi cabeza, y la respuesta era, que yo no quería esa vida. Estaba harta de esperar un milagro que me trajera la felicidad. Estaba harta de confiar y luego salir herida. Estaba harta de todo.

¿Cuando iba a ser feliz? ¿Cuando mi madre me preguntaría por qué no traía a amigos a casa, en vez de llamarme antisocial? ¿Cuando mi padre dejaría de pensar que su dinero equivale a su amor? ¿Cuando alguien se daría cuenta de que existo y de que estoy mal? ¿Cuando?

Mis zapatillas estaban empapadas, al igual que toda mi demás ropa. Se sentía tranquilo, un silencio perfecto. Era como si el mundo hubiera dejado de insultarme durante unos segundos.

Unos segundos que se hicieron minutos.

Unos minutos que se hicieron tiempo indeterminado.

Tiempo indeterminado en el que mis pulmones se llenaban de agua en la bañera de mi casa.

Tiempo indeterminado en el que me disculpé conmigo misma, por no poder llegar a vivir nunca la vida que una vez soñé para mí.




Falsa coraza (camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora