Capítulo 20

71 2 0
                                    

Narra Lauren

El frío del viento de media noche, golpeaba mi rostro mientras caminaba por la playa. En esos días de soledad me había dedicado a pensar. Pensar en mí, en lo que me sucedía. Sincerarme conmigo misma.

Ya me había admitido que me gustaba Camila. Sabía que las chicas me gustaban también... ¿Y los chicos? Por el momento no había vivido una situación donde hubiera sentido la más minima atracción. ¿Podría decirse que era lesbiana? ¿Y si en un futuro me llegaba a gustar un hombre? Dios, estaba demasiado confusa. Perdí días intentando ponerme una etiqueta, pero al final me di cuenta de que era solo yo. Lauren siendo ella misma, sin etiquetas.

Refrescaba un poco, así que metí las manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta, sin dejar de mirar mis pies hundiéndose en la arena. Palpé el objeto rectangular en mi mano derecha. Un paquete de tabaco. No solía fumar más que de fiesta, pero decían que desestresaba... Así que, ¿por qué no?

Saqué uno del cartón, y lo tomé entre mis dedos índice y corazón. Cogí el mechero de mi otro bolsillo, y lo encendí.

Calada tras calada, cigarro tras cigarro... Y no sentía que nada hubiese cambiado. Miré la hora en mi móvil, las dos y media de la mañana. Pero lo más importante, un mensaje de Camila.

Camila: Buenas noches, Lauren... Espero que podamos hablar y arreglarlo... Por favor, déjame al menos decirte lo que pienso.

Camila... Realmente ya no estaba enfadada. Yo también le dije cosas, y además las dos hablamos sin pensar. Fue una discusión de lo más tonta. Y la necesitaba mucho. Mañana hablaría con ella.

Guardé el móvil en el bolsillo de mi pantalón, y caminé de vuelta a mi casa.

Me encantaba la noche, era tétrica e inspiradora. El cielo, con las estrellas y la Luna brillando, era mi favorito. Más que cualquier puesta de Sol.

Llegué a mi casa y con solo rozar la punta de la llave con la cerradura, la puerta se abrió de golpe. Mi madre me miraba furiosa desde el otro lado.

-¡Pasa a casa! -Me tiró de la chaqueta y me hizo pasar a la fuerza, cerrando la puerta de un portazo. -¿Estas son horas? ¡Encima sin avisar! -Gritó como siempre lo hacía, sacándome de quicio.

-Mamá, ya soy bastante mayorcita. -Reclamé.

-No lo parece, te comportas como una cría. -Se acercó a mí. -¡¿Ese olor es tabaco?! -Exclamó enfadada. -Hija, no te reconozco, dejas a Nico, te juntas con esa lesbiana, fumas... ¿Qué será lo próximo? Madre mía, un día me cogera un ataque... -Se pasó las manos por la cara, y cambió la mirada a una de decepción. -Vete a duchar, hueles a tabaco que echa para atrás. Espero que algún día seas algo en la vida, y hagas algo de provecho. -Eso último me sentó como una patada.

-Que no sea como tú quieras, no significa que vaya a fracasar. -Espeté amargamente.

-Tienes que encargarte de la empresa, tienes que seguir con lo que yo he creado, ¿entiendes? -Habló dura. -Pero eres un fracaso, hija... No sé cómo podremos solucionarlo...

-¡No tienes que solucionar nada! -Grité, porque ella no me entendía. -¡Soy así, no puedo evitarlo! -Estaba frustrada, enfadada... Harta de siempre que tenía que dar un paso, tener que buscar la aprobación de mi madre. Estaba harta de mi monótona vida.

-¡No me grites, soy tu madre!

-¡Tú me estás gritando!

-Eres una mal educada, yo no te he enseñado así. ¿Sabes qué pasa? Que te perdono todo, te juntas con una lesbiana, fumas, sales y entras a la hora que quieres... ¡Y no te digo nada! -Exclamó alzando los brazos. -A partir de ahora, saldrás cuando yo te diga, y no quiero que te juntes con esa lesbiana. Nunca más. -Enfurecí.

Falsa coraza (camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora