Una vez delante del hotel, cogimos nuestras maletas y decidimos entrar. Hablamos con la recepcionista y nos dio la llave de nuestra habitación, era la 247. Subimos y al ver la habitación nos quedamos alucinadas. Era espectacular aquello. Cada una elegimos una cama y deshicimos nuestras maletas. Queríamos bajar a la piscina del hotel pero estábamos demasiado cansadas, así que nos tumbamos en las camas y empezamos a hablar.
Nos estábamos durmiendo todas cuando empezamos a oír gritos y bastantes ruidos de la habitación de al lado, así que nos cabreamos bastante y decidimos llamarles la atención. Dimos unos cuantos golpes a la pared que comunicaba con su habitación y en ese momento se callaron. Parecía que se habían dado por aludidos de nuestras quejas, pero al rato volvimos a oír gritos así que decidí levantarme y hacerles una visita.
Golpee la puerta con fuerza para que se notara desde el inicio que estaba enfadada. Esperé como unos dos minutos y al fin abrieron la puerta. En ese momento me encontré de cara con ese chico rubio.
Azahara: Esto eemm… Carlos, venía por…
Carlos: ¿Tú no eres la chica del avión?
Azahara: Sí, soy yo…
Carlos: Y dime guapa, ¿a por qué venías?
Azahara: Ah, sí. Si podéis hacer menos ruido por favor, que se os oye mucho.
Carlos: Claro, ahora se lo digo a los demás. No te preocupes.
Azahara: Gracias.
Carlos: Por cierto, ¿ya les has dicho a tus amigas que nos conociste en el avión?
Azahara: No, y me mataran si se enteran jajaja.
Carlos: Pues tengo una idea, ahora te hablaré por WhatsApp.
Azahara: Vale, hasta ahora.
Carlos: Adiós guapa.
Volví a mi habitación y enseguida recibí un WhatsApp de un número desconocido. Supuse que era Carlos, y así era. Había conseguido el número del móvil de Álvaro de cuando se lo di en el avión. Me comentó que le podríamos dar una sorpresa a las chicas esa misma noche y lo planificamos todo, y así los chicos también podrían conocerlas y yo volvería ver a Carlos. Un momento, ¿he pensado en Carlos? Sí, he pensado en él, supongo que quería decir que volvería a ver a Álvaro, era él el chico que me volvía loca y me sacaba las sonrisas, aunque no sé porque por un instante he pensado en Carlos.
Se hicieron las 9 de la noche y les dije a las chicas de bajar al restaurante. Bajamos y los chicos aún no estaban como habíamos acordado Carlos y yo. El restaurante estaba vacío y era solo para nosotros, eso lo había conseguido todo él. Les hice ponerse una venda a los ojos y avisé a Carlos. También me puse yo una venda en los ojos para que no sospecharan.
Se empezaron a oír pasos y yo sabía quién era, pero Vero y Nazaret estaban nerviosos. Al poco se oyeron las voces de unos chicos. Y después la de Carlos.
Chicos: ¡Sorpresa!
Carlos: Ya os podéis quitar la venda.
Las tres nos quitamos la venda y pude observar como Vero y Nazaret se quedaron boquiabiertas viendo a los chicos.
Vero: ¡Sois Auryn! No me lo puedo creer. Pero, ¿por qué a nosotras?
Nazaret: ¡Madre mia!
Azahara: Veo que os ha gustado la sorpresa.
Vero: Pero, ¿cómo?
Dani: Un momento, ¿tú no eres la chica del avión?
Azahara: La misma.
Nazaret: ¿Cómo que la chica del avión?
Vero: ¿Qué pasa aquí?
Dani me había delatado. Primero abrazamos a los chicos. En especial yo me quede abrazando a Álvaro, pero no sé porque, a Carlos también le di un abrazo sintiendo el mismo cariño. A los demás era un abrazo más de fan a ídolo. Vero y Nazaret también abrazaron a todos. Vero en especial a Carlos, era su debilidad y Nazaret a Álvaro y David, los adoraba a todos, pero a ellos en especial.
Después de eso empezamos a cenar y les contamos lo del avión y todo. Nos pasamos la noche hablando y como se hizo tarde, nos despedimos y dijimos de quedar al día siguiente.
Al subir a la habitación, nosotras empezamos a hablar.
Vero: Joder Aza, te voy a matar. ¿Por qué no nos lo habías dicho antes?
Nazaret: ¿Y si no llegamos a tener la oportunidad de conocerlos?
Azahara: Joo chicas, yo no lo sabía esto. Y al encontrarme a Carlos en la otra habitación me lo propuso él. Solo quería daros una sorpresa.
Entonces las dos se me abalanzaron y me abrazaron muy fuerte a la vez que me agradecían esa sorpresa y disculpándose por haberme chillado. Sabían que yo no lo había hecho a malas, y después me había esforzado en darles la sorpresa. Después estuvimos hablando un rato hasta quedarnos dormidas.