Al día siguiente nos despertamos sabiendo que ese era nuestro último día en Londres y los chicos no lo sabían. Nos levantamos y empezamos a prepararnos las maletas y cuando acabamos las dejamos al lado de la puerta.
Después fuimos a ver qué hacían los chicos. Llamamos a la puerta y nos abrió Dani. Les habíamos pillado cambiándose. De hecho, iban todos sin camiseta y nos quedamos las tres mirándolos a todos. La verdad, es que estaban todos muy bien. Cuando acabaron de arreglarse, bajaron a desayunar con nosotras.
David: Bueno chicas, ¿qué vamos a hacer hoy?
Nazaret: La verdad, es que nosotras poco.
Dani: ¿Por?
Vero: Hoy es nuestro último día aquí en Londres.
Carlos: ¿Y por qué no nos habíais dicho nada?
Vero: Porque no pensábamos que os afectara.
Nazaret: Además, nos acordamos anoche que hoy era nuestro último día aquí.
Blas: ¿Y cuándo cogéis el avión?
Vero: A las 4 de la tarde.
David: Jo, nos quedan pocas horas juntos.
Nazaret: Si…
Vero: Si… No me quiero ir, jo.
Dani: Ni nosotros que os vayáis.
Álvaro: ¿Por qué no dices nada Aza? ¿Quieres volver a Castellón?
Azahara: ¿Eh? No, no quiero irme de aquí. No me quiero separar de vosotros. Vosotros sois quienes me sacáis una sonrisa cada día. No quiero volver, joder…
Casi que después de esas palabras empecé a llorar. Intentaba contenerme pero no podía. No es que no quisiera irme de ahí, que tampoco, lo que pasaba es que no quería volver a mi casa.
Vero: Bueno, ahora vienes a Madrid con nosotras, ¿no?
Azahara: Sí, eso sí.
Blas: Pero, ¿por qué no quieres volver a Castellón si allí tienes a tu familia y a tu novio?
Esa pregunta me había hecho darme cuenta de las cosas. En Castellón estaban mis padres, pero no mi novio. Allí solo estaba ese cabrón que resultaba ser mi ex. En cambio en Madrid estaba mi futuro, y sí, el chico del que estaba enamorada…
Azahara: Bueno sí, quizás tengas razón…
Menos mal que Carlos me interrumpió.
Carlos: Un momento, ¿habéis dicho Madrid?
Vero: Si. Hemos alquilado una casa allí durante el verano, y si las cosas nos van bien, quizás la compremos.
Carlos: Entonces nos podríamos ver algún día en Madrid.
Nazaret: ¡Claro!
Vero: ¡Eso no se duda!
Continuamos hablando y antes de irnos, acabamos haciendo las últimas confesiones, que a lo mejor, nunca deberíamos haber hecho. O quizás sí, quién sabe. Empecé a hablar con los ojos inundados de lágrimas.
Azahara: Joder, gracias por todo lo que me habéis hecho vivir. Ha sido una de las mejores semanas de mi vida. Gracias.
Los cinco chicos se levantaron emocionados y empezaron a abrazarme. Después, habló Vero.
Vero: Yo tengo que decir que estoy loca por uno de vosotros, aunque sé que él no se fija precisamente en mí…
Después de eso, miró a Carlos y me miró a mí. Continuó hablando Nazaret.
Nazaret: Yo no quiero hacerle daño a nadie y menos a mis ídolos, pero he de decir que estoy enamorada de uno de vosotros.
Después de eso miro a David, y pude ver como Blas se dio cuenta y agachó la mirada. Se le notaba triste. Después se levantó y se dirigió hacia el balcón de la habitación y vi como se apoyaba en la barandilla. Vi que todos se me quedaron mirando esperando alguna confesión, pero en vez de decir nada, me levanté y me dirigí a donde estaba Blas.
Azahara: Blas, no estés triste por favor. No soporto ver a uno de mis ídolos mal.
Blas: Es muy jodido que te rompan el corazón. Estoy enamorado de Nazaret, y sabes perfectamente al igual que yo, que ella está enamorada de David.
Me derrumbé. Me senté al suelo y empecé a llorar. Blas me vio y se agachó muy preocupado.
Blas: Aza, ¿qué te pasa?
Azahara: Nada. ¡Qué todo es una puta mierda! He mentido. No tengo novio, tenía. Corté con él hace unas semanas y todo es una mierda. No puedo dejar de llorar por las esquinas. Pero por favor, no estés triste. Si uno de vosotros está mal yo me derrumbo.
Blas: Está bien pequeña, yo sonrío por ti, pero tú hazlo por mí.
Le di un enorme abrazo y estuvimos un poco más hablando y después entramos con los demás.
Se hicieron las tres y ya estábamos en el aeropuerto. Cuando íbamos a embarcar, nos despedimos de los chicos entre abrazos y alguna que otra lágrima.
Después cogimos nuestro avión rumbo a Madrid. Allí nos esperaba todo un verano por delante, y quizás, toda una vida.