*Narra Nazaret*
Estábamos hablando los tres cuando de repente vimos aparecer a Álvaro con Aza en brazos. Primero pensé que había pasado algo entre ellos y me alegré, pero después pude ver como Aza estaba sangrando y me preocupé. Álvaro dejo a Aza sentada en un sillón a nuestro lado y se fue corriendo a buscar a los otros chicos. Me acerqué a ella y empecé a acariciarle el pelo, la pobre casi no podía ni hablar del dolor.
*Narra Vero*
Habíamos acabado de jugar al futbolín cuando nos disponíamos a ir hacia la piscina de nuevo y vimos aparecer a Álvaro muy preocupado y con sangre en la camiseta.
Dani: Álvaro, ¿qué te pasa?
Carlos: ¿Y esa sangre?
Álvaro: No es mía. Es de…
Carlos: Álvaro, ¿de quién?
Álvaro: Es de Aza, ¡joder!
Vero, Carlos y Dani: ¿¡Cómo!?
Álvaro: Me estaba persiguiendo cuando se ha resbalado y se ha golpeado la cabeza.
Vero: Pero, ¿dónde está?
Álvaro: Dani, ¿me acompañas al hospital por favor?
Dani: Claro, vamos.
Y se fueron los dos corriendo.
Estaba casi llorando, joder, Aza, mi mejor amiga. Álvaro tenía sangre suya y no sabía dónde estaba, además ahora me sentía mal por haber sentido celos con ella y Carlos, joder, la necesito ver.
Carlos me vio a punto de llorar y se acercó a mí y me dio un fuerte abrazo.
Carlos: Pequeña no llores, verás cómo está bien.
Vero: Necesito verla, por favor.
Carlos: Pequeña, será mejor que nos quedemos aquí. No podemos ir tantos al hospital de golpe. Además que solo ha sido un cortecito, ya verás.
Vero: ¿No estás preocupado?
Carlos: Si…
*Narra Carlos*
Claro que estaba preocupado. Álvaro llevaba la camiseta de sangre, y ahí había bastante más sangre que la de un simple rasguño. Yo también necesitaba verla, además quería llorar, pero tenía que ser fuerte. Además tenía que sonreír por Vero, si ella me veía mal, se pondría aún peor.
Carlos: Venga Vero, vamos con el resto de los chicos.
Fuimos a mi habitación y allí nos encontramos con todos los otros. Con David, Blas y Nazaret, los únicos que quedaban en el hotel.
Vero: ¿Y Aza?
Nazaret: Se la acaban de llevar al hospital Dani y Álvaro.
Blas: Han dicho que llamarán cuando sepan algo.
Pude ver como Nazaret también tenía lágrimas en los ojos y no pude evitar darle un abrazo también. De hecho, esa tarde la pasamos entre abrazos, lágrimas y caras tristes. Ellas eran sus mejores amigas y era normal que estuvieran preocupadas, y nosotros, en fin, le habíamos cogido mucho cariño, aunque algunos más que otros…