28. All I do is win

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Hace ya una hora que se fueron Piero y Michael con Gael. Yo ya no sé ni qué hacer. Estoy andando de un lado a otro alrededor del salón mientras todo el mundo baila. Cada vez que un camarero pasa con una bandeja con champán cerca de mí, cojo una copa. He perdido la cuenta de todas las que me he tomado. No dejo de mirar hacia la puerta por la que se han marchado. Necesito hablar con ellos, no aguanto más esta situación. Lo que más miedo me da es lo que se puedan estar diciendo.

- Un momento, por favor- miro hacia una pequeña tarima en la que antes se encontraban los músicos, los cuales ahora se han apartado para dejar hablar a Gael.- Muy buenas noches y muchas gracias por venir- La gente aplaude.

Veo al lado de los escalones por los que se sube a la tarima a Piero con su semblante serio, pero no veo a Mike por ninguna parte.

- Realmente agradezco que vengáis para solidarizaros con la causa que hoy nos ha traído aquí, como cada año, y es que la dependencia en cualquiera de sus formas es una terrible enfermedad que le puede tocar a cualquiera, directa o indirectamente- dice Gael dirigiéndose hacia todos los invitados.

- Creo que me debes una explicación- me sobresalto cuando Michael habla a mi derecha.

En otro momento me hubiese inventado alguna excusa, pero no ahora; estoy cansada. Asiento con la cabeza y él se marcha, yendo yo tras él.

Le sigo hasta una habitación que parece una especie de despacho. Michael se sirve en un vaso un licor que hay sobre una mesa. Da un trago y se gira para mirarme.

- Estás muy guapa- me dice sin ninguna expresión en su cara.

- Gracias- no sé qué más decirle.

Se queda en silencio y a mí esta incertidumbre me mata. Al cabo de unos treinta segundos habla.

- Tú dirás- dice con gesto serio.

- ¿Yo diré el qué?- pregunto nerviosa.

- No le he preguntado a Piero porque teníamos otros asuntos que resolver, pero sé que algo pasa- da otro trago a su bebida.

- No sé por dónde empezar- le digo suspirando.

- ¿Por qué no empiezas desde el principio?- dice alzando una ceja y yo cojo aire.

- Bien,- digo preparada para hablar- conocí a Piero una noche en Madrid. Estuvimos charlando y nos caímos bien. El día de San Valentín, cuando me dejaste plantada, salí por la noche con dos amigas y me le encontré en un bar. Él me vio mal y estuvo conmigo. Me marché con él a su hotel y una cosa llevó a la otra...- veo como Michael aprieta el vaso con fuerza.

- ¿Te acostaste con él?- pregunta intentando controlarse.

- Sí- digo armándome de valor.

- ¡Joder!- tira de golpe su vaso contra la pared y yo pego un bote del susto.

Anda de un lado a otro agarrándose el pelo.

- ¿Por qué?- me grita acercándose a mí y yo me encojo en mi sitio.- ¡Contesta!

- ¿Qué querías que hiciese? Tú y yo no teníamos nada serio y Piero en ese momento me atraía- él ríe sarcástico.

- ¿Nada serio? Me marché a España sólo por recuperarte. Me costó Dios y ayuda que me perdonases por algo que tampoco era tan grave como tú lo hacías ver. Y sólo por una noche, ¡una jodida noche que no pude estar!, ¿coges y te vas con el primero que pillas?- dice riendo y a mí me duele en el alma esto.

- Lo siento, Mike, yo no pensé que te afectaría tanto- digo aguantando las lágrimas.- En ese momento no veía que estuviese haciendo nada malo. Tú te marchaste a otro país y no me diste ninguna explicación. ¿Cómo querías que reaccionase?

- Te pedí tiempo- me dice bajando la voz muy cerca de mi cara, más furioso que antes.- Te dije que me dieses tiempo, pero aquí parece que el que no corre, vuela. ¡Encima con mi mejor amigo!- vuelve a gritar diciendo esa última frase.

- Yo no sabía que os conocíais- ríe negando con la cabeza- ¡Es cierto! Nunca hubiese hecho nada con Piero si lo hubiese sabido. Aunque no lo creas no soy tan cruel- digo mirando hacia otro lado. No puedo aguantarle la mirada porque lloraré.

Nos quedamos en silencio otro momento.

- ¿Qué significa Piero para ti?- me pregunta en un tono normal.

Le miro y él mira hacia ninguna parte. Ya no tiene el mismo gesto serio que antes; parece más triste que enfadado.

- Es un amigo- le digo midiendo mis palabras.

- ¿Sólo un amigo?- me mira.

- No lo sé, Michael...

- ¿Qué no sabes?- se le quiebra la voz y a mí se me parte el alma.

- Por favor, Michael, no me hagas esto- le suplico.

- ¿El qué? ¿Pedirte que me digas la verdad?

- Creo que no estás en posición de pedirme a mí la verdad cuando tú eres como un libro cerrado- le digo a la defensiva.

- Eso no es verdad y lo sabes.

- Ah, ¿no?- me cruzo de brazos.- Entonces, dime, ¿por qué te fuiste a Suiza ese día?

- Rocío, no puedo...

- ¿Lo ves? Mira Michael, la confianza es la base de una relación y ninguno de los dos la tenemos. Vale que yo no hice bien yéndome con Piero a pesar de no tener una relación seria contigo, pero no puedo seguir con lo que sea que tenemos de esta forma.

- ¿Qué quieres decir?- pregunta en un susurro.

- Que quizás no estemos hechos el uno para el otro, y que estando juntos nos hacemos daño- pronunciar esas palabras ha creado un nudo en la garganta como nunca antes.

- No digas eso- se abalanza a mí y me abraza. Yo cierro mis ojos con fuerza- No lo digas, por favor. No sé por qué cojones me comporto así contigo. No sé por qué me haces tanta falta. Sin ti es como si me faltase una parte de mí, la parte más importante- dice aún sin soltarme y yo trago saliva aguantando las lágrimas que impugnan por salir.- Es como si el mundo estuviese en contra nuestra, pero si es necesario me enfrentaré a todo lo que se interponga entre nosotros; haré cualquier cosa con tal de mantenerte junto a mí. He olvidado como vivir si no estás conmigo.

No puedo más y empiezo a llorar. Nunca nadie me había dicho nada parecido y ahora me siento la persona más egoísta del mundo por pisotear los sentimientos de Michael como si nada.

Se separa de mí y me besa. Cuando nos separamos, seca las lágrimas con el dorso de su mano y apoya su frente en la mía.

- No me dejes, por favor- susurra.

Rocío Y Sus Novios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora