29. Al filo de la irrealidad

42 4 0
                                    

Voy con Michael en su coche. Nos hemos ido sin decir nada a Gael, espero no tener mañana problemas con él. Vamos en silencio, pero no uno incómodo, simplemente no necesitamos decirnos nada más en estos momentos. Miro a través de la ventana, sin observar nada en particular.

Paramos frente a un hotel y bajamos del coche. Mike sujeta mi mano y juntos entramos. Nada más subir al ascensor Michael se abalanza sobre mí. Mi espalda choca con una pared. Enredo las piernas en su cintura y entrelazo mis manos por detrás de su cuello. Cuando llegamos a nuestra planta, él finaliza el beso. Me baja y yo me tambaleo. No me di cuenta de todo lo que había bebido esa noche hasta ese momento. Michael pasa su mano por mi cintura y me guía hasta la puerta de una habitación.

Entramos y yo tropiezo con una alfombra que me habría hecho caer si no fuese por los rápidos reflejos de ese hombre.

- Creo que será mejor que te vayas a dormir- me dice intentado ocultar su sonrisa.

- ¿Dormir? ¡No! Estoy perfectamente, mira- intento dar una vuelta sobre mí misma pero me vuelvo a tambalear.

Mike me coge en brazos y me lleva hacia la cama.

- Por hoy has tenido suficiente, pelirroja, pero no dudes de que mañana serás sólo para mí- besa mi frente y se va al baño.

Yo cierro los ojos y todo me da vueltas.

29 de febrero de 2016

- Como escuche a otra octogenaria decir que cumple veinte años juro que me tiro por el hueco del ascensor- dice Sandra sentándose junto a nosotros en la cafetería de la empresa.


- No seas agonías, mujer- le dice Manuel,- éste es el país en el que cada noche vieja se tiene que recordar que las uvas no se empiezan a comer hasta después de los cuartos. Si cada veintinueve de febrero no se hacen los mismos chistes, España perdería su esencia.

- Ya, pero no entiendo el porqué de que yo me tenga que reír cada vez que me lo dicen- dice Sandra de malhumor.- A veces me dan ganas de gritar: ¡Señora, de veintiún años nada! Usted está en una edad comprendida entre los ochenta y la muerte.

- Joder con la niña, el humor que se gasta hoy- dice Ángel.

- Es lunes, chico, ¿cómo quieres que esté?- le dice Sandra lo más borde que puede.

- Ahí tiene razón la niña- asiento terminando mi café.- Vamos, hay que ponerse con lo de Tiziano.

- A mí esa gente me tiene totalmente desmotivado, jefa- me dice Ángel.- Estoy seguro de que hagamos lo que hagamos no estarán contentos con el resultado.

- Qué pesimista eres,- le digo levantándome y todos me imitan- esta vez tengo una idea. Después de conocer al dueño, creo que sé exactamente lo que quiere- sonrío.

°°°

Estoy paseando por el barrio a Luck. No es un día muy frío en comparación con la semana pasada; se nota que la primavera se acerca.

Me siento en el borde de una fuente y un chico que llega a la plazoleta por mi izquierda llama mi atención. Es Abel, le conocí hace unos días y le suelo ver por aquí con su perrita. Es algo cerrado. Normalmente me saluda, se sienta a mi lado y no dice nada más. Yo de vez en cuando le intento sacar alguna que otra palabra pero sé muy pocas cosas sobre él.

- Hola, Abel,- le saludo con la mejor de mis sonrisas,- hola, India, guapa, corre, ve a jugar con Luck- le digo a su precioso bóxer.

Abel, como de costumbre, se sienta a mi lado con un apenas audible "Hola".

Rocío Y Sus Novios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora