25 de diciembre de 2015
El ruido de la ducha procedente del cuarto de baño me despierta. Intento abrir mis ojos poco a poco pero este infernal dolor de cabeza me lo impide. Oigo como el sonido del agua cayendo cesa. Levanto mi cuerpo bruscamente abriendo al máximo mis ojos- ¿dónde rayos estoy?-. Levanto la colcha que tapa mi cuerpo y veo que estoy en ropa interior- ¡Dios mío de mi vida y de mí corazón hermoso! ¿Qué hice yo anoche?-.
Salgo de la cama y me cubro con una camiseta que hay sobre una silla, de un equipo deportivo al cual yo no conozco y atravieso la puerta del dormitorio. Ando por un largo pasillo hasta llegar a un amplio salón, con una cocina americana que lo hace parecer aún mayor de lo que es. Los sofás son negros de cuero, paredes blancas, una mesa de cristal en el centro y un gran televisor. Hay colgadas varias pinturas, pero ni un retrato familiar. Un piso de hombre en toda regla.
- ¡Aquí estás!- dice una voz a mis espaldas y yo me doy la vuelta sobresaltada.- Creí que te habías marchado- dice un poco apenado.
- ¿Q-qué paso anoche?- que no sea lo que yo pienso, por favor.
- ¿No lo recuerdas?- pregunta asombrado.
- No...- digo en un pequeño susurro a penas audible.
- ¿En serio?- insiste.
- ¡Qué no, pesado! ¿Si no para qué te estaría preguntando?- digo con burla en mi voz.
- Sexo.
- ¿¡Qué!?
- Lo que oyes- dice y se va a preparar una taza de café- ¿Quieres?- me ofrece como si no hubiese pasado nada.
- ¡Ay, ay ,ay! No puede ser. ¿Por qué?- digo mientras camino en círculos mirando al cielo- Señor, sé que en otra vida debí ser Hitler como mínimo para que me pasen estas cosas pero, te pido, te suplico que me des un respiro.
- ¡Ey! ¿Tan malo sería pasar la noche conmigo?- me pregunta Michael ofendido.
- No es eso- le digo mientras me siento frente a él y pongo mi cabeza entre mis manos.- Sólo es que no quiero añadir otro desastre a mi lista de conquistas.
- ¿Tu "lista de conquistas"? - pregunta ahora divertido.
- Conquistas, relaciones fallidas..., como quieras llamarlo- digo suspirando.
- No pasó nada.
- ¿Cómo?- levanto mi vista de repente.
- Que anoche no paso nada. Te quedaste dormida en el taxi y no había quién te levantase- me dice riendo- Deberías haberte visto la cara.
- ¡Imbécil!- le grito pero empiezo a reír por el numerito que le he montado hace unos minutos.
- Aunque debo admitir que estoy algo indignado- dice fingiendo seriedad.- Normalmente las mujeres me tienen que suplicar a mí para acostarme con ellas, y no a Dios por librarse de un error como yo.
- Lo siento, a veces soy algo dramática- le digo con una sonrisa avergonzada.
Él me mira, sonríe y bebé de su café- Quién fuese taza...-.
- ¿Por qué me miras así?- pregunta con una sonrisa burlona.
Me atraganto con el café que me había servido y voy al servicio sin responder.
Me doy una ducha rápida y me visto. Cuando salgo, veo que sobre la barra de la cocina hay varios regalos envueltos.
- ¿Y ésto?- pregunto confusa.
ESTÁS LEYENDO
Rocío Y Sus Novios
HumorRocío es divertida, ingeniosa y trabajadora. Un personaje que te recordará a ti misma. Pronto aparecerán en sus vidas dos hombres que lo cambiarán todo para ella. Una historia con una mujer real, con los mismos problemas e inquietudes que todas pod...