23. Freedom

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17 de febrero de 2016

Tengo el móvil colapsado de llamadas de Michael. Me siento mal por lo que hice la otra noche con Piero, aunque no sé porqué debería sentirme así, pero en mi interior sé que no estuvo bien.

Vuelvo a recibir otra llamada suya y decido que es el momento de enfrentarlo. Soy bastante mayorcita ya como para comportarme con él de una forma tan infantil.

- Hola- contesto del colgando el teléfono.

- ¡Joder! ¿Por qué mierdas no me has contestado antes? He estado preocupado- grita furioso y yo me siento aún peor.

- Yo...

- Mira, es igual- me interrumpe,- siento haberte dejado plantada la otra noche sin darte ninguna explicación, pero entiéndelo.

- ¿Qué debería entender?

- Verás, es complicado. No puedo hablar de esto por teléfono pero te aseguro que tenía una buena razón- dice ahora en un tono de voz normal.- ¿Podríamos quedar esta tarde para hablar?

No tengo muchas ganas de verle. Ya no sé si es por mi cabreo o por los remordimientos de haber estado con Piero. Algo me dice que es por lo segundo.

- Rocío, ¿sigues ahí?- pregunta al otro lado del teléfono.

- Sí, sí... De acuerdo, a las siete en la cafetería de la esquina de Fuencarral. ¿Te viene bien ahí?

- ¡Perfecto!- dice esperanzado.- Ahí nos vemos entonces.

Colgamos y se me hace un nudo en el estómago. Me siento la peor persona del mundo.

°°°
Llego a la cafetería y a través del cristal veo a Michael sentado en una mesa.

Cuando entró por la puerta el se levanta y me da un beso en la mejilla.

- ¿Qué tal estás?- me pregunta.

- Bien... ¿Y tú?

- Podría estar mejor, pero dejémoslo en bien- me sonríe y a mí se me parte el alma.

Nos sentamos y pedimos un par de cafés al camarero que se nos acerca.

- ¿Qué tal todo por la empresa?- me pregunta rompiendo el silencio incómodo que se había establecido entre los dos.

- Ha habido problemas con una campaña y me toca ir a Italia el domingo- le digo y se sorprende.

- No lo sabía. ¿Te lo ha ordenado Márquez?

- No, fue el Señor di Rosi.

- ¿Gael?- pregunta frunciendo el ceño.- Qué raro, normalmente me informa de todas las decisiones que toma, por muy mínimas que sean- yo me encojo de hombros cuando llegan nuestros cafés. - Y dime,- continúa,- ¿hasta cuándo estarás?

- Pues la verdad, no lo sé. El Señor di Rosi no ha especificado. Supongo que hasta que solucionemos el problema- él se limita a asentir mientras da un sorbo a su café.

Volvemos a quedarnos en silencio hasta que ya no aguanto más.

- Creo que deberíamos hablar sobre el motivo de quedar estar tarde.

- Yo estoy muy a gusto así.

- Michael...

- Vale. Será mejor hablarlo cuanto antes. Verás,- se incorpora en su asiento- hay cosas de mi vida que no te he contado y que, ten por seguro, no te contaré ahora.

- Entonces, ¿para qué me has hecho venir aquí?- pregunto enfadada.

- Déjame terminar, por favor- asiento.- Si no te las cuento hoy es porque todavía no estoy preparado; sólo te pido tiempo- dice sujetando mi mano por encima de la mesa.

Siento que me quema y la aparto rápidamente.

- Michael, tengo algo que contarte. No creo que tenga la obligación de hacerlo, pero así me quedaré más a gusto conmigo misma.

- Me estás asustando.

- Vamos, Ro, suéltalo de golpe, esto es como una tirita, cuanto más rápido la quites, menos dolor-, me animo a mí misma.- El caso es que la noche en la que me llamaste y me dijiste que estabas en Suiza, salí con unas amigas a ahogar las penas.

- Por favor, Rocío, espero que no me vayas a decir lo que creo que me vas a decir- dice apretando sus puños sobre la mesa.

- Estuvimos bebiendo y bailando, bueno, lo típico, y me encontré con un amigo. Una cosa llevó a la otra y...

- ¡Joder!- grita y da un golpe a la mesa con la palma abierta llamando la atención del resto de personas de la cafetería.- Dime que esto es una jodida broma- dice frunciendo el ceño.

- Lo siento, yo...

- ¿Por qué coño lo has hecho?- vuelve a alzar la voz.

Está muy nervioso y con todo se nota que está controlándose porque estamos en público.

- No he hecho nada malo- murmuro.

- ¿Qué no?- me pregunta furioso.- ¿Cómo te hubiese sentado a ti si me hubiese follado a otra mujer?

La situación me está superando. ¿Quién se ha creído para hablarme así?

- Te recuerdo que nosotros no somos absolutamente nada- le siseo.- Ni te he engañado ni nada. Puede que en tu caso me hubiese sentado mal, no te voy a mentir, pero también sabría que no tengo ningún derecho de recriminarte nada porque no estamos saliendo.

- Entonces, para ti, ¿qué es lo nuestro?

- No lo sé...- esa pregunta me ha pillado totalmente de improvisto.- Somos amigos.

- ¿Amigos?- suelta una carcajada sarcástica.- Yo con mis amigos no hago las cosas que hago contigo.

- Pues dímelo tú, ¿qué somos?

- Esto es una estupidez, me voy- se levanta, saca cinco euros de su bolsillo y los deja sobre la mesa.- Que te vaya muy bien, Rocío- hace ademán de irse pero vuelve a mirarme.- Sólo te diré una cosa más: cuando te quejes de tu mala suerte, y creas que el karma sólo actúa contigo, piensa que quizás tú eres tú propio karma- y con eso se marcha y me quedo ahí sentada.

Tiene razón. Yo sola he jodido todo, sin ayuda de nadie. Algo que era perfecto lo he tenido que estropear pensando que no habría ningún tipo de consecuencia.

Cuando todo va perfecto, siempre tengo que joderlo todo.

Rocío Y Sus Novios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora