Capitulo 1.

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¡Maldicion!

¿Dónde deje el detergente?

Carla me matará si llego con jeans y zapatillas a su cumpleaños.

En el lavado, nada. En mi habitación, nada. En la cocina, nada. ¿Dónde carajos lo deje?

Exasperada, puse un mechón de cabello que caía por mi frente, tras mi oreja.

Fui rápidamente a mi habitación en busca de mi bolso y algo de dinero. Definitivamente no seguiré perdiendo el tiempo en buscar ese tonto detergente para lavar ese feo e incómodo vestido. Además me quedaba poco, será mejor que compre más.

Tomé las llaves de mi casa y me dirigí a la puerta para salir. Una vez fuera le puse pestillo a la puerta.

Baje por un ascensor hasta llegar a la planta baja.

– Hola Piter–Salude al guardia.

–Hola señorita Marina–Me sonrió.

– ¿Cómo está el clima hoy en Miami?

– Como siempre despejado, y mucho sol.

– Genial, bueno debo irme. Nos vemos Piter– Agite mi mano en señal de despedida.

– Hasta luego señorita– Me abrió la puerta de entrada.

Salí y corrí a tomar un taxi que estaba llegando al edificio. Lo hice parar y entre. Le entregué el dinero y comenzamos a andar. El trayecto fue corto, pasaron los minutos y yo seguía mirando el camino esperando ver un supermercado.

– Aquí por favor– Le señale una parada al conductor.

– Okay– paro– Que tenga un buen día señorita.

– Igualmente– Le sonreí.

Mire a todo las dos y empezar mi andanza hacia el supermercado, tenía hambre y el almuerzo aún no lo preparaba. A mis cortos 18 años mis almuerzos son pizza, o comida rápida. No se cocinar muchas cosas. Pero la mayoría del tiempo estoy saliendo al hospital de mi padre para ayudarle en cualquier cosa y así poder ganar algo de dinero, no me gusta vivir a costas de ellos.

Seguí caminando y vi una tienda. Era zara, amo esta tienda, casi toda mi ropa es de aquí. Podría hacer una diferencia y envés de seguir con ese feo viejo vestido, comprarme uno aquí junto con unos zapatos. No lo pensé dos veces y comencé a entrar cuando...

–¡Auch!– ¿Acaso yo estaba en el suelo?.

– Oye ten más cuidado para la próxima– Dijo un chico intentando no mostrarme su cara ¿Qué onda?.

– Que caballeroso– Me había botado y siquiera se digno a ayudarme a pararme.

– Oye espera– Se quitó los anteojos y la gorra que llevaba– ¿Marina? ¿Marina Silverato?– ¡NO PUEDE SER!.

Lo que vi me dejo paralizada, con los ojos abiertos. Sin emitir ningún tipo de sonido. Han pasado ¿Dos años? Si, dos infinitos años desde que no lo veo. Desde que me fui a Londres y vi a aquel chico parado en medio de la calle mientras yo lo miraba por la ventana trasera del auto. Mi mejor amigo, mi confidente, mi compañero de bromas, mi hermano de otra sangre. Cuánto lo extrañe Dios, me tomo un momento darme cuanta y pararme rápidamente a abrazarlo.

Vídeo amigos. [Cameron dallas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora