Capítulo 16 °Antinatural°

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Música en **

..

D'prian, Capital de Lemuria. Tiempo presente.
Malva.

—Gracias.

   Mi propia voz me suena desconocida y extraña para cuando hablo, las muchachas que sirven el desayuno o como ellas se han hecho llamar "Silfos" ni se inmutan, al contrario parecen afanarse por terminar de acomodar los platos en la pequeña mesa que ellas mismas han traído la noche anterior, ahora adaptada a una distancia prudente de la chimenea tras haber recolocado los muebles.

   Inútil, así me siento observando como estas chicas que parecen de porcelana me atienden; finos vestidos recubren sus cuerpos delgados y elegantes en tonalidades pasteles de azul, naranja y amarillo, sus movimientos gráciles dan la impresión de que son fantasmas quienes tienden la mesa y esto junto al encanto que desprenden les da un aire cautivador. Pero no son las características que descubro de ellas lo que me atrapa, sino los diminutos destellos que parecen reflejar sus ojos.

   Tendría que preguntar por ello, me anoto mentalmente mientras les doy un asentimiento de agradecimiento para verlas marcharse como espectros.

—Tú puedes Malva—Me ánimo observando los platos que se extienden ante mí en la pequeña mesilla, mi garganta clamando por un sorbo de agua y ni corta ni perezosa cojo el zumo de lo que creo es naranja y afirmo lo es en cuanto bebo un sorbo del mismo, no obstante la sensación pesada que se instala en mi estomago al hacerlo me lleva a ponerlo con las manos temblorosas sobre la consola.

   Suelto un gimoteo y fijo la mirada en la avena de aspecto apetecible, pero por más que intento embutirme una cucharada no lo logro, el olor me repugna y me lleva a soltar el cubierto con un sonoro golpe en el tazón. Tenía hambre, eso estaba más que claro en el temblor y la debilidad que sentía en mi cuerpo, pero era más que eso, estaba famélica por no haber probar bocado alguno desde que habíamos salido de aquel campamento que ya comenzaba a ver lejano, no obstante en cada intento por llevar comida a mi organismo las nauseas me invaden.

   Repentinamente molesta conmigo misma y por cual sea la reacción de mi cuerpo que me impide probar bocado me levanto de la mesa con pasos cortos hasta detenerme a un palmo de las cristaleras del pequeño balcón; el crepitar de las llamas encendidas que me acompañan desde la noche anterior me llena de algo parecido a la melancolía y me transportan al comportamiento casi infantil en el que me escude en cuanto Uriel se marcho.

    ¿Estaba realmente lista? ¿O había sido mera fantasía propia? Se me es inevitable no pensarlo con la constancia de mis ojeras y los hechos que se me habían revelado la tarde anterior. No era un chiste, no cuando la persistencia y calma de las palabras expresadas por los miembros de la cámara y aquellos hombres de rostro angelical me habían hecho creer.

   Bien así había encontrado lagunas en sus testimonios tras haberlos repasado durante toda la noche ¿Yo heredera a un trono, peligrosa y más? En definitiva algo andaba mal con ellos, o realmente mi arribo a D'prian acarreaba lo que claramente ellos veían como secuelas.

    O tal vez no quiero... O me cuesta ver lo que se me muestra.

   Estaba comenzando a sentir desaliento al no parar de cuestionarme cada dos por tres.

   Y de hecho había algo más que me mantenía en vilo y era el principal motor de mi nerviosismo y duda a pesar de que me había prometido ser fuerte, y eso era el hecho de rememorar una y otra vez lo que había ocurrido a mi llegada... lo que había ocurrido conmigo y el manto azulado en llamas de Uriel...

   Aún así antes de que me lo pueda plantear con ferocidad la puerta a mis espaldas resuena con un chasquido del seguro al ser echado y no puedo evitar ponerme en alerta aún con la mirada fija en el bosque que se extiende a lo lejos.

La Clave: Lazos de Sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora