Michael acomodó los pies sobre la mesa de madera central. No tenía idea alguna de lo que esos idiotas estaban a punto de hacer; con idiotas se refería a ese grupo de Criminales que estaban tratando de emboscar. Seguramente al jefe de grupos le encantaría verlos detrás de las heladas rejas metálicas, claramente ellos eran su mayor objetivo. Miró como la ráfaga plateada del cuchillo cayó en sus manos una y otra vez, con un vaivén de color plata y el mango apretado por sus largos dedos color bronce. Miró a la pelirroja, Deyna, entrar en la habitación. Aquella mujer alta y rápida era su compañera desde que había entrado de líder al grupo de los Agentes; los buenos, pues.
Deyna miró primero a Max, que se encontraba inspeccionando la ciudad a través del ventanal del departamento. Se encontraban en uno de los moteles en Londres, donde estaría su próxima misión. Ambos hombres miraron hacia el sobre amarillo que aquella pelirroja llevaba en una de sus manos. Los papeles se desparramaron en la mesa central y Michael dejó su cuchillo dentro del cinturón que llevaba puesto. Se enderezó para poder mirar de mejor manera.
—No puede ser...
El hombre de cabellos rizados torció a boca cuando Max habló con tono de cansancio, entonces intentó aclarar la vista, pero el nombre de Nerea Bennett no había desaparecido del papel impreso con tinta negra.
—Quieren asaltar el banco, eh...
Se burló Deyna, curvando los labios.
—No es cualquier banco, Deyna —.Habló Michael, irritado— quieren adueñarse de ese banco, precisamente el más rico del planeta.
Hubo un silencio en la habitación, los tres integrantes de los Agentes miraron con atención a cada detalle que estuviera en aquellas impresiones. De pronto, Max habló.
—Y tomaron un rehén... —señaló una fotografía ligeramente borrosa, capturada por una cámara de seguridad hacia la muchacha rubia que salía aparentemente de un crucero bastante caro.
—No por mucho, vamos.
Michael se levantó, ajustando el cuchillo a su cinturón y soltando un suspiro. La desordenada coleta se movió al compás de su espalda mientras caminaba dando grandes zancadas. Detrás de él, Deyna y Max lo siguieron hasta la puerta. Afuera había una húmeda noche plateada.

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Ella es mi Libertad × [Michael Jackson]
أدب الهواة•Tan cerca de la libertad y tan lejos de la felicidad. Michael no conocía la magia, no sabía lo que era sentirse satisfecho en un mundo tan terminado y deprimente. Tan injusto y lúgubre, deseoso de terminar la vida. Se entregó como un policía encub...